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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Davis Arenas/Pexels
Jaziel Arath Hernández Salazar

Jaziel Arath Hernández Salazar

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan

Soy Jaziel Salazar, estudiante del primer semestre de la carrera de Actuaría en la FES Acatlán.

En el ombligo de la luna

Número 4 / ENERO - MARZO 2022

Sobre la impunidad en la desigualdad mexicana

Jaziel Arath Hernández Salazar

Jaziel Arath Hernández Salazar

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan

El ombligo de la luna es aquel sitio en donde convergen todo tipo de creencias y  sentires humanos, es aquel lugar en el que ninguna de sus tierras está exenta de  acontecimientos históricos. 

La fe y la devoción a figuras totémicas abundan en este sitio… 

El velo que cubre sus estados, ciudades, avenidas y calles, permite ver con  claridad cada escalinata social. 

En el ombligo de la luna, la soledad no significa estar solo, sino ser diferente a los  demás. 

Hernán:

Hernán Larrea de la Rosa, nacido en la ciudad de México el 28 de octubre de  1970, hijo de Epigmenio Larrea Salamanca y de Alba de la Rosa Gunea. 

Hernán fue hijo único, su padre y su madre tenían ascendencia española, el señor Epigmenio era abogado por la universidad iberoamericana y trabajó como  procurador de justicia de México en el sexenio que inició en 1970. Al finalizar su  labor en ese gobierno, logró asentar a uno de los mejores bufetes de abogados en México, este se caracterizaba por solo representar a aquel que tuviese  el dinero suficiente para pagar los servicios. Así mismo, Epigmenio simpatizaba con el partido político dominante en aquella etapa histórica de México.

La señora Alba estudió letras en la misma universidad que el señor Epigmenio. Al  casarse con él, sus intereses personales pasaron al olvido y se convirtió en ama de casa por tiempo completo.

El señor Epigmenio era reconocido por ser una persona clasista y corrupta.Para  él, la justicia solo se presentaba cuando el cliente tuviese el  dinero suficiente para pagarla.

Hernán nunca tuvo alguna imposibilidad económica. Vivió en la ciudad de  México toda su vida, jamás utilizó el transporte público. El sueño de su  padre era que Hernán siguiera sus pasos y logrará ascender a un cargo  importante en el partido político con el que simpatizaba el señor Epigmenio.

Hernán así lo hizo, estudió leyes en la misma universidad que sus padres, y a sus 24 años se afilió al partido político dominante de aquel momento y perfilaba a ser el candidato para gobernador del Estado de México.

La vida de Hernán era una vida llena de lujos, todas las mañanas desde su pent house podía observar cada rincón de la ciudad, percibía en aquellos tejados de lámina y asbesto, techos que presentaban cuarteaduras por lo viejos que era aquella edificación, aquel lugar era el más alto de la ciudad. Podía ver aquella nube espesa llamada contaminación, causada por los combustibles que utilizaban los transportes que llevaban a la muchedumbre a sus trabajos asalariados.

Hernán no tenía ningún propósito social si lograba ser gobernador del estado al que estaba siendo propuesto. Lo único que le interesaba era cumplir el sueño de su padre y los negocios caprichosos de sus amigos.

Hernán, al igual que su padre, había desarrollado una actitud clasista. Le parecía  poco estético todo aquello que tuviese que ver con los pueblos originarios. Ocurrió la sublevación del EZNL, a Hernán le parecía un golpe a la soberanía del estado mexicano, y sobre todo, un golpe a la reputación del país ante el  mundo.

En su cumpleaños número 25 Hernán recibió el regalo de sus sueños: un  automóvil deportivo del año. Su padre decidió darle tal obsequio a su hijo por el  gran orgullo que él sentía debido a lo que Hernán lograría en el partido político. Aquel auto, color negro de línea francesa, parecía un percherón, la potencia que tenía era inigualable, ningún otro auto del mercado podía igualar tal velocidad.

Lucía, la prometida de Hernán, preparó una gran fiesta. Invitaron a todo miembro del partido político, e incluso invitaron a todo el gabinete del poder ejecutivo. Toda  la élite social estaba presente en aquel festejo, la celebración parecía no tener fin, el bullicio de la fiesta terminó alrededor de las cinco de la mañana de un sábado.

Hernán, en estado de ebriedad, tomó las llaves de su deportivo y aceleró sin rumbo alguno. Sentía que montaba un corcel, el aullido incesante del motor le hacía  desear más y más velocidad.

Tomó la avenida Aquiles Serdán, sabía que aquel lugar era perfecto para correr su  auto en línea recta y la velocidad que alcanzó su auto era inimaginable. Se pasaba  todos los señalamientos de alto, no paraba por nada, aquella avenida parecía  totalmente desértica, era sólo él y su auto.

De pronto, una persona cruzaba aquella avenida, Hernán trató de frenar su auto.  El rechinido de las llantas fue ensordecedor, el peatón no logró llegar al otro lado  de la acera, el auto de Hernán quedó totalmente destrozado del parabrisas.

Un vendedor de tamales se acercó rápidamente en su triciclo a auxiliar al peatón  atropellado. Hernán, atónito, trata de arrancar su auto, rápidamente el vendedor  abre la puerta del automóvil y baja a Hernán con la intención de que este no  huyera.

La policía llegó al lugar del altercado, Hernán fue remitido al ministerio público y su  automóvil fue llevado a un depósito por una grúa. Epigmenio, padre de Hernán,  rápidamente acudió al lugar donde se encontraba Hernán.

El peatón murió en la ambulancia debido al impacto con el automóvil.

Francisco: 

Francisco Martínez Cruz, nacido en Ocosingo, Chiapas, el 6 de febrero de 1936,  hijo de Ignacio Martínez Sánchez y de Hortensia Cruz Acamil. 

Francisco era uno de seis hijos que concibieron sus padres. Francisco fue el  segundo en nacer, después de su hermano José.

El señor Ignacio, padre de Francisco, nació en 1918 en Ocosingo, Chiapas, dos años antes de que finalizará la revolución mexicana. Ignacio no tuvo oportunidad  de estudiar, su infancia terminó de forma muy abrupta, desde los ocho años  empezó a dedicarse a la cosecha de distintos productos, a los quince años conoció a la señora Hortensia y se casaron, no fue hasta que Ignacio cumplió 17  años, que nació el primer hijo de este matrimonio, José, un año después,  nació Francisco. Ignacio nunca aprendió a leer ni a escribir.

La señora Hortensia (madre de Francisco), nació en 1916, en San Juan del Río,  Durango, vivió en aquel lugar hasta la edad de cuatro años, luego de que su padre  muriera a manos de hombres enviados por Doroteo Arango. La madre de  Hortensia huyó a Chiapas, durante muchos años se dedicaron a la cestería, a la  edad de trece años, conoció a Ignacio, a los quince concibió a su hijo José, y a los dieciséis años nació Francisco. Después concibieron cuatro hijos más, Marcos,  Guadalupe, Héctor y María. Hortensia nunca pudo asistir a la escuela, por lo que  también era analfabeta.

La infancia de Francisco fue igual a la de sus padres. A los seis años ya ayudaba a  su padre a sembrar y recolectar lo cosechado en sus tierras, vivían en una  pequeña cabaña a lado del pequeño terreno en el que sembraban, su hermano  José también ayudaba a las distintas labores del campo. A la edad de ocho años  Francisco aprendió a leer y escribir.

Cuando Francisco cumplió doce años, su padre decidió buscar otro trabajo que le  permitiera mantener a sus seis hijos y esposa, Ignacio decidió ir a Estados Unidos,  esperó hasta que José cumpliera trece años para así dejarlo a cargo del sustento  de sus hermanos hasta que él regresara. Nunca se supo nada de Ignacio, no  regresó después de aquella mañana en la que se despidió de toda su familia.

Pasaron cuatro años y José decidió seguir el mismo plan de su padre, tomó la  decisión de migrar a Estados Unidos con dos propósitos: buscar el sustento de  sus hermanos y madre, y dar con el paradero de su padre. Francisco está vez quedaba a cargo de sus hermanos y madre mientras José regresaba.

Francisco con tan sólo dieciséis años de edad, decidió migrar a la capital del país. Él no apostaba por ir a Estados Unidos, creía que podía desaparecer y no volver a  ver a su familia. Al llegar a la ciudad trabajó primero como despachador de  combustible en PETROMEX, aquel trabajo le permitía apenas pagar un lugar en  donde dormir, por lo que buscó otros empleos. Se convirtió en panadero, en este trabajo tenía la ventaja de comer y cenar gratis, esto le permitía guardar un poco  de dinero para llevárselo a su familia.

Al paso de los años los hermanos de Francisco tuvieron edad suficiente para  mantenerse, sus dos hermanas se casaron y tuvieron hijos, su madre siguió  dedicándose a la cestería hasta el último de sus días y su hermano José nunca  regresó a Ocosingo, al igual que su padre.

Francisco conoció en 1966 a Aura, originaria de Sonora. Tuvieron dos hijos. Francisco aprendió distintos oficios, a los 32 años inició a ser  albañil, este empleo le permitió tener las ganancias suficientes para tener una  vivienda digna el la cual viviría con su familia y le brindaría estudios a sus hijos.

Era una mañana de 1995, Francisco tenía ya cincuenta y nueve años, su madre  había muerto veinte años atrás y no tenía comunicación alguna con sus cuatro hermanos, sus hijos estaban ya casados e incluso le dieron nietos.

Francisco, como todos los días, madruga para buscar el sustento de su hogar. La  ruta de aquel día implicaba tomar un pesero que lo llevaría al metro Toreo,  después hacer un largo recorrido por distintas estaciones y transbordadores, para así  llegar a la estación de metro Rosario. Francisco llevaba ya una semana trabajando  en aquella obra, al llegar al metro Rosario debía cruzar la avenida Aquiles Serdán,  y caminar algunas cuadras.

Francisco, al salir de la estación de metro, espero a que el semáforo de autos se  pusiera en rojo para poder cruzar la avenida, aquel lugar era solitario, el semáforo cambió, Francisco caminó sobre la avenida, de pronto, escucha un incesante motor, al llegar a la mitad de aquella avenida, logra observar un automóvil que viene a una velocidad ínfima.

Francisco no logró llegar al otro lado de la avenida, el conductor del automóvil  manejaba en estado de ebriedad, fue entregado a las autoridades, el auto con el  que había sido atropellado Francisco quedó deshecho de la parte delantera.

Francisco murió de inmediato, tardó cuatro días en ser reclamado por su familia. El conductor del automóvil, no tuvo ningún cargo.

Los familiares de Francisco fueron amenazados para no demandar o hacer alarde del incidente, solo se sabe que el padre del conductor era amigo del juez y así  logró librar a su hijo de cualquier cargo.

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