Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9
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Quiero abrir esta nota no con una introducción, sino con una cita desafortunada, “Con pellizco de 166 millones de pesos quedó aprobado el presupuesto de ciencia y tecnología para 2024”, este es el titular de una noticia del periódico “El financiero” que en una frase logró describir el futuro de la investigación en México.
Ahora bien, ¿por qué pintar un escenario pesimista tan oportunamente? Recientemente fue aprobada la famosa Ley General en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación que debería tener el propósito de ayudar a la comunidad científica mexicana, sin embargo, parece hacer todo lo contrario. Analizando dicha Ley se puede entender que plantea un modelo similar a una junta de gobierno o como le llama la misma ley “Consejo Nacional” que comprende a “La Secretaría de Educación Pública y demás dependencias y entidades de la Administración Pública Federal” citando textualmente, así como empresas, sociedades, fundaciones, centros públicos, universidades y personas físicas o morales por mencionar algunos.
Sin embargo, lo preocupante comienza cuando contemplamos que organismos como la SEDENA y la Marina tienen voz y voto en dicho consejo, esta preocupación se atenúa cuando tomamos en cuenta al artículo 7 que nos dice que “el Estado debe garantizar las libertades de investigación, de cátedra y de expresión necesarias para el desarrollo de las humanidades, las ciencias, las tecnologías y la innovación” sin embargo sólo 5 líneas abajo se contradice y enumerando las funciones que debe cumplir el estado se encuentra “Establecer los fines, objetivos, enfoques teóricos, métodos y técnicas de la investigación que lleven a cabo” mostrando las verdaderas intenciones de esta ley, que son orientar la investigación científica únicamente hacia los objetivos políticos del país, restando importancia y recursos a otras disciplinas que no se alinean a esos objetivos así como prohibiendo la participación de investigadores, doctores, entre otros ya que aunque pueden opinar, se les quitó el derecho al voto en el mencionado consejo.
Sin embargo, limitar y censurar la ciencia no ha sido lo peor que ha atravesado el STEM en nuestro país en los últimos meses ya que de los 9 billones de pesos de presupuesto sólo un 1.6% está destinado a la ciencia, tecnología e innovación de los cuales la SEP percibiría la mayoría. Esta falta de recursos se acentúa cuando revisamos a instituciones como el CONAHCYT que registra el presupuesto más bajo en décadas siendo este el 0.37% del presupuesto sin embargo, esto no es un problema reciente ya que desde hace 5 años los proyectos financiados por dicha institución han sido 79% menos. Otra problemática de la índole es la baja en programas como las becas al extranjero han disminuido en un 69% durante los últimos 7 años.
Estos son sólo algunos datos sobre la financiación que pueden ser consultados, sin embargo la falta de datos actualizados podría arrojar un escenario aún peor ya que, por ejemplo el último informe del CIMAT sobre sus Proyectos de investigación financiados con fondos externos es de hace 6 años. Como podemos observar, el futuro de la investigación en México se vuelve cada vez más borroso y el periodo de los últimos 9 meses nos demuestra los grandes retos que se le han impuesto a la investigación; censura y falta de apoyo.
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