En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Crédito de la imagen: Galo Cañas Carmona | Cuartoscuro.com
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Joselin Carmona

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Sección: Trincheras

Mi nombre es Joselin soy estudiante de periodismo, me gusta aprender, hablar y escribir cuando estoy en contacto con el mundo, a solas me gusta bailar, meditar y leer y en ambas situaciones me gusta escuchar música.

La verdadera política

Número 13 / ABRIL - JUNIO 2024

¿Qué tiene que ver Aristóteles y Maquiavelo con la visión contemporánea de la política?

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Joselin Carmona

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Sección: Trincheras

Existen dos percepciones contrarias muy populares sobre lo que debería o debe ser  la política, ambas germinadas por dos grandes filósofos políticos de acuerdo a su  época e ideales, me refiero a las ideas de Aristóteles y, más tarde Nicolás  Maquiavelo. 

Aristóteles, bajo su visión del individuo como animal político con el don de la palabra,  la persuasión y el interés de lo común, debido a la necesidad de vivir en comunidad,  percibe la política como una actividad cooperativa en búsqueda de dicho bien. Por  el contrario, para Maquiavelo, la política no se trata de la cooperatividad, sino del  conflicto y del individualismo, quien desea hacer política, debía estar  dispuesto a internarse en la “senda del mal”. A partir de esta nueva visión de la  política propuesta por dicho filósofo, bien señala Rafael del Águila (2008): “La  ciencia de la política se convierte en la ciencia del poder” (p. 22). 

Con estas percepciones en mente, resultaría grato no tener que pensar dos veces  en cuál es la forma correcta y cuál es la forma adoptada por la política en nuestros días, sin  embargo, lamentablemente es fácil saber que, aunque difunda el discurso  aristotélico, casi siempre termina en la praxis maquiaveliana. 

Querido lector, ¿qué es lo primero que se te viene a la cabeza cuando piensas en  la palabra política? Podría apostar que se te vienen a la mente una ola de palabras  como gobierno, presidentes, partidos políticos, probablemente uno que otro nombre  de actores políticos y muy seguramente la palabra corrupción. Esto resulta  inevitable, pues desde ese momento en el que la política se convirtió en la ciencia  del poder la misma se ha reducido a eso. 

Aquella necesidad de nosotros como individuos por vivir en comunidad es innegable,  y también es innegable tener que acudir al contrato social, como lo indicaría Hobbes,  ante la necesidad de orden, organización y autoridad. El problema no es vivir bajo la autoridad política, sino el mal uso que, desde sus inicios, le empezaron a dar a la  misma. La política no se reduce a esas pocas palabras que se nos vinieron a la mente, no  se reduce simplemente a quienes deciden interesarse por ella o tomar el poder de  ella, la política por naturaleza nos pertenece a todos porque es algo que debe  beneficiarnos de igual manera y, sin embargo, hoy, la política para el pueblo se siente ajena. 

Durante muchos años en la historia de nuestro país, aquellos que le decidieron dar  mal uso a la autoridad, han convertido en simples espectadores a los verdaderos  personajes políticos, sumergiéndolos en una falsa idea de democracia, haciéndoles  creer que su voz y voto tenía poder sin mostrar los resultados esperados. El  beneficio de esos pocos ha logrado que aquellos quienes realmente deberían tener  el control político pierdan el interés y la política se ha convertido en un acto para mal  y “que siempre resulta lo mismo”. 

La política se ha convertido en una costumbre que se tiene cada tres o seis años,  en un ritual que consiste en ver a esos pocos peleándose entre sí; en una  competencia entre partidos políticos, una competencia entre candidatos a  representantes formando un espectáculo encargado de mostrar hasta la vida  privada de aquellos y creando personajes de ser necesario para lograr llegar al  poder. El pueblo no tendría porqué estar decidiendo entre “el menos peor”, la realidad es que entre las opciones, no debería de existir una incorrecta. Deberíamos poder llegar  a las urnas seguros de que con nuestra capacidad de elección estamos eligiendo a  quien creemos que es la mejor opción, pero sin temor de que en caso de llegar alguien más sea alguien que nos perjudique y si con la seguridad de que quien sea  que lo tome haga uso correcto del poder.

 

En él, debería solo tener poder la acción, esa acción capaz de crear aquella realidad  sólo está en tus manos de ti joven que eres el futuro del país. La política no es una  meta ni un lugar para el beneficio personal, no es un lugar para construir riqueza  para sí mismo, no es un título, ni un puesto, la política va más allá de las urnas, la  política es ese poder que debe buscar porque puede brindar beneficios y estabilidad  a cada individuo de nuestro país. Es momento de volver a tomar el poder que nos corresponde. Informarnos, cuestionarnos, hablar, opinar, participar y votar para no dejar el poder en aquellos  pocos. Buscar aquellos intereses personales en otro lado y empezar a desarrollar  generaciones de verdaderos representantes políticos del pueblo y para el pueblo.  Del pasado solo se aprende y sobre el historial de malos políticos lo único que  podemos hacer es evitar que continúe. Ahora que la política está volviendo a  pertenecer al pueblo, no podemos dejar que este vuelva a perder su poder.

REFERENCIAS 

Del Águila, R. (2008). “Capítulo 1: La política: el poder y la legitimidad” En: Manual  de Ciencia política. Madrid, España. Ed.Trotta. 

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