Escuela Nacional de Estudios Superiores Unidad Morelia (ENES Morelia)
Escuela Nacional de Estudios Superiores Unidad Morelia (ENES Morelia)
A lo largo de la historia, la música nos ha enseñado a trascender los límites inimaginables de la creatividad, del lenguaje y del tiempo. Ha demostrado ser el instrumento de expresión de corazones rotos, el grito de batalla de injusticias, el puño de revoluciones y la resistencia individual en el día a día de quienes la escuchan.
Ponerse unos audífonos, caminar hacia el trabajo, comer con la familia, regresar de la escuela o ir a la fiesta de la prima, queda impregnado de sonidos y colores que son únicos en cada persona. La música se convierte en parte de los bloques que construyen continuamente al “yo”, a nuestra identidad, tanto individual como colectivamente.
Somos lo que escuchamos, desde las canciones de cuna con las que nos arrullaron nuestras mamás y abuelas; las rolitas de rock que nos regalaron nuestros papás de los ochentas, o los gustos culposos que quedan escondidos cuando barremos y trapeamos con Chayanne de fondo.
Compartir nuestra música es compartir quienes somos; es mostrar nuestras historias en las letras de las canciones que nos llenan el corazón, o en el legado de toda una historia familiar; es crear lazos y unirnos por medio de lo que hace vibrar nuestras fibras más sensibles. Por eso, compartir música es compartirnos y es el abrir la posibilidad de que alguien más sienta lo que es escuchar por primera vez esa canción. Es otra forma de recordar y mantener vivo parte nosotros en los demás (y de los demás dentro de nosotros).
Hay historias que pueden relatarse desde canciones, como lo eran los mix de canciones que se hacían con mucha atención y dedicación en los cassettes ochenteros que existen ahora en las cajas de algunas familias empolvados y arrinconados, cada uno resguardando memorias únicas.
Hoy en día son las playlist compartidas nuestros nuevos cassettes, en donde dejamos un pedazo de quienes somos para construir un “nosotros”, un relato compartido que nadie más que quién lo experimenta y escucha conoce su significado. La música tiene el poder de edificar mundos cargados de sentido, de cariño, de recuerdos y sentimientos que posiblemente jamás se eliminen por completo, porque se adhieren a nosotros.
Y cuando los mundos construidos ya no están, o las personas que queremos se han ido de nuestras vidas, siempre podremos visitarlos de nuevo desde las canciones que nos dejaron y las que nos acompañaron durante el trayecto, recordando y visitando lo que fuimos de vez en cuando.
Por eso, en esencia, la música es esta fuerza creativa que moldea nuestras vidas; otra forma de construir vínculos e historias profundamente personales sin importar las diferencias contextuales de quienes compartimos los pequeños mundos de significado que nos dejan ver quienes fuimos, para ser quienes somos y seremos.
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3 Responses
Me encanta la frase:”Somos lo que escuchamos”
Y no hay nada más cierto…cuando comes comida chatarra ganas peso y quedas insatisfecho.
Cuando escuchas cierta música te transportas y te sientes pleno.
GRACIAS
Muy bien artículo, en casa párrafo me hizo recordar cosas sobre varias etapas de mi vida y las canciones que me acompañaron en ese caminar.
Con la música reconstruimos pasajes de memorias perdidas. Gracias por recordármelo.