Su corazón era un laúd colgado; apenas lo tocan, resuena.

De Béranger

Así era yo de sensible pero lamentablemente para mí y afortunadamente para ti confundí las cosas. No sabía qué esperar de ti, de tu “apoyo” que hasta este preciso momento sigo sin saber si era cierta tu intención de ayudar, confundí lo “nuestro”, no supe qué era lo que querías y yo decidí irme por el camino erróneo. Me tratabas bien, me gustaba tu compañía, quería estar siempre contigo, quería ser alguien importante en tu vida y no lo conseguí. Me dejé llevar por lo peor, sólo conociste mi lado deprimente y cruel y aun así creí que te cautivaría pero, hace poco, un martes que te escribí sorpresivamente me respondiste, creí (de nuevo el nefasto verbo “creer”) que se podría iniciar una buena conversación, te devolví el mensaje con dos preguntas que delataban mi interés por ti pero, nunca tuve una respuesta, me ignoraste, me diste falsas ilusiones, me hiciste decir de nuevo “creí que…”, me volviste a doler y volvió a sonar en mi cabeza Get You The Moon.

Sé que tu y yo, viéndolo desde mi borrosa vista por tu doloroso recuerdo, nunca fuimos nada más, solo estuviste conmigo porque no tenías otra opción, yo era la niña que tenía las esperanzas de que un cuchillo de plástico pudiera matarla, y tú, eras alguien normal y por cierto, muy encantador.

Hace unos días te vi, en realidad, solo vi tu pequeña foto y quise escribirte pero me niego a ser ignorada de nuevo y de una manera tan aplastante como cortés. Tengo la idea, un tanto utópica, de que leas esto y sepas que sólo quiero volver a conocerte, ser tu amiga, ser la nueva amiga que no ve el filo de una navaja con deseo. Si tienes dudas de si eres tú el destinatario, te diré una cosa con la que sabrás la respuesta: nos conocimos el último año de…