Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente
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La luna resplandecía en un cielo lleno de melancolía, el viento murmuraba que no volverías, aún recuerdo el sonido de aquella noche triste cuando la nostalgia me envolvió entre esos fríos recuerdos.
Tus ojos que alguna vez brillaron de vida ahora reflejaban un alma cansada, me decían que sería la última vez que estaríamos juntos. Me rehusé a darte el último abrazo, a decirte lo mucho que te amaba, con la esperanza que si no me despedía no te irías, pero sigo aquí, fragmentándome poco a poco.
El silencio invade al sonido, distraigo mi mente para que no deambule en un laberinto lleno de emociones; sin embargo, parece imposible que el aire no llegue a mis pulmones y los latidos de mi corazón se asemejan al oleaje del océano en tempestad. Sé que sigue ahí, nunca se fue. Se escabulle en lo más profundo de mi ser.
Sí, la culpa me acecha por no haberme quedado a tu lado, simplemente no tuve la valentía, huí como siempre mientras colapsabas por el dolor, decidí voltearme y aunque sé que no podía cambiar tu destino debí acompañarte hasta tu último suspiro.
Jamás estuve preparada para olvidar tu aroma, soltar tu mano y decirte adiós. ¿Qué será de mí cuando busque tu mirada entre la multitud y no la encuentre? Te quedas en algunos de mis dolores más profundos, en mis versos rotos y te guardo en las múltiples maneras en la que me hiciste feliz, no puedo prometer que voy a mejorar ni voy a pretender que estoy bien porque eso me consume, solo te pido que esta noche me visites en mis sueños.
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