Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente, UNAM
Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente, UNAM
Tres alarmas pospuestas, el escritorio esperándote y una reunión de Zoom por iniciar. El inicio de un nuevo día en pandemia y del semestre, o mejor dicho “zoomestre”.
A veces no sabes si estás estudiando duro o durando en el estudio, como dicen por ahí; y es que no importa que “clase” de estudiante eres, todos en algún momento hemos sentido lo mismo.
Estás sentado, peinándote un poco y buscando el mejor ángulo para encender la cámara, rogando que el profe no la pida. Sí la pide. Saludas e inmediatamente te desconectas, comienzas a pensar, pensar en las posibilidades que existen para dejar la clase y sólo volver a tu cama, lo que pasaría si tan solo no entraras o mucho mejor, si te das de baja.
Tu mente regresa a la clase, intentas comprender de lo que habla, pero solo estás perdido, te das cuenta que ya llevas así ya dos clases, te frustras y comienzas a reflexionar sobre tu futuro, lo mejor que podrá pasar sobre todo, la idea que más gira dentro de ti, lo peor que te podría pasar. Llega un punto en el que solo te quedas viendo la pared, y empiezas a ver cada espacio de tu recámara, el desastre externo, que tal vez, es una representación del desastre que llevas dentro, poco a poco llegas de nuevo a la computadora, la presentación del profe y las caras de tus compañeros, no sabes lo que pasa por su mente, pero te imaginas todo un mundo dentro de ellos.
Así, regresas a ti, te ves a ti mismo en la cámara de Zoom, ahora solo piensas que tienes mucha hambre, apagas tu cámara vas a la cocina por un café y algo más, no importa la clase, en fin, perdido ya estás. Llega el momento de extrañar, extrañar lo que comías antes de entrar a clase, pero sobre todo extrañas lo que pasaba ahí, lo que veías y lo que sentías, nada comparado con lo que sientes ahora. Extrañar… algo de lo que nunca terminaríamos de hablar.
Estás de nuevo en línea, el profesor ya se está despidiendo, le das las gracias, aunque no sabes porqué, te quedan 5 minutos para la siguiente clase y entonces, corte. La cámara se apaga, tus ganas de seguir adelante también, pero ahí sigue, una cosa pequeña que nos hace seguir, que nos impide no dejarlo, no sabes qué es, pero ahí está. Respiras profundo y te animas a ti mismo, tal vez pasarás mejor el rato, tal vez será un mejor día.
Y así, se reinicia una toma de la cámara, son muchas las que faltan y muchas más las cámaras que se reinician, no eres el único, pero no sabes de los demás, ahora, sólo te preocupas por ti y en cómo seguir sobreviviendo al auto-sabotaje.
En fin, un día más del zoomestre.
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Una respuesta
No puedo acostúmbrarme, me ha sido difícil afrontar la realidad y el hecho de estar todo el tiempo en mi cuarto, detrás de una pantalla no es lo que más disfruto