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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Adrien Olichon
Tifanny Cruz García

Tifanny Cruz García

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

El último baile

Número 5 / ABRIL - JUNIO 2022

El verdadero villano de nuestra historia es la muerte, ella por separarnos para siempre

Tifanny Cruz García

Tifanny Cruz García

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Levanto la mirada al cielo y lo contemplo durante unos segundos, cierro los ojos y aspiro profundamente en un intento desesperado por eliminar el nudo que se ha instalado en mi garganta, pero desafortunadamente esto no funciona y siento como si todo el aire que entra en mis pulmones me estuviera quemando el interior.

Bajo la cabeza lentamente y al abrir los ojos me topo con la imagen que ha provocado dicho nudo. Me pongo en cuclillas y por primera vez en una semana me atrevo a mirar fijamente la lápida. Acerco mi mano a esta y con las yemas de mis dedos toco la fecha marcada en ella: 20 de Abril de 1996 – 10 de Julio del 2021.

Siento mi corazón dejar de latir – si es que eso puede ser posible – y muevo la cabeza de un lado a otro con la esperanza de no llorar, pero esto parece imposible una vez que mi visión se torna borrosa y me obligo a parpadear varias veces seguidas para devolverla a la normalidad, claro que mientras lo hago sale una que otra lágrima.

Me levanto apresuradamente, antes de convertirme en un mar de llanto y camino velozmente hacia la salida del cementerio. No sé cuánto más podré resistir haciéndome la fuerte, solo sé que no quiero estar rodeada de un montón de extraños cuando me quiebre, lo que quiero es estar en casa.

Sin darme cuenta termino corriendo tan rápido como puedo que, incluso me parece que en un abrir y cerrar de ojos aparezco frente la puerta del departamento que he compartido por más de cinco años con él, suspiro profundamente y me armo de valor.

Con cuidado tomo la manija de la puerta y doy unos cuantos pasos temerosos hacia dentro, cierro la puerta, camino hasta que llego a la sala y me freno en seco cuando veo la foto que adorna la pared enfrente de mí. Una fuerte punzada invade mi cabeza y el dolor y yo nos volvemos uno mismo.

Miro la fotografía fijamente y las lágrimas comienzan a rodar sin previo aviso, instintivamente busco a mí alrededor con la esperanza de verte para que me des consuelo, pero es todo en vano porque no estás, y lastimosamente nunca más volveremos a estar juntos. Me concentro en la imagen, sin duda daría lo que fuera por volver a ese momento, a nuestra primera cita.

Una ligera sonrisa se forma en mis labios al recordar ese día, pero la tristeza llega rápidamente. No puedo creer que no volverá a existir un “tú y yo” en un presente y mucho menos en un futuro, esto duele y mucho. Niego con la cabeza y me paso las manos desesperadas por el cabello, es que, esto simplemente no puede ser real, tiene que ser una pesadilla de la cual despertaré en algún momento… o al menos eso deseo.

Me alejo rápidamente de la fotografía y camino hacia nuestra habitación, de nuevo mi visión se vuelve borrosa pero esta vez no hago gran esfuerzo por evitarlo. Una vez que estoy sentada en la cama me percato del álbum de fotografías que hay ahí. Suelto una risita que más bien parece una mueca, no me puedo creer la ironía, estaba huyendo de una sola memoria y ahora tengo tantas en mis manos.

Las lágrimas corren descaradamente por mis mejillas y por fin logro emanar un sonido de mi garganta que, no es más que un grito lleno de ira y dolor. Aprieto los puños a los costados de mi cuerpo y en un intento por liberar todos estos sentimientos comienzo a aventar todo lo que encuentro a mi paso contra las paredes y el suelo.

El enojo crece dentro de mí y no puedo dejar de pensar en quien culpar, si al destino por habernos juntado, a ti por hacer que me enamorara perdidamente de todo tu ser, o incluso a mí, por no detenerme a pensar un solo segundo lo duro que sería decirte “adiós” algún día. Pero, la verdad es que, ninguno de nosotros tenemos la culpa, el verdadero villano de nuestra historia es la muerte, ella por separarnos para siempre y por ni siquiera permitirnos tener un pequeño por siempre más duradero.

Cansada por mi pequeña rabieta me recargo en la puerta de la habitación y me deslizo en ella lentamente hasta que caigo al suelo sentada, recargo mis brazos en mis rodillas y me tapo la cara con las manos. Siento la humedad de las lágrimas en todo mi rostro e intento relajarme para evitar que sigan saliendo.

Cierro los ojos y pese a que soy consciente de la magnitud del dolor que me invadirá me permito pensar en ese día o, más bien, noche. Pasamos todo el día viendo películas hasta que decidimos salir a cenar. Mientras íbamos de camino en el auto no podíamos parar de cantar nuestras canciones favoritas

Recuerdo haber contemplado tu perfil fijamente mientras mirabas el camino; me parece incluso que te veías más guapo de lo normal, no me resistí y acaricié tu barbilla con mis dedos a lo cual tu correspondiste sonriendo al tacto. Sostuviste mi mano con una de las tuyas y besaste mis nudillos. “Te amo Daniel” pronuncie a lo que tu respondiste “Y yo a ti Emma”, y me acerque a ti para darte un rápido y corto beso en los labios.

También recuerdo el momento del accidente y el instante en el que supe que no te volvería a ver. Después de nuestro rápido beso un auto nos impactó, recuerdo el sonido retumbando en mis oídos, recuerdo haber apretado mis dedos a tu mano, recuerdo mirarte y sentir dolor.

Cuando volví a abrir los ojos ya no estabas, me encontraba sola. Te busqué por todos lados mientras el temor me invadía y mi mente me obligaba a pensar en el peor de los escenarios, pero la realidad es que, ninguno de mis pensamientos me preparo para la cruel realidad que tuve que enfrentar una vez que comprendí lo que había ocurrido y que, tristemente nuestra historia había legado a su fin de manera prematura y trágica.

Levanto la cabeza de entre mis brazos y miro el anillo en mi dedo anular, una punzada de tristeza invade mi corazón y justo cuando creía que este no podía romperse más pienso en lo que pudo haber sido. Me reprocho a mí misma el hecho de no haberte pedido quedarnos en casa esa noche y pedir pizza para cenar o cualquier otra cosa, de haberlo hecho nada de esto estaría pasando y podríamos estar dándonos el “si” en el altar mañana, en lugar de estarme lamentando por todo lo ocurrido.

Me parece escuchar la puerta de la entrada, pero no quiero ver a nadie, así que no salgo de la habitación. La verdad es que no sé qué se supone que deba de hacer o dónde tengo que estar ahora, solo sé que sin duda no lo haré. No puedo hacerlo, no sin ti. Mi pecho comienza a relajarse, lo hace cada vez más hasta que mis ojos se calman y se comienzan a cerrar poco a poco hasta que todo se vuelve oscuro.

Camino por el pasillo hasta que llego a la sala y te miro durmiendo en el sillón, mi corazón se emociona y sorprendentemente siento como si todos sus pedazos se hubieran unido y volvieran a latir felizmente. Sin poder creer lo que veo me acerco a ti y paso mis dedos por los mechones de tu cabello – que luce bastante desordenado –, la alegría no cabe dentro de mi cuando siento tu rostro y la temperatura de este.

Esto parece un sueño y es como si de verdad estuvieras aquí, acaricio tu mejilla, te remueves un poco y siento tu piel erizarse. No puedo evitar sonreír y cierro los ojos por el placer que me produce tocarte de nuevo, cuando vuelvo a abrirlos tus ojos están clavados fijamente en mí, por un momento me sobresalto y me alejo de ti, pero de inmediato pienso es que debo de aprovechar cada segundo de este momento.

Sonríes y te levantas del sillón – no lo puedo creer –, me abalanzo hacia ti, pongo mis brazos alrededor de tu cuello y te presiono fuertemente contra mí. De inmediato siento tus manos en mi cintura y creo que vuelvo a la vida.

–No tienes idea de cuánto te he necesitado– Digo y suelto un suspiro sobre tu cuello.

–Tal vez lo mismo que yo – Contestas y me alegro tanto de escuchar tu voz. Tenía miedo de olvidar su sonido, un sonido que sin duda es mi favorito.

Me separo de ti para poder mirarte y comprobar que te tengo aquí, de frente. No sé si realmente se trata de un sueño o de un espejismo, pero lo que sea lo quiero disfrutar como si fuera real.

–Nunca me imaginé que terminaríamos así, es decir, soy consciente de que existe la muerte y eso, pero creí que tendríamos más tiempo y que no nos deberíamos de preocupar de ese tema. No al menos hasta que tuviéramos 75 años. – Confieso.

–¿75 años? Wow… es mucho – Finge sorpresa.

–Si, ya sabes. Todo ocurriría una noche después de cenar y de bailar por última vez, iríamos a dormir, nos abrazaríamos y simplemente no despertaríamos.

–Un buen final – Asiente con la cabeza.

–¿Verdad que sí? Eso era lo que nos merecíamos y no esto – Lo suelto y unas cuantas lágrimas descienden por mis mejillas – No quiero dejarte ir, no estoy lista.

–Pues no tenemos 75 años, ni hemos cenado y no estamos a punto de irnos a dormir, pero no me perdería un último baile contigo – Con una de sus manos me toma por la cintura y con la otra sostiene mi mano en lo alto. Siento mi pecho acelerarse y la emoción me recorre todo el cuerpo igual que un escalofrío.

–Tengo la canción perfecta para este momento – Pienso en la canción que habríamos bailado en nuestra boda y me concentro tanto en la letra hasta que la escucho sonar al fondo.

–Buena elección, pero ahora me toca elegir a mí el vestuario – quedo confusa durante unos segundos, pero de pronto lo veo en un traje negro y noto que estoy usando mi vestido de novia.

La felicidad se apodera de todo mi ser y pese a que este podría ser un momento triste por todo lo que representa logro sentirme tranquila y nos empezamos a mover al ritmo de la música.

–Sigo teniendo miedo de perderte – Suelto luego de un rato.

–No lo harás – Afirma.

–Te equivocas, ya lo he hecho. Te perdí.

–Tu eres quien se equivoca. Aquí me tienes y siempre será así.

Me encargo de grabar el momento en mi memoria y todo temor desaparece mientras me dejo abrazar por él y me centro en seguir con la canción.

Cuando vuelvo a abrir los ojos Daniel ya no está, pero extrañamente me siento tranquila y decido volver al lugar del que salí huyendo en primer lugar. Una vez que llego al cementerio me detengo frente a la misma tumba y aunque siento una punzada recorrerme el cuerpo esta vez estoy lista.

Me permito recordar toda mi vida a su lado y pese a que mis recuerdos se llenan de nostalgia esta vez son soportables. La cronología que llena mis pensamientos es hermosa, empezamos siendo adolescentes, crecimos juntos, nos vimos cumplir nuestras metas mientras íbamos tomados de la mano y ahora, concluimos siendo adultos teniendo todo lo que alguna vez soñamos.

Estoy tan sumergida en mis pensamientos que ni siquiera me percato de que alguien se para a mi lado hasta que escucho esa voz tan familiar.

–Anoche soñé contigo. Quiero creer que fue real y que eras tu y no solo un producto de mi imaginación.

¿Así que él también lo vivió y no fue solo mi mente jugando conmigo? Me hace sonreír el hecho de saber que no fui la única que lo vivió y que en cierto modo tuvimos nuestra despedida.

–Como sea –continúa –Quiero decirte que, creo fervientemente que nos volveremos a ver y cuando lo hagamos esta vez nadie nos separara, tenlo por seguro. Es una promesa. –Sonrió y se inclinó para acariciar la tumba – Te voy a extrañar tanto Emma.

Confío en sus palabras y pienso en que algún día llegaría nuestra eternidad y esa vez nadie podría separarnos, pero por el momento no nos queda más que seguir adelante. Miro la tumba y leo mi nombre en ella, siento pena por ya no estar físicamente aquí pero sorprendentemente me siento lista para lo que sea que venga ahora.

–También te extrañare Daniel, pero me encargare de hacer que me sientas.

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El último baile

Una respuesta

  1. A cada reglon que leía, la lectura me hacia que mi imaginación recreará el momento, al grado de sentirme uno de los personajes.
    Felicidades a la escritora y que este sea el inicio de muchas más historias y novelas que lleguen al corazón y nos hagan estremecer.

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