Facultad de Filosofía y Letras
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Crecí como una mujer artista. No fue difícil inducirme al camino de colores brillantes, creaciones y mundos mágicos; dibujaba antes que pudiera hablar y escribía historias poco después de aprender a sostener un lápiz.
Crecí en una preciosa burbuja en la que no se cuestionaba mi arte, donde se me halagaba e impulsaba a seguir creando, escribiendo, pintando y esculpiendo. Por muchos años habité esa burbuja y asumí que todas las demás mujeres en la historia que quisieron ser artistas debieron tener una manta protectora que las abrazara en momentos de duda, y unas manos cariñosas que las alentara a seguir su pasión. ¿Cuánto tiempo pasé antes de aprender que no era así?, ¿cuántas miles de mujeres fueron borradas por completo del mundo del arte? Me di cuenta justo a tiempo.
Cuando entendí que pocas veces vería los nombres de mis predecesoras en los libros de texto, que tendría que rasguñar el paso del tiempo y arañar los recursos para obtener apenas un nombre o tan solo un rastro de vida, mi primera reacción fue la tristeza. Me sentía perdida, miserable de que el tiempo hubiera borrado tanto arte y tanta belleza creadas por otras mujeres antes que yo, creadoras que debían haber tenido historias fascinantes, imaginaciones despiadadas y mentes sagaces que usaron con mucha más maestría de la que yo pudiera comprender, los mismos materiales y recursos que yo uso.
Me desesperé cuando entendí que tendría que vivir el resto de mi vida verificando capas de información impuestas para borrar a mujeres de la historia. Por supuesto que escarbaría todo lo que pudiera, metería yo misma las manos y cavaría con ahínco hasta que me sangraran las uñas para encontrar a esas artistas sepultadas. Pero, ¿a cuántas podría encontrar?, ¿qué tanto era capaz de encontrar yo sola a estas mujeres entre miles de años de historia?
Entendí que ellas habían sido enterradas debajo de la historia machista por culpa de los hombres que envidiaron su talento, que robaron sus trabajos y opacaron sus méritos. Mi última reacción fue el enojo y la furia que todavía alimenta a mi arte; tendría que buscar por medios inimaginables a mis ancestras para encontrar sus obras, tal vez tendría que hacer esfuerzos titánicos para descubrir sus nombres, sus vidas y las aportaciones monumentales que habían hecho para el mundo del arte. Es por eso que seguiré creando fuera de mi burbuja protectora, lejos del mundo amable en el que crecí.
Escribo como si todas las escritoras de la historia miraran sobre mi hombro, guían mis dedos, dibujo y pinto como si todas las artistas vieran desde una esquina como doy trazo a trazo, desangro mis sentimientos en cada obra, escrito, canción y poema como si todas las mujeres de la historia me sostuvieran con sus manos en mi espalda, y gritan porque logré grabar con fuego sus nombres este fragmento de mi breve historia: “por mis hermanas, por mis abuelas, por las poetas olvidadas y por todas las nuestras.”
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4 respuestas
Es increible la agilidad de tu pluma al describir la formacion academica que plasmas con tanta facilidad y profundidad.Muchas felicidades .
Tu arte está presente, es observado, y amado, algo que algunas quisieron en su momento y no pudieron tener. A pesar de esto, decides salir de esa burbuja para buscar a estas mujeres, es, como su arte, como tu arte, admirable, gracias.
Realmente me atrapó y me estremeció esta historia, jamás terminamos de conocer a las personas aunque hayamos convivido toda la vida. Sigue adelante con tus proyectos, de seguro los realizarás con mucho éxito.
Ojalá que más mujeres sigan expresándose y valoren la oportunidad que tienen en esta revista de hacerlo. FELICIDADES