Escuela Nacional Preparatoria Plantel 6
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Para los eternos jóvenes
Ante el surgimiento de nuevos movimientos y demandas, suelen presentarse los cuestionamientos: “¿a quién debo apoyar?”, “¿cómo puedo aportar a aquello que considero correcto?”, “¿cómo podemos mejorar?”. Al no tener certeza de nuestras elecciones, la incertidumbre y la confusión nos afecta, pero entonces hay que recordar los momentos del pasado, destacando la acción de las y los jóvenes que, con valor, voluntad y unidad, lograron un verdadero cambio en favor de su comunidad. Hay que recordar que es por ellos que ahora podemos expresarnos libremente. Somos herederos de una larga historia universitaria que vive presente en nosotros.
Cada vez que se recuerdan y conmemoran aquellos momentos en que las y los jóvenes hemos participado y nos hemos expresado, pareciera que hablamos de una misma voz que defiende una misma causa. Es por eso que guardamos un profundo respeto por aquellos que alguna vez alzaron la voz por el bien de una comunidad de la que ahora somos parte.
La enseñanza de la conciencia histórica es de suma importancia, pues refleja el activo proceso mediante el cual podemos aprender de movimientos estudiantiles anteriores. A través de los ejercicios de memoria notamos elementos de nuestro pasado que han involucrado a la juventud de manera extensa, actuando con valor y con la mayor conciencia posible.
En 1929, la juventud luchó por obtener su autonomía. También los más valientes durante el sismo del 19 de septiembre de 1985 fueron las y los jóvenes (tal y como una profesora llegó a comentar en mi grupo), quienes entraron a los edificios y rescataron a las personas que no pudieron salir, cuando nadie habría pensado en hacerlo. Es en episodios como esos que se puede apreciar la importancia que tiene el actuar en bien de otros y representar la voz de las y los jóvenes.
En otro tema, habría que decir que nuestra juventud no solo está en las universidades, en las preparatorias y en nuestro entorno inmediato, sino en todo lugar y región. Es necesario conocer y sobre todo incluir a compañeros provenientes de comunidades marginadas en donde los derechos parecen no estar presentes. En nuestro entorno actual existe la necesidad de comprender a través de la educación los dilemas actuales que aquejan a nuestro país.
El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Vasconcelos, creía firmemente en la educación gratuita y de calidad para cualquier mexicano, enunciándolo como un derecho fundamental en nuestro país. De su pensamiento surgieron los valores principales de nuestra universidad, cuyo papel siempre deberá ser actuar por el bien de la educación. Es posible reivindicar el sentido de educar y apoyar al prójimo bajo ese concepto.
El deber de las y los jóvenes es desear cambiar el mundo, de manera contraria, no se es joven. Cuando nosotros podemos ayudar y aportar, por más pequeña que sea la acción, es útil y no debemos olvidar que vivimos un constante proceso social, con movimientos y necesidades, que como jóvenes podemos representar. Tenemos una oportunidad de inclusión, y pese a que no es total, significa el resultado de un transcurso que debemos continuar.
Hablar de la juventud, es hablar de la comunidad rural, indígena, urbana, internacional y local, un bien para esos sectores es un bien para nosotros. Debemos buscar un bien en favor de aquellos que no han podido expresarse y requieren de medios para realizarlo, especialmente fuera del ambiente universitario al que pertenecemos. Un buen inicio podría ser crear espacios de comunicación y debate donde se incluyan jóvenes que puedan representar a sus comunidades. De la misma forma podemos abogar y actuar dentro de la representación política por la inclusión y el apoyo a las y los jóvenes por medio de instituciones y programas particulares para brindar más oportunidades.
De la misma manera hay que acercarse a las comunidades e identificar las faltas que padecen y brindar un apoyo y atención requerida. Comprendemos que la educación universitaria aún en nuestra actualidad, representa un privilegio distintivo, carente de generalidad y de cobertura total hacia todos los sectores. Las y los jóvenes universitarios deberíamos iniciar las propuestas y posibles soluciones que signifiquen el siguiente paso en aquella inclusión e igualdad.
Conmemoremos a nuestros compañeros de generaciones pasadas para que en su memoria encontremos el valor de nuestra identidad. A mi juventud he de escuchar y por nuestro bien he de actuar.
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