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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Pew Nguyen/Pexels
Liliana Vergara Avelar

Liliana Vergara Avelar

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 2 Erasmo Castellanos Quinto

Soy Liliana Vergara Avelar, me gusta bailar, cantar y amo aprender del arte de escrita, soy una chica melómana, me gusta comer elotes y soy una chica encantada del contacto visual.

El arte escrita

Número 4 / ENERO - MARZO 2022

Escribir como un recurso sublime para no ser común…

Liliana Vergara Avelar

Liliana Vergara Avelar

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 2 Erasmo Castellanos Quinto

Escribo, esencialmente, por la necesidad de ahogar la mente expuesta a la vanidad, por la necesidad de vaciar la cabeza explotada de pensamientos atropellados, ensimismados, y saciarla de un éxtasis en las pupilas de los ojos, plena mi alma de un recurso airoso, el cual siento, pero no veo físicamente. Escribo porque genera un placer pasear la piel por el bolígrafo expresándome en el añejado papel. No lo hago por moda o porque lo haya visto en la masiva comunidad global, no me puedo reflejar con un carácter de seguimiento al icónico dogma de siempre o con una actitud severamente contemplada en el subjetivo ser de otro ser.

En mi atractivo subjetivo y la identidad que me hace cómplice de ser una mexicana de 162 motivaciones, ojos pispiretos que divaga retratando su alma; porque pienso/creo/estoy convencida que la voluntad humana pudiera ser la proeza comprendida por un arte honesto, que involucra por pleno lenguaje una electrificación mía fuertemente almada.

¿Qué es lo que me hace sentir real? Porque las preguntas son ahora el momento de cuestionamiento en un punto específico de la vida, ¿por qué ahora me pregunto esto y no lo hice cuando mermaban las ideas en la mente? O preguntas como: ¿será que solamente me siento real al escribir en sublimes momentos de nuestra vida?

Podría tener respuesta, o quizás no, en realidad no sé describirlo e incluso las preguntas se ven envueltas a pensar en algo subjetivamente real como la belleza en el arte escrita y la belleza en el ser humano.

Soy el artista de empulcar al corazón y pegar las letras con disparo de energía por las noches en mi máquina de escribir.

Aquellas paseadas de ojos que visitan mis dilatadas pupilas son producto de mi éxtasis, que la vida pareciera un ciclo común y la cosa es que yo no quiero ser común, pues me embelesan mis jugadas por la expresión de sentir, de comunicar, del placer y de un contacto físico y visual, casi al sentirme al borde de un edificio sobre la ciudad caótica.

Que la ternura inunde mis vestidos, que el amor llene mi carta almática y que la fuente del deseo sea  tal cual  interminable, pero que mis pensamientos sean la razón y no que el deseo sea el conquistador en la riña. Con toda la escritura de un lunes, tirada en la cama y con el cuerpo casi cortado, a la tristeza de mis ojos complacidos por salir a pasear en el reliquioso amor a una escritura honesta de los pasillos de mi condenada memoria, porque soy vida que recurre a los cuerpos con máquinas de escribir y los papeles entintados de nosotros.

Escribo, esencialmente, por la necesidad de ahogar la mente expuesta a la vanidad, por la necesidad de vaciar la cabeza explotada de pensamientos atropellados, ensimismados, y saciarla de un éxtasis en las pupilas de los ojos, plena mi alma de un recurso airoso, el cual siento, pero no veo físicamente. Escribo porque genera un placer pasear la piel por el bolígrafo expresándome en el añejado papel. No lo hago por moda o porque lo haya visto en la masiva comunidad global, no me puedo reflejar con un carácter de seguimiento al icónico dogma de siempre o con una actitud severamente contemplada en el subjetivo ser de otro ser.

En mi atractivo subjetivo y la identidad que me hace cómplice de ser una mexicana de 162 motivaciones, ojos pispiretos que divaga retratando su alma; porque pienso/creo/estoy convencida que la voluntad humana pudiera ser la proeza comprendida por un arte honesto, que involucra por pleno lenguaje una electrificación mía fuertemente almada.

¿Qué es lo que me hace sentir real? Porque las preguntas son ahora el momento de cuestionamiento en un punto específico de la vida, ¿por qué ahora me pregunto esto y no lo hice cuando mermaban las ideas en la mente? O preguntas como: ¿será que solamente me siento real al escribir en sublimes momentos de nuestra vida?

Podría tener respuesta, o quizás no, en realidad no sé describirlo e incluso las preguntas se ven envueltas a pensar en algo subjetivamente real como la belleza en el arte escrita y la belleza en el ser humano.

Soy el artista de empulcar al corazón y pegar las letras con disparo de energía por las noches en mi máquina de escribir.

Aquellas paseadas de ojos que visitan mis dilatadas pupilas son producto de mi éxtasis, que la vida pareciera un ciclo común y la cosa es que yo no quiero ser común, pues me embelesan mis jugadas por la expresión de sentir, de comunicar, del placer y de un contacto físico y visual, casi al sentirme al borde de un edificio sobre la ciudad caótica.

Que la ternura inunde mis vestidos, que el amor llene mi carta almática y que la fuente del deseo sea  tal cual  interminable, pero que mis pensamientos sean la razón y no que el deseo sea el conquistador en la riña. Con toda la escritura de un lunes, tirada en la cama y con el cuerpo casi cortado, a la tristeza de mis ojos complacidos por salir a pasear en el reliquioso amor a una escritura honesta de los pasillos de mi condenada memoria, porque soy vida que recurre a los cuerpos con máquinas de escribir y los papeles entintados de nosotros.

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