Escuela Nacional Preparatoria Plantel 6
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Nacido en Jamaica a finales de los años 50. Los ritmos del momento jamaiquino y el calipso trinitense, fusionados con el rhythm and blues y el jazz estadounidense dieron vida a lo que ahora conocemos como Ska. Se desarrollaría en el país asociándose con los “sound systems” (furgonetas con sistemas de sonido que fungían como discotecas ambulantes) y con los “rude boys” (jóvenes con estilo gangster), ganándose el rechazo de la población a través de los años.
Con la movilidad migratoria jamaiquina a inicios de los años 70 ‘s, el Ska ganaría popularidad en Inglaterra, posteriormente en demás países europeos. Los inmigrantes jamaiquinos unirían su cultura con los denominados “mods” ingleses para dar paso a una nueva subcultura: los skinheads. Esta “segunda ola del Ska” terminó por formar la esencia del género, pues la lírica comenzó a tratar sobre el orgullo de pertenecer a la clase trabajadora y la fuerza protestante. A partir de esta efímera fiebre por el Ska en el Reino Unido, el género sería retomado por jóvenes de todo el mundo, popularizado entre los hispanohablantes con el surgimiento de bandas en España, Argentina y México a mediados de los años 80.
Tal como en sus orígenes, el Ska tiene diferentes rostros, es el amor en su primera fase como “Si tu boquita fuera” de Salón Victoria, es la leyenda relatada como en “Solín” de Maldita Vecindad & los Hijos del 5to patio, o un grito de guerra como “La Carencia” de Panteón Rococó.
Si bien es cierto que cada pieza musical del género es única, compuesta de emociones intensas e intenciones difusas se aprovecha el ritmo, lírica y escasos silencios para conectar con el oyente y servir como medio de expresión tumultuosa. Las canciones que abordan especialmente sobre la represión social, las condiciones deplorables del obrero y la mala conducción política del país siguen un mismo sendero en particular; después de varios minutos de una banda enrabiada, un intérprete que parece tener sed de guerrilla, violento y lleno de energía suspira resignadamente ante el breve silencio que hace la banda al terminar con las merecidas pedradas hacia las figuras de poder que les reprimen.
Los ritmos más bien parecidos al calipso tocan de fondo, alguno se acerca al micrófono y le endulza con mensajes de hermandad hacia su preciado público, para después romper el dulce hechizo con un golpe de realidad del que pocos desearían despertar. De pronto la rabia regresa y con ello el polvo comienza a levantarse. Tal como si hubiera llamado a su público a un grito de guerra.
Este dramático cambio de emociones que el Ska nos ofrece se percibe más vívidamente en presentaciones presenciales, donde los nexos del intérprete con el público radican netamente en la resistencia y esperanza por la victoria.
Desde lo personal, el Ska conforma una importante pieza en mi vida, pues ha sido la excusa perfecta para escuchar las vivencias personales de familiares, una forma de conectar con extraños chilangos y de toda la República Mexicana. Por último, la más importante de todas; el Ska fue una de las fuentes que despertaron mi interés por las Ciencias Sociales. Así que, el cometido de los intérpretes de este género fue fructífero por lo menos en mí. Espero que la música llegue a más rincones del mundo y siga vibrando en sintonía con el sistólico corazón manifestante de pequeños y grandes.
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