En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
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CRÉDITO: Carlos Jesús López Suárez / Facultad de Contaduría y Administración
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Alejandro Sánchez Campo

Facultad de Ciencias

Soy estudiante de la licenciatura en física, me apasiona la Astronomía, la ciencia ficción y los videojuegos. Me gusta recorrer mi ciudad y beber buen café.

El enamoramiento a través de las ciencias

Número 17 / ABRIL - JUNIO 2025

¿Es amor o es sólo dopamina?

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Alejandro Sánchez Campo

Facultad de Ciencias

El amor ha sido explorado por la filosofía, la literatura, la poesía y las artes. Sin embargo, ¿qué nos dicen las ciencias exactas sobre este fenómeno? ¿Cómo lo aborda la biología, la química o las matemáticas? 

 

La complejidad de definir el amor 

Estudiar el amor no es sencillo, en parte porque su definición varía según a quién le preguntes. Para algunos, es un fenómeno biológico ligado a la evolución y la química cerebral; para otros, es una experiencia espiritual o filosófica. Además, su significado puede cambiar según la cultura, el país o la generación. 

El amor, desde un enfoque interpersonal, es aquel que ocurre entre seres humanos y moldea nuestras relaciones con los demás. Aunque en el lenguaje cotidiano usamos la palabra “amor” para referirnos al gusto (“amo esta comida”, “amo esta canción”) este artículo desarrollará únicamente el amor entre personas.

 

Biología y química 

Los biólogos clasifican el amor en dos tipos. Primero el amor romántico, cuya función es facilitar la reproducción y generar seguridad y confianza en las parejas, garantizando protección en un entorno cambiante. Segundo, el amor filial, que asegura el cuidado y desarrollo adecuado de las crías. Ambos tipos son esenciales para la supervivencia de la especie.

Cuando nos enamoramos se liberan neurotransmisores clave como la dopamina, oxitocina, serotonina y noradrenalina. Estos compuestos químicos están relacionados con las sensaciones de placer, apego y bienestar. La dopamina, por ejemplo, activa las áreas cerebrales asociadas con el placer y la recompensa, mientras que la oxitocina fomenta la formación de vínculos emocionales. De esta manera, el amor se convierte en una respuesta biológica que satisface nuestra necesidad de conexión y reproducción. 

 

Enamoramiento y sus efectos 

El enamoramiento es una fase transitoria en una relación amorosa, caracterizada por la atracción y una estimulación sensorial intensa. Durante esta etapa, se producen cambios fisiológicos notables, como el aumento de cortisol (la hormona del estrés) y alteraciones en los niveles de testosterona, lo que provoca sensaciones de ansiedad y nerviosismo, así como una percepción distorsionada de la realidad. En las mujeres la dopamina se libera en mayor cantidad, especialmente cerca del periodo de ovulación, mientras que en los hombres, se activan circuitos cerebrales asociados con la adicción, lo que hace que el enamoramiento sea una experiencia emocionalmente intensa y, a veces, abrumadora.

A pesar de los efectos físicos del enamoramiento, como palpitaciones, sudoración y la sensación de “mariposas en el estómago”, este proceso tiene efectos positivos en la salud, ya que mantiene a las personas motivadas y optimistas. Sin embargo, cuando el enamoramiento llega a su fin —por ejemplo, debido a una ruptura o infidelidad—, la producción de sustancias asociadas al bienestar disminuye. Esto puede dar paso al desamor, provocando dolor emocional y desencadenando comportamientos desadaptativos, como ansiedad por separación o dependencia emocional, por ejemplo. 

El enamoramiento tiene una duración variable según el género, extendiéndose de seis meses a tres años en mujeres y hasta seis meses en hombres. Esta diferencia se debe a factores biológicos, como un mayor desarrollo en ciertas áreas cerebrales femeninas, lo que facilita la generación de recuerdos y vínculos emocionales. Tras una ruptura, la dopamina disminuye y la oxitocina predomina, permitiendo una visión más racional del amor. Mientras el duelo en mujeres puede durar meses, en hombres la disminución de dopamina ocurre en aproximadamente 28 días. 

 

Modelos psicológicos del amor

Desde la Psicología, tenemos el apoyo de Helen Fisher quien plantea tres circuitos cerebrales del amor: deseo sexual, atracción romántica y apego. El deseo sexual, impulsado por hormonas como la testosterona, busca la reproducción y puede ser el punto de partida para una conexión emocional. La atracción romántica activa el sistema de recompensa cerebral con dopamina y norepinefrina, generando euforia y obsesión. Finalmente, el apego, sostenido por oxitocina y vasopresina, fomenta confianza y estabilidad en relaciones duraderas, incluyendo lazos familiares y amistades. Estos circuitos explican cómo evoluciona el amor a lo largo del tiempo. 

Robert Sternberg plantea que el amor se compone de tres elementos: intimidad (cercanía y confianza), pasión (atracción y deseo) y compromiso (decisión de mantener la relación). Según su combinación, surgen distintos tipos de amor, siendo el consumado el más completo. Elaine Hatfield diferencia entre amor apasionado, intenso pero inestable, y amor compasivo, basado en afecto y confianza duradera. Comprender estas dinámicas permite fortalecer vínculos, equilibrando emoción y estabilidad, y adaptarse a los cambios naturales en una relación.

 

¿El amor desaparece o evoluciona? 

El amor no desaparece cuando disminuye la dopamina, más bien, se transforma en una conexión más serena y estable si la relación tiene bases sólidas. Alrededor de los 6 o 7 años, muchas parejas atraviesan una crisis, pues la intensidad inicial da paso a una visión más objetiva del otro. Este periodo puede fortalecer el vínculo o llevar a la separación, dependiendo de la madurez emocional de la relación. 

Si la pareja supera estas etapas, la oxitocina y la vasopresina mantienen el apego y la cercanía. Aunque la pasión inicial se atenúe, el amor sigue presente cuando se evitan las rutinas y se crean nuevas experiencias compartidas. Los pequeños gestos y la complicidad diaria pueden sostener el vínculo a lo largo del tiempo, demostrando que el amor verdadero puede durar mucho más allá del entusiasmo inicial. 

En diversas ocasiones (aunque actualmente ya no es tan frecuente) se han visto publicaciones en redes en los que se afirma que la ecuación de Dirac es la “Ecuación del amor”, esto derivado de una metáfora en la que ésta fórmula “indica que dos personas que hayan interactuado durante un tiempo, siempre estarán unidas de alguna forma y que, a pesar de la distancia, seguirán afectando una a la otra”. 

 

¿Matemáticas del amor? 

Cuando Paul Dirac formuló su ecuación, su objetivo principal era integrar aspectos relativistas en la Mecánica Cuántica y no explorar cómo se conectan las personas. Por lo tanto, la Física no busca explicar directamente el amor. Sin embargo, en el campo de las Matemáticas existen enfoques más cercanos a esta explicación a través de los sistemas complejos. Brevemente, un sistema complejo está compuesto por diversas partes que interactúan entre sí, y estas interacciones dan lugar a resultados que no pueden preverse sólo conociendo sus componentes, como sucede con el clima o la economía. 

Un ejemplo interesante es el estudio realizado por Alhaji Cherif y Kamal Barley, quienes analizaron las relaciones amorosas usando modelos matemáticos. Estos modelos se dividen en dos tipos: los deterministas, que intentan describir las emociones con reglas claras y predecibles, y los estocásticos, que incluyen elementos de azar y factores externos impredecibles. 

En su investigación, Cherif y Barley encontraron que los modelos deterministas muestran emociones que con el tiempo tienden a mantenerse en un estado relativamente estable y predecible. Por otro lado, los modelos estocásticos ofrecen una visión más realista, ya que reflejan cómo las emociones en las relaciones pueden fluctuar constantemente debido a influencias externas, como el ambiente social o eventos inesperados. Estas fluctuaciones muestran cómo las relaciones amorosas están llenas de cambios y son mucho más dinámicas de lo que podrían parecer a primera vista. 

Aunque las relaciones duraderas son menos comunes, las ciencias nos brindan herramientas para construir vínculos más saludables. Al comprender los aspectos biológicos, psicológicos y sociales del amor, podemos tomar decisiones más conscientes y crear conexiones más profundas y resilientes, basadas en el respeto y el crecimiento mutuo. Esto nos permite enfrentar los desafíos emocionales de manera más equilibrada y madura.

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