¿Existe algo tan difícil de explicar como el amor? Buscamos plasmarlo, narrarlo, darle un sentido, criticarlo, cuestionarlo, musicalizarlo. Pero, al ser tan multifacético, tan extenso se convierte en un concepto mágico e inexplicable.

Los sentimientos difíciles de explicar, 

son los más bellos de sentir.

Aunque quizás nos puedan quebrantar, 

nos permiten existir.

Mi corazón palpita por todo mi ser, 

números que no puedo ni contar, 

acciones que he dejado de notar.

Alimentar nuestro amor,

nutrirlo con tiempo, 

regarlo con cariño y apreciarlo con respeto.

Grandes vínculos hay que formar, 

y a otros es bueno soltar.

Incluso si las espinas hemos de tocar.

Al avanzar podemos sanar,

construir, reconstruir y dejar ir.

Demostrar que nos podemos reconstruir,

a pesar de ver a personas partir. 

Empezar a forjar un camino, 

ya que no entendemos cuál es nuestro destino. 

La vida es frágil cual cristal, 

sin esperarlo llegará a su final,

como una estrella fugaz.

Acordes que suenan, 

melodías qué me hacen imaginar, conectar, vivir, sentir.

Mi único deseo es aprender a amarme más, 

encontrarme incansables veces, quizás.

Oír mi corazón palpitar 

por el simple hecho de respirar, 

no lo logro ni controlar.

Romper con lazos internos, 

decirle al mundo que mi cabeza y corazón no importan menos,

convencerme de que el futuro ya no es incierto. 

Te contaré una pequeña historia que alguien especial me narró. 

La vida es como una montaña de arena, al dar cada paso podemos bajar o subir. Mientras subimos hay granos que se acumulan, pero hay otros que dejamos caer para poder avanzar. 

Así es la vida, hay personas que se quedan y personas que se van. Hay granos de arena que tenemos que soltar para no hundirnos y otros que te ayudan a subir, pero incluso así, nos deslizamos de nuevo. La vida es un cúmulo de montañas de arena.