Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán
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¡No ignore el racismo sólo porque le incomoda!
Desde el clásico “¡Cásate con un güero para mejorar la raza!” hasta el “Trabajo como negro para vivir como blanco” o mejor aún “Nunca falta un prietito en el arroz”, observamos la presencia del racismo en México, porque sí, México es un país racista.
Pero, vaya, ustedes dirán, ¿qué tiene que ver el color de mi piel con mis oportunidades laborales, mi economía, la forma en que soy tratado o cómo me ven los demás? Pues sí, tiene que ver.
Empecemos con la pregunta ¿cómo se puede reconocer a simple vista si una persona es rica o pobre? En México, el color de piel es un atajo efectivo para ubicar a las personas en la jerarquía social: las personas con tonos de piel oscuros, tienen cuatro veces más probabilidad de vivir en pobreza. Al mismo tiempo, más del 60% de las personas blancas se encuentran en las zonas más ricas del país. Estas observaciones acerca de oportunidades y resultados van en contra del mito fundador de México como país de mestizaje, sin “razas” y sin racismo. Aunque la realidad es que la pobreza tiene rostro moreno, mientras que la élite sigue viéndose blanca.
Aunque existen discriminados y discriminadores en todos los niveles socioeconómicos, en un contexto de extrema desigualdad de recursos y oportunidades como México, explorar la perspectiva que mantienen los económicamente privilegiados frente al racismo nos ayuda a esclarecer la dimensión generalizada y subestimada del problema.
Irónicamente la premisa del mestizaje, que surge como proyecto anticolonial, como estrategia de unificación nacional y promesa, en última instancia, de igualdad social, cultural y racial, juega un rol importante en los patrones de acumulación de privilegios.
El supuesto del mestizaje de crear una sociedad sin racismo es por tanto, falso. ¿Pero cómo se traduce la dimensión étnico-racial en desigualdad socioeconómica?
Al igual que otros sistemas de estratificación social, el racismo está gobernado por relaciones de poder y privilegio que se expresan como una serie de prácticas de explotación e injusticia en respuesta a los valores que se adscriben a características físicas racionalizadas que subordinan unos a otros. Por ejemplo, la repetición constante de estereotipos populares como aquel de los bebés “morenitos pero bonitos”, ancla los discursos racistas en el subconsciente desde temprana edad, y transforma en aspiración social colectiva encontrar estrategias para “mejorar la raza”.
¿Qué hay de esto en la Ciudad de México?
Fin de semana, la juventud libera sus emociones en un vaivén de recintos alrededor del Estado y Ciudad de México luego de una extenuada semana… las preferencias son muy variadas, pero para esta enorme urbe siempre hay una opción para cada gusto.
Pero quién diría que detrás de un simple recinto que utilizas para celebrar la vida hay un numeroso código de vestimenta, apariencia, color de piel y normas que tienes que acatar para tener acceso, además, saber que acorde a la situación geográfica en que estas parado, es el nivel de vida que debes tener o aparentar al presentarte a estos recintos.
Durante los últimos años, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), ha delimitado el aumento significativo de pobreza dentro de la Zona Metropolitana del Valle de México, trayendo consigo una fuerte diferencia de clases que limitan los espacios de recreación en la Ciudad acorde a tu estatus.
¿Clase social igual a color de piel?
Recientemente, el contexto mexicano ha visto nacer una palabra que adjetiva la punta de la popular estratificación social mexicana: Whitexican, la etiqueta es un claro ejemplo del racismo que permea en la ciudad y se hace presente en las distintas colonias de la zona poniente y sur, principalmente.
Si en México tenemos una Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, el artículo 58 de la Ley Federal de Protección al Consumidor y el 206 del Código Penal de la Ciudad de México que sanciona cualquier tipo de discriminación, entonces, ¿por qué estas situaciones siguen llevándose a cabo?
La pirámide social ha llevado a que centros nocturnos de la ciudad tomen un enfoque relativo a su ubicación, popularidad y contexto de los consumidores, hablando de zonas exclusivas como Polanco, Pedregal, Santa Fe, entre otras, en donde en su mayoría habitan personas de tez blanca, haciendo que el entorno se enfoque en este contexto e influya en un sentido de identificación con el color de tu piel.
Diversos medios de comunicación han identificado actos de racismo de personas a los que no les brindan acceso a este tipo de recintos por no cumplir una apariencia acorde al lugar, los llamados “cadeneros” tienen instrucciones de delimitar el prototipo de personas que entraran, asociado a una preferencia por un color de piel con tonalidades claras.
Así mismo, se han creado para su uso recreativo y exclusivo los llamados “Club” en donde la esfera social con un poder adquisitivo alto se reúne para su convivencia bajo un sistema de costeo que les permite realizar distintas actividades recreativas, pero que al igual que muchos otros lugares, estas formas de entretenimiento marcan el sistema de clases que se vive en la ciudad.
Las determinantes que funcionan para permanecer o ser aceptador, continúa siendo un detrimento contra el color de piel, conformada por una supremacía blanca manipulada por la influencia extranjera.
La pereza de la denuncia
Es bien sabido que durante años el racismo ha sido un enfoque que ha estado presente en todo el mundo, en México, la conquista española fue el parteaguas que agravó la lucha de clases, y desafortunadamente, esto se ha mantenido no sólo por la normalización y popularización de la gente blanca sobre la gente de color, sino que, cuando se dan este tipo de situaciones discriminatorias, el afectado lo deja pasar, y no está de más decir que, parte de que el racismo siga existiendo es por no denunciar.
La función pública ha creado distintas organizaciones y material a favor de la no discriminación. Relativamente, estas disposiciones en ocasiones no cumplen con las determinantes y objetivos propuestos, pero es un deber como ciudadano denunciar cualquier tipo de discriminación o subyugación que irrumpan los protocolos de la libertad.
A las personas que han sufrido algún tipo de discriminación en sitios como bares, restaurantes, tiendas, clubes, etc., les da apatía denunciar y seguir un protocolo para llevar a cabo una denuncia sensata que tache cualquier tipo de actitud, dejando que estos lugares continúen convirtiéndose en un centro de división de clases.
Como ciudadano es importante no tolerar ningún tipo de discriminación y seguir cada uno de los protocolos que la ley dictamine al momento de denunciar cualquier acto de exclusión social. No alzar la voz te hace parte del problema porque permites que no se esclarezca ni dictamine una sentencia; es un deber asegurar la sanción y educación de cualquier persona o establecimiento no incluyente o que afecte los derechos de terceros.
El tomar el centro de equilibro y diversificar el papel que juegan las personas con piel de color en el mundo es la mejor manera de defender la igualdad ante una hegemonía vendida por la llamada “supremacía de blancos” que durante años han permeado en comunidades, en su mayoría, entre el Trópico de Cáncer y Capricornio. El camino por recorrer aún es largo, pero mantenerse apáticos, hace que las desigualdades se enriquezcan más.
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3 Responses
Es completamente increíble el grado de incongruencia que como sociedad tenemos. Le reclamamos a un país por racista, y claro, que es más conveniente para nosotros ponernos en una postura de victima, ignorando el hecho que en nuestro país somos iguales o peores.
México,el lugar más racista para con las personas originales.
Exacto, el problema radica en la pereza de la denuncia!