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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Maisa Borges/Pexels
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Denisse Velasco Hernández

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente

El secuestro de mi mente

Número 1 / ABRIL - JUNIO 2021

Mis ojos dan el último parpadeo, mi nariz respira por última vez, mis orejas perciben el último sonido, mi boca da su última palabra y mi corazón su último latido

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Denisse Velasco Hernández

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente

No tengo noción del tiempo. ¿Qué día es?, ¿qué hora es? Esta mañana he olvidado mi reloj en la recámara pero tengo que llegar…

Lejanamente podía ver el atardecer, aquel cielo azul comienza a teñirse de rojo, poco a poco el sol camina hacia el horizonte, los colores cálidos se apoderan de aquel infinito y desconcertante cielo, mis pasos se detienen, mis pupilas comienzan a dilatarse. El cielo se impregna de tonos naranjas, pinceladas amarillas, pinceladas rojas, es sin duda una de las maravillas más bonitas de esta vida; mis pasos comienzan a tomar ritmo de nuevo, transcurrían los segundos y la noche comenzaba a caer, los rastros azules, y morados se hacían notar, los destellos sobresalen paulatinamente y la luna dando luz a las almas oscuras, lo volvía algo indescriptible…

Me percato que no hay nadie más a mi alrededor, una incomodidad hace presente algo bastante escalofriante: opté por apresurar mi paso, las hojas en el suelo crujían en el andar. La noche comenzó a entristecer, y el cielo a gimotear, podía sentir esa melancolía en el viento; seguí mi camino, y justo en el momento que mi mirada se perdía entre los árboles, pude notar que algo acechaba mis pasos, se perdía entre los arbustos, jugaba con las hojas. Un miedo inundó mi cuerpo y una opresión en mi pecho me abrazó, mis pasos se aceleraban más y más, pero al mismo tiempo se sincronizaban con aquello que me seguía, no quise voltear. Tal parecía que me había liberado de aquello, aunque mi ritmo sería igual, mi instinto seguía alerta, en seguida se perciben pisadas gruesas, se podía escuchar como las piedras se desgañitaban.

Cualquier cosa que me estuviera siguiendo se estaba acercando cada vez más.

Simultáneamente mis pasos deciden cansarse, cada movimiento es más pesado, las fuerzas de mi interior salen a flote para correr, mi ritmo cardíaco aumenta, y mi piel opta por erizarse; una conmoción inexplicable, procuro no voltear. ¡Sorpresa! Ya no hay rastros de él, mis sentidos al fin se suavizan.

De pronto…

Algo me detuvo. Unas grandes y frías manos cubren mi boca, nuevamente el miedo se apodera de mí; intenté zafarme, una lucha en donde solo estábamos él y yo, creí haber ganado pero poco a poco mi respiración comenzó a bajar su intensidad, mis brazos y piernas olvidan su fuerza, ahora solo se mecen en el aire, suena a lo lejos un chasquido y en un segundo, en tan solo un segundo estoy inconscientemente consciente, mi cuerpo no reacciona, mi interior pide a gritos que escape, pero simplemente ya no estoy.

No sé cuanto tiempo paso, ni donde estoy, mucho menos cómo llegué aquí, tengo los ojos vendados algo me trae atada de manos, siento una cuerda quemar mi piel, sus aspas raspan cada célula. Es un camino muy largo, mis pies poco a poco se pierden entre pequeñas piedras, huele a eucalipto a pinos y encinos, mientras las manecillas del reloj suenan nos adentramos más y más, son bastantes pasos, cuando me doy cuenta que hay un lugar que irradia una luz que atraviesa la tela que cubre mis ojos, al instante se puede sentir un ambiente cálido, un asilo, un lugar de auxilio.

Me disponía a tomar dirección hacia aquel lugar, pero una fuerza me arrebató y se llevó consigo aquella idea, alejándome completamente de ahí, caminamos más hasta llegar a otro lugar, porque en este, el ambiente era frío, triste y solitario. Mi mente no entiende qué sucede.

Alguien me quitó la venda, me arrojó y se fue, escuchaba cómo sus pasos poco a poco se perdían entre el silencio, todo era eigengrau, podía sentir las vibras pesadas en mí, sentía como me acariciaban, no quería moverme de donde estaba, tenía pánico, por lo que decidí buscar refugio en la esquina más cercana, ahí me cobijé.

No sé cuánto tiempo llevo aquí, no podía ver nada, absolutamente nada, mi único aliado era mi oído. Ya conozco el olor que invade el lugar, y el sonido que emite; necesito buscar una salida, es necesario salir de aquí. He comenzado a arrastrarme por el suelo, hay mucha tierra, el polvo entra por mi nariz, casi me es imposible respirar, pequeñas partículas cubren mis ojos, pero no descansaré. Pude tocar algo, tal parece que no estoy sola en este lugar.

Escucho una voz, aunque podrían ser dos, o quizá tres; en realidad somos bastantes. El tiempo pasaba, aunque no tengo noción de este, yo sabía que no se detenía, comencé a congeniar con aquellos, algo radical, transmitían en mí algo nuevo, algo desconocido, algo a lo que me apegué, tenía que saber quienes o que eran, mis labios se entreabrieron para preguntar su nombre, pero quedé estupefacta, ¿Quién podría llamarse Ansiedad?, ¿Quién podría llevar el nombre de Inseguridad?, o peor aún ¿Estrés?.

Me está aturdiendo esta situación, no sabía si el sol ya había comenzado a salir por el este, si los pájaros salían de su nido en busca de alimento, si los niños emprendían su viaje hacia la escuela por la mañana, si los enamorados estaban paseando por el parque, o si las personas ya se habían acobijado después de un laborioso día, no lo sabía, ya no sabía…

Ahora aquellos que están en el mismo lugar que yo, eran mi compañía de día y de noche, eran los que ahora acompañaban mis pasos, los que escuchaban mi respiración, el sonar de mi estómago cuando tenía apetito, el parpadeo de mis ojos, conocían el sonido de mi voz, mi olor, son los que noche tras noche me arropan, ellos están conmigo, ellos están aquí, día tras día me susurran lo incompetente que soy, me llenan de inseguridad, pero ¿por qué?, yo estaba bien, y lo sabía, y podía sentirlo, tenía armonía, tranquilidad, paz…, pero llegué acá, y ahora no puedo salir.

Se provoca en mí un desasosiego, y mi mente revolotea ideas que dicen: “¿Hay una salida?”/ “¿La hay?”/ “¿dónde está la puerta?” /“¿Dónde está mi salvación?”. Alguien me habla, ¿Miedo eres tú?, ¿Inseguridad?, ¿O eres ansiedad?, ¿Quién eres?, ¿Quién eres?, replicó una, una y otra vez, pero nada… estoy rendida.

Espera…

Puedo ver una luz, ¡es ahora!, ¡es tiempo! Me levanto lo más rápido posible, una risa nerviosa sale de mí, mi piel comienza a sudar, y en mi pecho brota una sensación de alivio, el polvo sale por los lados, por debajo de mis pies, y en mi cabello, aquellos que me acompañaron y que estuvieron ahí me empujan hacia la salida, entre todos lo hacen. ¡Lo he logrado!, sigo corriendo y al fin he llegado.

Mis ojos dan el último parpadeo, mi nariz respira por última vez, mis orejas perciben el último sonido, mi boca da su última palabra y mi corazón su último latido.

Seca tus lágrimas. No estás solo, nunca estarás solo.

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El secuestro de mi mente

8 respuestas

  1. Me siento súper orgullosa de la autora, a demostrado ser capaz de todo lo que se propone, me a enseñado a no rendirme y seguir adelante, la amo con todo mi ser. Y el texto a pesar de ser un tema muy complejo y difícil poco a poco va reflejando muchos sentimientos y sensaciones que cada vez se intensifican más, me encanto.

  2. Esta personita, me ha inspirado muchas veces para seguir adelante, la quiero mucho, y me super encantó el texto, esta muy bonito, siempre me tuvo en suspenso, toca un tema muy difícil, y te lo muestra de una manera muy entretenida, este texto, se acaba de convertir en uno de mis favoritos

  3. Wooooow amé, este texto tiene muchos sentimientos que conforme lees, puedes ir notando cada ves más, expresa uno de los temas más fuertes de manera descriptiva, me gustó mucho ❤️.

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