Lo que para algunos es parte del instinto humano, para otros va más allá de nuestra existencia y nuestros deseos. El amor, sentimiento que por lo menos alguna vez hemos sentido por amigxs, familia, pareja, mascotas, o incluso por un objeto, se ha manifestado de innumerables formas a través del tiempo y del mundo, ya sea con mariposas en el estómago, música, poesía, sexo (con amor), mejillas ruborizadas, cartas, besos, abrazos. Es algo tan grande y tan profundo que puede tener alcances impresionantes, aunque no todo siempre es color de rosa.

El amor en sí representa complejidad, es subjetivo ya que cambia dentro de las percepciones de cada persona, y a su vez depende de un contexto social específico. Definir el concepto de amor sería limitarnos como personas a sentirlo, a vivirlo. El amor depende de los distintos factores en que una persona crece, sus contextos de vida, relaciones interpersonales, los programas de televisión que ve, las películas, libros que lee. No existe un manual de instrucciones que indique la forma precisa de amar sin la posibilidad de resultar heridxs en el proceso. Uno no nace queriendo, uno aprende a hacerlo al observar al mundo y a sus círculos más cercanos. Somos, por naturaleza, seres sociales, es parte de nuestro desarrollo buscar compañía desde que nacemos hasta el fin de nuestros días. El gran problema surge cuando los medios absorben nuestra percepción y nuestra capacidad de discernimiento, disfrazando la idea del amor como perfección, o con conductas agresivas que implican posesión, celos y otras actitudes violentas, sexistas, que suelen ser justificadas en películas, canciones o poemas como en Me gustas cuando callas de Pablo Neruda.

Desde pequeños nos enseñan mandatos de género, prejuicios, estereotipos, gran parte de esas ideologías provienen de nuestro sistema económico, el capitalismo. Este sistema está más involucrado de lo que se imagina, nos ha hecho pensar en la ambición por poseer y tener poder sobre otras personas, esto se puede percibir en la mayoría de las relaciones románticas modernas y en nuestra forma de dar y recibir amor. Normalmente las personas buscan qué les puede ofrecer alguien más para “querernos bien”, o muchas veces nosotrxs mismxs nos sentimos insuficientes por no poder ofrecer “demasiado”, cuando lo importante es vernos como humanos y no como objetos o mercancías, no es un trueque, el amor consta de aportar a otra persona lo que nosotros queramos en la medida de anhelar su bienestar, así como permitirnos aceptar lo que la otra persona nos quiere aportar.

Tenemos que ser conscientes de que todos tenemos heridas, eso no nos hace malas personas o difíciles de querer, el meollo del asunto es cómo buscamos reparar esos daños, es importante saber que muchas veces, quizás de manera inconsciente, podemos confundir el amor con conductas tóxicas. Nunca nadie nos va a amar de la manera que nosotros amamos o queremos que nos quieran, es algo totalmente utópico y egoísta pensar así. Aunque a veces puede haber experiencias malas o dolorosas, derivadas de una decepción amorosa o una pérdida, no deberíamos tenerle miedo a este sentimiento tan fundamental para el desarrollo de la humanidad. Nuestra estancia en la Tierra no es eterna, tenemos que vivir, cometer errores y aprender de ellos, conocer personas, salir, amar, reír, llorar.

El amor es mágico porque es humano, nos presenta vulnerables, libres ante otro ser vivo, somos experiencias, tiempo e ideas. Amar es diferente para cada persona, los chistes que nacen en una amistad o relación, las historias, la confianza, el tiempo que se comparte, las primeras veces, los regalos. Condicionar nuestras formas de amar al seguir estereotipos dentro de los medios, o fingir ser algo que no somos por cumplir con lo que otra persona busca, sería engañarnos, traicionarnos, ¿de qué nos sirve amar a otros si no nos amamos a nosotros mismos, si no amamos nuestra soledad? Otro concepto que ha sido absorbido y explotado en su totalidad por el sistema económico es la soledad, ¿por qué nos causa tanta incomodidad convivir con nosotros mismos?, enfrentarnos a lo que realmente somos, reconocernos y valorarnos. La soledad es parte de nuestros más profundos pensamientos, nadie puede conocernos más que nosotros mismos.

Debería ser un derecho que las personas puedan descubrir por sí mismos su propio concepto de amor. Muchxs no lo han hecho por miedo al qué dirán, pero vale la pena vivir y experimentar, conscientes de que un día la vida se va a acabar. Un acto de amor no solo se da con personas que conocemos, podemos amar cuando buscamos hacer el bien, compartir, cuando tenemos intenciones de hacer las cosas con un buen fin, al ayudar sin esperar algo a cambio. El amor que sentimos siempre vendrá de nosotrxs mismxs, estará en nosotrxs sentirlo y permitir que se transforme para llegar a otros.