En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
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Sebastián Coronel Osnaya

Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán

Soy Sebastián Coronel, tengo 19 años, estudio el cuarto semestre de la licenciatura en Derecho en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, y soy colaborador de ¡Goooya! desde abril del 2021. Nací el 23 de noviembre del 2004, y mi historia en la UNAM data desde 2019, cuando ingresé al CCH Naucalpan para cursar el bachillerato por tres años hasta julio de 2022. Ingresé en agosto de ese mismo año a la licenciatura para cursar una carrera universitaria, en la que actualmente, llevo un promedio de 9.75 Me defino como una persona extrovertida, sonriente, amistosa, incluyente y disruptiva a la que le gusta escribir, escuchar música, fomentar la pluralidad, la conversación y el debate, construir generación de la mano de diferentes jóvenes, visitar lugares (museos, parques, restaurantes, etc.) tanto recreativos como culturales, jugar, divertirse y expresarse con todo tipo de personas. Soy un apasionado de los temas políticos, jurídicos y sociales, así como de la juventud, las redes sociales, la inclusión social y los medios de comunicación. Formo parte de la organización juvenil: CIMA (Comunidad de Impacto para un México en Ascenso), que impulsa temas políticos y sociales para construir un mejor futuro para nuestro país, desde la visión colectiva plural, y donde me desempeño como Coordinador de Participación Ciudadana.

El poder de la política

Número 13 / ABRIL - JUNIO 2024

No basta con ir a la casilla y ejercer nuestro voto cada vez que haya campañas

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Sebastián Coronel Osnaya

Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán

Cuando escuchamos hablar de política, palabras como: corrupción, demagogia, compadrazgo, servilismo, impunidad, nepotismo y otras similares, predominan en las conversaciones y reflejan el rechazo que la mayoría de la gente muestra por lxs políticxs que en lugar de velar por el interés colectivo y social, protegen sus intereses y usan el poder para beneficiarse a costa de los demás.

Y cada vez que hay elecciones, ese descontento se refleja tanto en el ‘voto de castigo’ como en la poca participación ciudadana en las urnas. Por ello vale la pena preguntarnos: ¿Cómo motivar y promover una participación activa e informada?, ¿qué debemos hacer para cambiar esta mala perspectiva?, ¿será suficiente con emitir nuestro sufragio?, ¿qué riesgos conlleva ser indiferentes a nuestro entorno?, y ¿cómo involucrarnos desde nuestras trincheras?

En principio, debemos tener claro que en una democracia es muy importante ser partícipes de la política –directa o indirectamente–, al articular temas que nos aquejan y conciernen tanto a nivel nacional como a nivel local, y al mismo tiempo tener la oportunidad de elegir a quienes nos representarán en los diferentes espacios de poder. México –al ser multipartidista y plural– tiene la tarea de incentivar, entre su población, una cultura de empoderamiento ciudadano.

No basta con ir a la casilla y ejercer nuestro voto cada vez que haya campañas; informarnos sobre lo que acontece a diario y el actuar de quienes nos gobiernan o representan es crucial para exigir que cumplan a cabalidad con su responsabilidad, recordar sus promesas y hacerles saber lo que esperamos de ellos, puesto que al ser electxs por voluntad popular de ninguna manera deberán defraudar la confianza otorgada.

Sin embargo, la apatía ha ocasionado una nula preocupación por temas trascendentes en la vida pública, debido no solo a la demagogia e incongruencia de lxs políticxs en sus discursos, también a las prácticas que adoptan los partidos, así como a la normalización y al desinterés por erradicar todo tipo de mañas. Esto debe alarmarnos, ya que la política alude a la toma de decisiones, y no mostrar interés implicaría tolerar actos de corrupción, abusos de poder, omisiones y acciones cuyas consecuencias sean perjudiciales.

Aunado a lo anterior se suma el ‘chapulineo’, donde algunxs –súbitamente– cambian de partido, motivados por el interés del dinero o el llamado ‘hueso político’, a tal grado de olvidar las causas y la ideología que lxs motivaron a hacer política; lo que refleja sus carencias de principios, valores y convicciones firmes, evidencia sus intereses personales y desprestigia aún más a la política, pero lo más grave: pone en duda la credibilidad y honorabilidad de cada unx de ellxs.

Mas allá de todo esto resulta fundamental enfatizar el gran error de creer que la política se centra en la elección presidencial y sus candidatxs, o en quien ocupe la Presidencia de la República, que si bien no es un asunto menor tampoco debe menoscabar la importancia que tienen otros cargos de elección en el Congreso de la Unión, los Estados, municipios y alcaldías, a raíz del contacto que tenemos con autoridades y representantes más cercanos que conocen nuestras exigencias.

Por lo que es muy importante saber quiénes gobiernan nuestras localidades, quiénes nos representan en el poder legislativo federal y local, los ayuntamientos, concejos de alcaldías y cualquier espacio de poder y decisión por nuestros Distritos, Estados y las circunscripciones donde residamos. Así mismo, conocer de sus propuestas y trayectorias, involucrarnos con ellxs y dar seguimiento a sus acciones y agendas de trabajo, para entonces emitir un voto razonado por quienes tengan la convicción y la capacidad de atender los problemas que nos afecten.

Lxs jóvenes no somos ajenxs a todo esto, pues representamos el 30% del padrón electoral, y tenemos la alta responsabilidad de definir el rumbo que queremos para el país, nuestro presente y futuro. Jugamos un papel fundamental, de nosotrxs depende ser indiferentes ante la realidad que vivimos o alzar la voz e involucrarnos en los diferentes temas de nuestro interés.

Prueba de ello es el relevo generacional que se da al interior de los partidos y en los espacios de poder, como en la Cámara de Diputados, con las diputadas Karla Ayala Villalobos y Andrea Chávez Treviño –las más jóvenes del Congreso–; y por si fuera poco, en el proceso electoral del 2024 se registraron para contender por algún cargo de elección muchos más de entre 18 y 30 años de edad, lo que muestra una clara preocupación que existe en mi generación por llevar nuestras causas y dar una esperanza de cambio en la perspectiva que tiene nuestra sociedad.

También, estamos llamadxs a combatir y no replicar prácticas y situaciones que ensombrezcan el valor social de la política y fomenten la polarización, la corrupción, la simulación, el fanatismo, los engaños, las mentiras, las descalificaciones y los intereses de poder individuales, y a adoptar nuevas formas que busquen transformar la realidad de nuestro país.

Así, debemos tener presente que la política no se resume a unos tenis de color, a unos spots con fondo musical, a lonas y espectaculares, a mítines, a las urnas, o en lo peor: a casos de corrupción y promesas incumplidas, sino que va más allá, y es resultado de los anhelos a los que aspiramos alcanzar por un bien común y una paz social, que solo será posible si desde nuestras trincheras aportamos nuestro granito de arena, promovemos la participación de todos los sectores y lo más importante, si dejamos aun lado nuestras diferencias para unir y construir.

Y que a su vez conlleva una gran responsabilidad, puesto que al contar con un pluralismo social tenemos que ir más allá de simpatías político partidistas y opiniones personales, e implica sumar esfuerzos para materializar los cambios que se requieren en nuestro sistema de gobierno y para lograr un país más justo, igualitario, digno, incluyente y con los medios para salir adelante; siempre con un sentido de crítica, análisis y cuestionamientos que lleven a proponer soluciones efectivas y acabar por completo con la politiquería.

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