Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente
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Existe una concepción muy pobre de la salud mental, entendida primero como la ausencia de trastornos psíquicos y después como el bienestar del organismo humano. Pero ¿qué pasa si en algún momento de nuestra vida dejamos de experimentar ese “bienestar” y como consecuencia sentimos que no pertenecemos aquí?, ¿qué hacemos si en lugar de sentirnos satisfechos con la vida, nos sentimos afligidxs porque creemos que la vida es dolorosa?
Primero, es importante tener en cuenta que el bienestar es el balance entre la salud y felicidad, lo que también podríamos interpretar como sentirse bien, sin embargo, si sentirse bien incluye tener buena salud mental, sentirse satisfecho con la vida, y tener la capacidad para manejar todo tipo de vicisitudes, podríamos decir entonces que muy pocas veces hemos experimentado el bienestar a plenitud y por esto mismo en muchas ocasiones no hemos respondido positivamente a las demandas que nos depara la vida, y sentimos que no pertenecemos a ningún lado.
Lo anterior puede ocasionar que desarrollemos un sentimiento de aflicción que en un principio se localizaría únicamente en nuestro corazón, en donde supuestamente solo debería haber vísceras, sangre y tejidos, para posteriormente irrumpir sin piedad alguna nuestra mente y comenzar a afectar ese estado de bienestar emocional y psicológico que supuestamente toda persona debe tener.
Todxs somos capaces de percibir cuando hemos dejado de sentirnos satisfechos con la vida, pero honestamente no todxs tenemos el valor y el privilegio de reconocer y atender nuestros problemas emocionales, quizá porque creemos que si somos honestxs acerca de cómo nos sentimos estamos siendo más vulnerables que el resto. Pero, por qué ser honestxs acerca de cómo nos sentimos quiere decir que somos vulnerables, cuando todxs tenemos miedos e inseguridades.
Si todxs fuéramos más honestxs acerca de cómo nos sentimos podríamos ver que eso que nos hace sentir que no pertenecemos aquí es algo que en algún momento de nuestra vida todxs compartimos, y que ser vulnerables no tiene nada de malo, pues solo así, es cuando podemos darnos cuenta de que no hay nada que temer, porque es ahí cuando estamos del otro lado del juicio a nosotrxs mismos y a nuestro dolor, donde comienza la curación: lloramos, nos derrumbamos y nos reparamos. Para salir al mundo y ver que hay espacio para nosotrxs, que pertenecemos aquí.
Finalmente, es importante mencionar que actualmente hay espacios (plataformas públicas) para que hablemos de las cosas que nos aterrorizan y que no pueden ser mercantilizadas a gran escala, para ver que tal vez estos espacios que son los menos humanos, pueden convertirse en un conducto para un cambio y para el apoyo mutuo, la exploración y la seguridad, y de este modo ocupar un espacio para ser más honestxs, sanar y descubrir lo valiosos que son nuestros sentimientos y la urgencia de sanar sin sentirnos culpables.
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