Facultad de Filosofía y Letras
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Me ofrecieron ser extra en una obra titulada Sesión espiritista. Sinceramente acepté porque no debía memorizar un diálogo. Sin embargo, cuando fui al primer ensayo, me dieron el papel de coprotagonista. Era demasiado tarde para rechazar el personaje porque desde lo más profundo de mí salió un temeroso: “acepto”. En cuestión de un mes, mis compañeros y yo estábamos en el Bar Fungi sentados en el centro alrededor de una mesa, con jugo de manzana en nuestras copas y velas de pila, para evocar espíritus, listos para iniciar la puesta en escena.
Me presenté sobre el escenario personificada como Margaret Fox, una de las precursoras del espiritismo junto con sus dos hermanas, que por medio de golpes establecen comunicación con algún espíritu. Aunque en la vida real las hermanas Fox promovieron fuertemente el espiritismo, en 1888 Margaret declaraba ante la prensa que todas las sesiones espiritistas que practicaron fueron un fraude, lo que llevó a su familia a la ruina.
En la obra, Margaret dirige el inicio de la sesión. Dentro de la ficción teatral los fantasmas que están alrededor son reales, por lo que entre mayor es la interacción de los espíritus, retraté a Margaret con mayor dosis de temor.
Por su parte, hablando de los demás personajes, comienzo por Allan Kardec, quien dedicó varios libros al espiritismo y que Ramiro Martínez lo encarnó esa noche con elegancia. Paschall Beverly Randolph que en esta convención teatral es discípulo del Dr. Kardec fue interpretado por Rojas Almodóvar. Cabe decir que ambos actores propiciaron una gran química entre sus personajes, dada su amistad fuera de las tablas.
Por otra parte, el personaje de Elizabeth Leckie fue integrado a la acción por sus habilidades de médium, mujer mayormente conocida por haber sido la esposa de Sir Arthur Conan Doyle, el autor de Sherlock Holmes, quien en su última etapa de vida se interesó por el mundo del espiritismo gracias a su esposa Elizabeth, encarnada en esta ocasión por la actriz Minna Alanis, también tiene una relación con Houdini, un antiguo romance. Esta reunión no sucedió en la vida real con estas celebridades de la época, pero varios de ellos se conocían por su trabajo dentro del mundo espiritista, que tuvo auge en el siglo XIX, que produjo varios roces con la iglesia católica. En esta reunión, la única persona escéptica a los poderes del espiritismo es Houdini, que lo interpreta Rodri Barrera, se presenta con el único propósito de demostrar la falsedad del espiritismo.
Alejandra Barrena se encargó de orquestar el trazo teatral a punta de reloj, pues solo quedaba un mes para tener el montaje completo, y mis compañeros no dejaban de reírse en los ensayos por cualquier error, lo que rompía con la concentración. Durante los últimos ensayos fue constante la preocupación por terminar de limpiar ciertos movimientos para que fueran concisos. Finalmente, al colocar las manos sobre la mesa pude sentir la energía de cada uno, concentrados en la escena.
La obra escrita por Lola Martínez y Fernanda Melgar permite explorar una sesión espiritista de hace dos siglos, sin la necesidad de invitar a verdaderos espíritus a nuestro plano terrenal. Por su parte, los actores Rubí y Luigi Castañeda, lograron ahí convertirse en los dos fantasmas que están a cargo de manifestarse en la sesión. El público lo podía ver, aunque nosotros sentados a la mesa, debíamos solo sentir su presencia, no mirarlos.
La obra es un preludio a lo que podría ser una manifestación extrasensorial con mayor fuerza tras la desaparición de uno de los personajes, incluso al terminar de leerla la primera vez quedé intrigada y con curiosidad, sensaciones que son el objetivo de “Sesión espiritista”. Entrelaza diversas leyendas sobre el espiritismo y nos da información sobre cada personaje de Houdini, no obstante en las páginas de estas dramaturgas no son suficientes para profundizar lo suficiente en esta creencia a propósito de si es verdadera o no.
Cabe decir que todos somos estudiantes de la carrera de Literatura Dramática y Teatro impartida en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Aún aprendemos de nuestros errores, por ejemplo, tomar un ensayo a la ligera. En mi experiencia fue mi primera vez como actriz fuera de mi universidad; la energía de actuar en un lugar distinto, me regaló las verdaderas agallas para levantarme frente a un público que no tenía por qué ser benévolo ante nuestro trabajo. Aunque actuación no es mi área de la carrera, sentí la necesidad de ampliar mi conocimiento para presentar un mejor trabajo del que pude realizar esa noche del 31 de octubre. Lo dictaminé así por respeto al oficio del actor, al público y a mí como persona.
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