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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Crédito: Armando Monroy | CUARTOSCURO.COM
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Mariana Valentina Peralta Vargas

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Soy Valentina Peralta, estudiante de 3er semestre de Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, me apasiona escribir pues considero que desde el arte y la literatura se puede hacer activismo pues el lenguaje constituye nuestra realidad social. Escribir sobre temas sociales poco conocidos es ofrecer una alternativa a lo dominante, resaltar que esas historias existen y que también merecen un espacio, es crear conciencia desde la escritura.

El día que conocí a Hubiera

Número 11 / OCTUBRE - DICIEMBRE 2023

En un principio, Hubiera expandía la imaginación con posibilidades, después, empezó a crear sufrimiento…

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Mariana Valentina Peralta Vargas

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Era un día 7 de enero de 2006, iba de camino al trabajo cuando se soltó una tormenta. Fue ahí donde lo vi, estaba mirándome a lo lejos entre la cortina de gotas que dividía la calle, aspiraba el olor de la tierra mojada que se adentra en la nariz y se queda en el corazón; en ese momento no le di importancia, seguí mi camino esperando a que la lluvia disminuyera. No lo volví a encontrar hasta 2 años después, apareció nuevamente observándome desde lo lejos, no aguanté la curiosidad y me acerqué a él.

–¡Oye! Espera, no te vayas –quiso correr, pero lo alcancé.

–¿Me hablas a mí?

–Sí, te va a sonar raro, pero recuerdo tu cara.

–Sí, eres la única que reconoce mi existencia.

No esperaba esa respuesta, por lo que me sorprendió bastante su comentario. 

Esos fueron los diálogos que iniciaron mi amistad con Hubiera, al principio fue raro reconocer que no era humano, pero una vez que me contó su historia pasé de la extrañeza a la fascinación. Hubiera tenía un trabajo difícil, en un inicio había sido contratado para expandir la imaginación, crear situaciones con millones de posibilidades: “¿Qué hubiera pasado si no hubiera estudiado filosofía?”, “¿Ya sabría francés si no hubiera renunciado a mis clases?”

Pero un día todo cambió, la existencia de Hubiera dio un giro inesperado, pasó de crear representaciones positivas para aligerar la vida, a procovar sufrimiento con sus imaginarios negativos. El 20 de junio de 2008, 12 personas –9 jóvenes y 3 policías– fueron asesinadas en un operativo realizado en el News Divine, ubicado en la alcaldía Gustavo A. Madero de la Ciudad de México. El operativo convocado por el grupo policial Unipol, ejemplificó cómo opera el poder en México, oculto bajo la máscara de la protección y el bienestar. 

Esa tarde de junio, 500 jóvenes celebraban el fin de cursos en la discoteca cuando la policía ejerció lo único que conocía, la violencia. Sin protocolos, sin manuales de operación y sin saber a dónde o a qué iban, cerraron las puertas del News Divine, golpearon, fotografiaron y desnudaron a aquellos jóvenes que tuvieron la infortuna de encontrar, pero la tragedia no terminó ahí, sabiéndose protegidos por el poder de la impunidad, los agentes –que tenían como único objetivo la extorsión– asfixiaron a quienes se encontraban dentro al impedir que salieran, negaron la atención médica y se burlaron de aquellos a quienes decían proteger.

Ese día Hubiera estuvo de boca en boca, corriendo de un lugar a otro con cada persona que lo nombraba: “Si hubieran tenido buenos padres…”, “Si se hubieran dedicado a estudiar…”, “Si no hubieran salido…”. 12 jóvenes habían sido asesinados violentamente y la gente señalaba el hubiera. Hubiera lloraba, se había convertido en un monstruo, aliado de una narrativa violenta, sus rasgos de inocencia y armonía se alejaban de él. Aunque quiso evitarlo, se convirtió en un cómplice más del poder.

Cada una de esas frases lo golpeaban con una fuerza abismal,  lo obligaban a justificar lo injustificable, a perdonar lo imperdonable, cada palabra aumentaba su pena,  lo alejaba de su origen filantrópico para convertirlo en un villano de un reino fundado en el terror y la culpa. Salió en las noticias acompañado de cada conductor que nombraba con trivialidad un hecho catastrófico: “Dos jóvenes encontradas muertas, si se hubieran quedado en casa estarían vivas…”, “Si hubieran sido más cuidadosas…”.

El tiempo pasó y Hubiera no dejó de ser nombrado. Durante el periodo de 2006 a 2012, época de la supuesta “guerra contra el narco”, estaba tan ocupado que no se presentó conmigo, yo ya no imaginaba escenarios ficticios antes de dormir pues mi amigo estaba condenado a realizar un trabajo que no le gustaba. Se encontraba en Ciudad Juárez en la boca de aquellos cegados por la violencia, de los adoctrinados por los medios, a Hubiera le dolía ser cómplice de esa violencia revictimizante que no solo pasaba por alto la atrocidad del país, sino que la volvía parte de la normalidad, la glorificaba.

Espero que algún día Hubiera se libere de su condena, que la gente ocupe su nombre para imaginar una confesión de amor, no para violentar. 

 

Nota de la autora:

¿Por qué escribí este cuento? Este breve relato está inspirado en el libro Nadie les pidió perdón, de la periodista Daniela Rea, quien mediante la crónica periodística relata las historias de aquellas víctimas de un Estado corrupto, específicamente durante el periodo de la supuesta guerra contra el narco. En este libro hay una historia que captó mi atención, el caso de la tragedia es una forma de nombrar a quienes perdieron la vida ese día, de señalar que la guerra contra el narco dejó un daño irreparable, un vacío permanente en las familias de las víctimas y que además estas no solo tuvieron que lidiar con el duelo de perder a un ser querido sino con una revictimización propiciada por los medios que forma parte de una violencia tanto estructural como simbólica y que impide que su caso tenga justicia.

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