Pablo Neruda dejó una frase que me encanta: “Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida”. No es porque sea uno de mis escritores favoritos, pero tenía tanta razón, pues necesitamos del amor para superar algunas dificultades, y con esto no me refiero sólo al amor hacia alguien, sino también al amor que sentimos por algo en especial.

La vida no es todo color de rosa, pero tampoco es una tragedia. Yo la definiría como neutral, con sus matices buenos y sus matices malos; sin embargo, no podemos negar que, en ocasiones, suele ser aburrida, dado que la rutina, la costumbre y la monotonía restan pasión a las cosas.

Las primeras veces siempre son las mejores. Por ejemplo, el primer trabajo, al que van ansiosos tras terminar una carrera creyendo que se comerán al mundo. Los primeros días en una nueva casa están llenos de planes para decorarla. Incluso para un niño el primer día de clases es emocionante, pero, ¿después qué? Lo que ocurre es el paso del tiempo: aquel trabajo con el que habíamos soñado toda la vida, se vuelve pesado, aquella bella casa la empezamos a ver como algo cotidiano, y aquellas clases del primer día, se vuelven insoportables. Es la verdad: el tiempo le quita la emoción a las cosas y, por tanto, a la vida.

Ante esto, ¿qué podemos hacer? Podríamos llevar una vida descontrolada, pero no creo que todos se atreverían, y si lo hicieran, sería un caos total. ¿Cuál es la solución para los que queremos llevar una vida tranquila, pero no por eso, estar sumidos eternamente en el aburrimiento? Es aquí donde entra el arte; donde entran aquellas a las que podríamos llamar “historias de fuga”. Cuando nos dicen “historia”, sólo nos pasa por la mente la literatura, sin darnos cuenta de que todas las artes, a su manera, nos cuentan algo, lo que sea. Muchas veces parte de las vivencias del artista son plasmadas en sus creaciones, por lo que todo, por más ficticio que sea, tiene un poco de verdad; sin embargo, otras veces, los escritores buscan salirse de la realidad por completo y crean sus “historias de fuga”, ya sea para ellos mismos o para sus lectores, quienes también buscan adentrarse en nuevos contextos.

Si somos sinceros, ¿cuántos de nosotros podemos vivir un romance apasionado, una aventura donde cualquier cosa puede ocurrir o la adrenalina de que nuestra vida esté en peligro?  Si por algo el arte es bello es por esto, porque nos permite viajar a otras realidades, conocer y sobre todo, vivir en carne propia situaciones que de otra manera jamás experimentaríamos. Bien decía Juan Rulfo en una parte de su novela “Pedro Páramo”: “Y es que la alegría cansa. Por eso no me extraño que aquello terminara”.

Me gustaría cerrar este texto invitándolos a disfrutar del arte en todas sus formas, pues constantemente busca alegrarnos, y en los peores momentos de nuestras vidas, cuando nos sentimos como si estuviéramos en un remolino del que nos es imposible salir, el arte siempre puede ayudarnos a superar las adversidades. Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor, el arte y el amor al arte nos salven de la vida.