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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
MARIO JASSO/CUARTOSCURO.COM
Samara Hernández Amador

Samara Hernández Amador

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan

La sombra del feminicidio

Número 0 / ENERO - MARZO 2021

Por ningún motivo nadie tiene el derecho de violentar contra la integridad de uno de los más importantes pilares de México: las mujeres

Samara Hernández Amador

Samara Hernández Amador

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan

Las mujeres son las menos culpables de su muerte.

La interpretación del feminicidio abarca una amplia gama de actos contra las mujeres. Por ejemplo, el Código Penal de Puebla en al año 2015 expresa de una manera sintetizada que es un delito de quien por razones de odio o celos priva la vida de una mujer o afecta la integridad de una por medio de lesiones, violencia sexual, amenazas o cualquier tipo de acoso, hasta el punto más trágico que es la muerte.

Hoy en día, es una problemática que nos tiene alarmados y conscientes de la situación, pero el feminicidio y la violencia de género ha sido un tema de siempre: Hay casos de estados particulares, como el Estado de México, que tienen el mayor número de feminicidios en los últimos 25 años. Y los estados del norte tienen la tasa más alta de incidencia de estos casos. Lo que nos hace saber que esta problemática es una realidad y no es algo ajeno o aislado a nuestro entorno social.

Aunque nuestra comprensión del problema de feminicidio es limitada sabemos que estos se cometen contra las mujeres, en diferentes contextos sociales, ya que mientras que unas estaban involucradas emocional o familiarmente con el agresor, otras son violentadas sin tener ningún vínculo con este. Y así es como muchas personas expresan su opinión, diciendo que las mujeres somos las causantes, justificando la violencia con decir que nosotras provocamos al atacante, por medio de nuestra forma de vestir, o actos que disgustan. Este ensayo defenderemos nuestra posición, ya que por ningún motivo nadie tiene el derecho de violentar contra la integridad de uno de los más importantes pilares de México: las mujeres.

En algún momento de mi vida, hablando con amigos y algunas personas acerca de cuáles son las verdaderas causas del acoso en las calles, recibí respuestas un tanto decepcionantes, pues muchos decían que si no vistieramos con faldas cortas, blusas con escote y si no saliéramos tan noche no nos pasaría nada. Realmente estas respuestas dicen relativamente que el respeto lo merecemos dependiendo de cómo vestimos o donde estamos, y me hacen concluir que el machismo y la violencia tienen una perspectiva sociocultural que se adquiere y se aprende en grupos sociales, medios de comunicación y principalmente en las familias, por medio tanto de mujeres como hombres que lo transmiten de generación en generación.

La especialista María Aidé Hernández, en su libro de Cultura de Violencia y Feminicidio en México, comenta que la sociedad está doblegada por los factores machistas preestablecidos desde hace muchos años, los cuales son consecuencia principal de las muertes de féminas. Hay muchos ejemplos de estos que están muy marcados en nuestros grupos sociales (familia, amigos, compañeros de trabajo). Pensemos en cómo la orden o decisión de un varón pesa más que la de una mujer, ya que el hombre tiene el “poder” para mandar, mientras que la mujer está para obedecer. Otro ejemplo que es muy claro y nos hace afirmar que la inferioridad de género nos la inculcan desde pequeños, son los juguetes que están determinados en la infancia: Para una niña son una “cocinita”, un bebé, maquillajes, etc.; y los de un niño, que pueden ser pistolas, espadas, dinosaurios. Los anterior inculca la violencia a los hombres y a las mujeres les marcan el papel determinado por la sociedad.

Otro factor que influye a los jóvenes hacia la violencia es el tipo de música que se escucha actualmente, dado que según plataformas de difusión musical, como YouTube o Spotify, el género de reggaetón es el más escuchado en México en personas de 12 a 20 años. Este tipo de música, que inicialmente tenía la función para representar la denuncia social y la violencia, se ha ido distorsionando y la mayoría de las canciones describe a la mujer como un objeto sexual, cambiable y que sólo tiene valor por su aspecto físico, lo que lleva a decir que predomina la cultura machista en este género musical y en consecuencia las generaciones que crecen con ella sentirán el poder de ofender, golpear, abusar de una mujer.

Según las estadísticas del año pasado de la ONU Mujeres, en 4 de cada 10 casos de feminicidio, el feminicida tenía un vínculo afectivo con la víctima, por lo que el otro 60%, no conocía a su agresor y no había forma de que la mujer lo provocara o fuera el motivo. Entonces todo es causa del problema mental que tienen los hombres que realizan este tipo de actos inhumanos e inescrupulosos; la muy sonada noticia acerca del “Monstruo de Ecatepec”, lo comprueba.

La nota del periódico El Universal, del periodista Héctor de Mauleón, redacta el caso de Juan Carlos o más conocido con el alias que se mencionó anteriormente, el cual es acusado junto con su esposa Patricia de cómplice, por 20 feminicidios o más, incluyendo agresión física y sexual a sus víctimas; en consecuencia tiene 8 condenas que acumulan 327 años. En su declaración señala y marca literalmente su odio a las mujeres razón por la cual las mata, pues las describe como algo que contamina el planeta, y prefiere que sus perros coman carne de ellas. También habla de los hechos detonantes por los cuales odia a las féminas y por qué tiene problemas mentales: El abuso sexual que le provocó una mujer cuando era pequeño, el que su mamá lo vistiera como niña y la viera teniendo relaciones sexuales con distintos hombres y el abandono de una pareja sentimental, principal causa por la que comenzó a matar mujeres. Así como este caso, hay muchos más alrededor del país de hombres que matan sanguinariamente a sus víctimas sin razón alguna, o por el rechazo que les causó una mujer al no acceder a un noviazgo, entre otras causas.

Cada día 9 mujeres son asesinadas en este país, y en el 98% de los feminicidios los culpables salen impunes, ya que muchas veces, no se investigan los casos y les dan la solución culpando a la mujer por los problemas emocionales que tenía, lo cual les hizo no alejarse antes esa relación tóxica o el probable caso de que se escapó con el novio, entre otras soluciones. También pasa que le dan cierto proceso de investigación al feminicidio, pero el tiempo es muy prolongado y los familiares prefieren buscar justicia por otras vías, o como no hay solución del caso, le dan lo llamado “el carpetazo”, que se refiere a simplemente suspender la investigación del expediente. Lo que quiere decir que, aunque existan varios órganos jurídicos con el objetivo de erradicar la violencia contra las mujeres y la discriminación en cualquier lugar y ámbito social, tanto el equipo como el personal indicado son deplorables.

Muchos presidentes nacionales que han estado al frente de México nunca ponen la vida y la seguridad de nosotras como prioridad de su gobierno y hacen caso omiso a los tantos feminicidios que hay en todos los estados. Lo que les deja en deuda con las generaciones de mujeres de hoy, las que ya no están y las futuras.

Por lo tanto, al saber que la mujer no es la verdadera causante de los feminicidios, el verdadero motivo de los feminicidios son las tradiciones que predominan, donde el género marca tu destino en la sociedad y solo esto se puede erradicar fomentando el respeto e igualdad en todos los sectores sociales y principalmente en las nuevas generaciones de niñas, niños y jóvenes, pues como dijo George Carling: “El hombre es de la Tierra. La mujer es de la Tierra. Convive con ello”.

Para concluir con este ensayo, comento que el feminicidio es un tema actual y mundial que nos afecta como una pandemia que México enfrenta hace muchos años y nunca se ha erradicado ya que es demasiado complejo y será difícil de sacar de las raíces de la cultura mexicana, pues la sociedad desde hace mucho años ha marcado que al ser diferente sexo el hombre y la mujer, también tenemos una diferencia social. Así, nosotras ocupamos un estatus inferior y un estereotipo con características de ser recatada, sumisa, etc.; mientras que el hombre es fuerte y puede decidir y hacer lo que quiera.

Con una nueva educación familiar y escolar contra la violencia, debemos hacer hincapié en que mujeres son las menos culpables de la violencia o la muerte que nos provocan; es necesario equilibrar libertades y redefinir estereotipos así como atender, prevenir y sancionar la violencia contra las mujeres. De tal forma México tendrá mujeres libres, con la paz y tranquilidad que merecemos no solo nosotras, sino toda la sociedad que compone este gran país.

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