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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Cole Keister/Pexels
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Celeste Thamara González Castillo

506 Preparatoria N° 8

Hasta que el diamante nos separe –perdón, la muerte–

Número 3 / OCTUBRE - DICIEMBRE 2021

Una joya ancestral despierta pasiones y tragedias

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Celeste Thamara González Castillo

506 Preparatoria N° 8

Se escuchan sollozos en todo el lugar.

“Me lo advirtieron, pensó, cuando llegó a mis manos no creí en la historia que venía detrás”. Arrepentimiento.

2 meses antes

—Ilayda, cariño, baja, el desayuno está listo.

—Bajo en un momento, cariño —Ilayda se terminó de colocar sus pendientes frente al espejo. Bajó las escaleras y, al entrar al comedor, divisó a su esposo Malik.

—Feliz cumpleaños, mi amada Ilayda —se acercó a darle un cálido abrazo—. Tengo un regalo para ti. Espero te agrade mucho.

Malik sacó un cofre en el que se encontraba un hermoso collar azul marino, de 45.52 quilates.

Ilayda jadeó de sorpresa:

—Es  hermoso –dijo.

El pecho de Malik se infló de orgullo y amor porque a su esposa le había gustado su regalo. Se había esforzado mucho por conseguir algo a la altura de su amada, el collar le había costado una fortuna, pero el dinero no era impedimento para él, gastaría cada centavo por ella.

Malik le colocó el collar e Ilayda le regaló un “te amo”.

—Te amo, mi amor –respondió Malik–. Recuerda, hasta que la muerte nos separe —pronunció la promesa que hicieron aquel día de su boda.

—Hasta que la muerte nos separe —repitió Ilayda.

Los días pasaron, Ilayda usaba  todos los días el hermoso collar azul marino, le encantaba presumir todo lo que su esposo le regalaba. Pero un día empezaron a ocurrir cosas extrañas. Ilayda y Malik comenzaron a discutir, a veces por cosas tan pequeñas como que Malik empezaba a desayunar sin esperar a Ilayda, o tan grandes, como la suposición de una infidelidad.

Malik no comprendía qué los había hecho cambiar. “Hace 1 mes estábamos bien, no había peleas, qué fue lo que sucedió”, pensó. Su mente viajaba de un lugar a otro, hasta que se detuvo en el collar, recordó entonces que justo días después del regalo, Ilayda comenzó a actuar extraño. “No puede ser”, y se acordó de la advertencia del vendedor; su curiosidad se exaltó, necesitaba explicaciones.

Tomó su abrigo, salió de su mansión, llamó a un taxi y se dirigió al pueblo, donde el vendedor se hospedaba.

Al llegar, se encaminó al bar; al entrar, lo buscó con la mirada y lo encontró en la mesa del rincón.

—Señor Stones…

—Señor Malik, no esperaba verlo tan pronto.

Malik no comprendió a qué se refería.

—¿Entonces sabe a qué he venido? —preguntó un poco desconcertado.

—Así es, tome asiento, le contaré la historia de ese precioso diamante azul.

Malik se sentó, tomó una bocanada de aire, ordenaron bebidas y se dispuso a escuchar la historia.

—Verá, señor Malik, ¿recuerda la advertencia que le dije? —Malik asintió con la cabeza— No era una broma, si usted es lo que pensó; el diamante tiene una historia. Las suposiciones empezaron con Jean-Baptiste Tavernier, el primer propietario del diamante. Se cuenta que Tavernier sustrajo el diamante de la frente de un ídolo hindú, desencadenando su terrible maldición, la cual dicta que la desgracia caerá sobre los futuros propietarios del diamante. Parece ser que hasta el mismísimo rey de Francia sufrió las consecuencias, por tener en sus manos dicha joya.

—No comprendo, usted quiere decir que los problemas con mi esposa y hasta con mi empresa, ¿se deben a la maldición del diamante?

—Así es, cada persona que ha tenido en su mano el diamante ha sufrido las consecuencias, desde divorcios, hasta la muerte. Mi consejo, señor Malik, es que me devuelva el collar.

—Pero, por qué a usted no le ha pasado nada —preguntó Malik, sospechoso del vendedor.

—Ese es un secreto que no estoy dispuesto a revelar en este momento, solo le doy lo que me pidió, además de un consejo.

Después de escuchar la historia del señor Stones, Malik salió del bar con un mal presentimiento, el cual se cumplió al llegar a su mansión: estaba cubierta en llamas. Corrió, pero lo detuvieron los oficiales.

Cuando las llamas cesaron, los bomberos sacaron un cuerpo, Malik se acercó a la camilla y al descubrirlo, sintió cómo le arrancaban una parte de su ser: su esposa, su bella Ilayda yacía en la camilla llena de quemaduras y sin la luz alumbrando sus ojos. Malik no resistió más y gritó, un grito cargado de tristeza, enojo y arrepentimiento, que amenazó con desgarrar sus cuerdas vocales. No podía creerlo, no quería.

En el funeral de Ilayda, Malik no derramó ni una sola lágrima, se sentía vacío, sin alegría, le habían arrebatado su vida. Todos los presentes le dieron el pésame, pero él solo podía observar el lugar donde el amor de su vida estaba enterrada. Abrió una de sus manos, donde estaba el collar con aquel diamante azul. Esa misma noche, Malik tomó la decisión de cumplir su promesa de matrimonio.

«Hasta que la muerte nos separe». Según fuentes confiables, fueron las palabras del señor Malik antes de acabar con su vida.

La muerte de Ilayda y Malik causó revuelo, salió en todos los periódicos de Londres, los apodaron “Los amantes trágicos”.

—Una pena, fue mi pareja favorita —pronunció Stones cuando encontró el cadáver de Malik. Arrancó de sus manos el diamante. “Una lástima”, pensó, dio media vuelta y se fue.

El hindú se dispuso a volver a su santuario y esperar a su próxima víctima, cualquiera querría arrancar su preciada joya y caería en la maldición del hermoso collar con el diamante azul.

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