Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9
Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9
Era diciembre de 2019 cuando en las noticias se alertó del descubrimiento de un nuevo virus de la familia SARS-COV que afectó la provincia china de Wuhan. Me recuerdo en apenas mi segundo ciclo escolar de secundaria, pasando las festividades y la época navideña a los 12 años, rodeado de todas las personas que aprecio. No me preocupaba demasiado el futuro, incluso aunque el 2020 sonaba como algo muy imponente, realmente las cosas solamente “eran”.
Es así que, después de dos años de pandemia, redacto esto cuando me encuentro ahora en el quinto año de la Escuela Nacional Preparatoria, con un entorno completamente diferente, un regreso a aulas distinto, donde cada día se resalta la memoria de los remanentes de la pandemia no solo en el uso de cubrebocas o en las precauciones y advertencias sobre el lavado de manos o sana distancia, sino en la interacción, comunicación, organización y rutina acoplada al fenómeno de la “nueva normalidad”. Incluso, a pesar de que mi camino universitario y el de muchos apenas empieza, a veces las memorias que las paredes y los salones de la escuela dan o que los graduados universitarios cuentan, hacen darse cuenta que las cosas son ahora totalmente diferentes, y es difícil tratar de ver si alguna vez serán normales; o cómo es que será nuestra nueva normalidad.
No importa en qué lugar o en qué nivel de estudios nos encontrábamos, a todos los jóvenes la pandemia nos robó un pedazo de nuestra historia de vida, y si bien, para todos fue diferente, el punto en el que casi todos suelen converger es que la vida social se apagó por un momento. La incertidumbre y desconocer la enfermedad nos obligó a adaptarnos ante las adversidades, optando por retomar los avances de la tecnología que hasta el momento teníamos. Y así como le ocurrió a la sociedad durante las grandes guerras, siempre hemos encontrado una manera para arreglárnoslas y, en este caso, surgieron las clases en línea.
Para algunos, una maldición, para otros, una salvación; las clases en línea fueron una interesante y controvertida etapa de la universidad, y aunque las clases presenciales se han retomado, esta etapa todavía no ha concluido (o al menos no con una total certidumbre). Por una parte, varios están de acuerdo en que el ser humano es un ser social y que su desarrollo depende en una gran parte de relacionarse con otros; mientras que, por otro lado, el distanciamiento sirvió como una parte fundamental para poder estar a solas con uno mismo, y dio el tiempo de poder echar una vista a lo que somos, es decir, realizar una introspección.
Es justamente ese proceso lo que nos lleva al ahora, con una cultura social completamente diferente, con valores y metas que integran a la nueva comunidad universitaria. Nuestra sociedad ha visto marcado el efecto y el fenómeno que representó el aislamiento, la importancia de ser parte o no de una comunidad, ha cuestionado los valores y códigos que representa tras haber visto cada uno el abismo de nuestro ser, y que éste nos haya regresado la misma mirada; porque no solo lo podemos ver en la universidad, lo presenciamos cotidianamente en todo el territorio nacional, lo vemos en los avances y retrocesos que la sociedad mexicana en general ha tenido en estos últimos años, e inclusive la mirada del ayer, con sus movimientos y luchas que no perdona; los estudiantes y los jóvenes son siempre el pasado, futuro y presente.
Con esto en mente, presente en la memoria colectiva de todos y parte ahora de la identidad universitaria de nosotros, solamente queda presenciar y participar dentro de los asuntos que nos incluyen a todos, tanto del cambiante futuro que nos depara así como del presente que nos visita en todo momento. ¿Cómo haremos los universitarios para seguir transformando la sociedad así como la universidad misma, con un compromiso de progreso, bienestar e inclusión, tomando en cuenta a todos como uno mismo y utilizando los avances que no se han visto como nunca antes en un mundo con tanta comunicación, pero sin expresión? ¿Es que deberíamos de retomar los modelos virtuales, mejorarlos y ampliar esa faceta de la universidad? ¿Cuáles son los nuevos símbolos que caracterizan a nuestra universidad y a nuestra cultura? Solo el tiempo lo dirá, pero es nuestra obligación cuestionarlo.
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