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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Elīna Arāja/Pexels
Picture of Yaretzi Quetzalli Pérez Benítez

Yaretzi Quetzalli Pérez Benítez

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9

Diario de una adolescente en pandemia

Número 4 / ENERO - MARZO 2022

Hoy desperté igual que los últimos días: tumbada en mi cama, sintiéndome cansada, preocupada y con ansiedad…

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Yaretzi Quetzalli Pérez Benítez

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9

Hoy desperté igual que los últimos días: tumbada en mi cama, sintiéndome cansada, preocupada y con ansiedad. De repente pienso en mis pendientes escolares los cuales siempre parecen interminables, en las clases que tengo hoy, en mis calificaciones que cada vez bajan más, en mi familia y su bienestar, en mis amigos que cada vez tengo menos, en mis compañeros de clase que aún no conozco, en la escuela que no tengo ni idea de cómo es, en adaptarme a la situación vivida hoy en día…y me cuestiono: ¿por qué?, ¿por qué tenía que pasar esto?, ¿por qué tenía que venir un virus a encerrarnos y a destruir todo lo que estaba bien?, ¿tenía que venir a llevarse gente y hacerla sufrir?

¡Desearía que todo fuera cómo en 2019! Me sentía bien en mi escuela, tenía maravillosos amigos, un muy buen promedio, proyectos en los que me encantaba participar; en fin, miles de cosas que me hacían sentir segura. En esta nueva etapa solo tengo miedo, nervios, angustia, preocupaciones y sobre todo ansiedad. Todo por temor a hacer algo mal y equivocarme. Sé que nos debemos equivocar porque así es como aprendemos, pero no puedo evitar el querer hacer todo perfecto. Pensar en todo esto siempre me hace querer llorar y gritar, pero trato de no hacerlo; aun así, es muy difícil reprimirlo cuando estos se presentan casi todo el día y noche.

Acostada en mi cama tomé mi celular, como de costumbre, y vi la hora; eran ya las siete de la mañana. Aunque esté más acostumbrada a realizar actividades en la mañana que en la tarde, debo de reconocer que una de las ventajas de ir en el turno vespertino es el poder despertar un poco tarde sin excederse; pero claro, ¿quién no despertaría tarde después de tener las noches que tengo? Estoy preocupada porque no he podido dormir bien desde hace varias semanas. Todas las noches se presentan los mismos pensamientos que me hacen querer explotar en llanto y no me permiten dormir; pero, por consideración a las personas de mi casa ya dormidas, trato de no llorar porque siento que hago mucho ruido. También trato de quedarme dormida, pero esto se me dificulta mucho; aun así, siempre salen lágrimas de mis ojos y por eso me quedo despierta un largo rato.

Después de ver la hora, para dejar de pensar un rato en mis problemas, me metí a ver mis redes sociales: en Instagram veía qué fotos habían publicado mis amigos y artistas favoritos; en TikTok, los nuevos trends; en Facebook, los posts de personas que no recuerdo porque las tengo agregadas; y en WhatsApp, las historias de mis contactos. Últimamente me he dado cuenta de que esto no me ayuda a olvidar del todo, ya que me aparecen siempre más y más noticias sobre la pandemia por Covid-19. También salen publicaciones sobre lo buenas que son las vidas de los demás; ellos no sienten lo que siento, están como si nada, parece ser que tomaron este gran cambio muy bien, obviamente no fue mi caso. Después de cierto tiempo me agobio y vuelvo a dejar mi celular en su lugar.

Decidí por fin levantarme; eran ya las ocho de la mañana. Me sentía pesada, en especial sentía muy pesados los párpados. Mi alrededor se veía con menos color de lo normal. Sí, hacía mucho sol, pero últimamente la luz me molesta; la siento como un malestar para mis ojos, pero después la logro tolerar. Tendí mi cama, barrí mi cuarto y me cambié de ropa, pero solo me puse lo primero que encontré; no me importaba si combinaba o no, solo quería que fuera cómodo. Me hice una coleta baja de peinado y observé mi cosmetiquera. Recordé cuando solía maquillarme para un día cualquiera, pero ahora ya no es parte de mi rutina; ya no tengo esas ganas y esa vanidad de antes. En eso, volteé al espejo para ver mi rostro. Observe mis ojeras y mi piel pálida; además, mi rostro se ve más delgado. Realmente no le tomo importancia a estos cambios notables en mí.

Salí a desayunar. Últimamente no me da mucha hambre; pruebo algo y me dan ganas de expulsarlo, así que no he comido bien en estos días. Al momento de desayunar siempre me obligo a comer, por lo que comer se ha vuelto una de las actividades que menos me gustan, pero sé muy bien que es necesario. Ya no tengo ganas de comer mis alimentos favoritos; no es que me disguste su sabor, solo que no me gusta la sensación que tengo cuando entran a mi estómago. Pruebo algo y solo siento como mi cuerpo no lo desea y lo quiere sacar.

Terminando de desayunar, ayudo con los quehaceres de mi casa; en especial el de mi habitación. Al hacerlos, me mantengo callada. Antes solía hacerlos con música o viendo algo en la televisión, pero no sé por qué ya no me acuerdo de poner alguna de estas cosas. Me siento sola y vienen a mi cabeza los mismos pensamientos que me hacen querer llorar. En algún momento mientras estoy haciendo esta actividad, escucho a mis padres y hermanos como ellos, a estas horas, están en su trabajo o tomando clases de su escuela. Esto siempre intensifica mi sentimiento de soledad. Cuando yo tengo tiempo libre, ellos no. Extraño pasar tiempo con ellos como antes, cuando nuestros horarios coincidían.

Ya ordenada mi habitación, comienzo a hacer mis tareas escolares. Las hago, pero cada vez pongo menos atención en lo que hago o me pongo muy insegura porque no se si lo esté haciendo bien. ¿Y si me saco una mala calificación? Justo aquí empiezan mis crisis más grandes de ansiedad, sobre todo en la tarea de matemáticas, cuando no estoy muy segura de los resultados porque no entendí la clase. También me agobia mucho la tarea que mandan los profesores que no dan clase por reuniones virtuales, creo que por eso la tarea parece interminable. Sé que es importante la tarea porque por algo nos la dejan, para aprender y poner en práctica lo visto, pero especialmente yo no puedo dedicar mis energías al 100% para hacerla; entonces, me empiezo a sentir estresada. Por todo esto me tardo más de lo que pensaba y cuando menos me doy cuenta ya es hora para que comience mi primera clase del día.

La primera clase que tengo, siempre trato de tomarla con energía y ánimo, resulta ser no tan mala. Cuando termina, sigo con mis tareas ya que es la hora de uno de los profesores que no da clase por Zoom o Meet y la hago con ese mismo ánimo agobiante y estresante. Hoy en esa hora, me dediqué a hacer la tarea de dibujo. En lo personal, no me gusta dibujo porque no sé dibujar bien; sí, disfruto mucho viendo dibujos y obras artísticas de otras personas, pero no me gusta su elaboración por lo que es también una de las tareas con las que me estreso más de lo que ya estaba. No sé hacer contrastes de color, ni hacer figuras humanas o de animales, simplemente no estoy hecha para eso.

Posteriormente, tuve clases de inglés. Esa materia no se me dificulta mucho, entonces no tuve que presionarme ni estresarme por ella. Siento que en esa hora puedo distraerme para no sentir todas esas que me hacen daño, pero solamente es en esa hora.

Siguieron dos horas de descanso, pero el descanso para mí no existe, porque sigo con esa fastidiosa ansiedad y, aunque quiera hacer algo diferente, no me deja en paz. Como no puedo concentrarme en hacer otra cosa, siento que no debo gastar mi tiempo como si fuera una persona inútil y sigo con la tarea, ¡detesto tener que ser así!

Pasadas esas horas, tuve dos horas de física. Recuerdo esa materia con mucho cariño en la secundaria; me gustaba muchísimo y siempre participaba, pero no entiendo porque ahora en la preparatoria no la disfruto de tal manera. El profesor que la imparte es muy bueno, pero ya no la siento igual que antes. Los conceptos no me son tan desconocidos y no soy tan mala con los números, pero no entiendo por qué ya no es igual para mí. Parece que mi pasión ha cambiado, y eso también me resulta difícil, ya que quizá podría ser mejor si la siguiera amando como antes.

Siempre a esas horas, escucho los sonidos que provienen de la sala de mi casa; son de mis padres y hermanos, ellos ya terminaron sus clases y trabajo. Puedo escuchar la televisión, sus voces, los sonidos de los platos, el sonido de la licuadora, el sonido de que cocinan, etc. En ese momento me pongo especialmente triste. Quizá por eso no disfruto mucho la clase de física. Lo peor de todo es que escucho esos sonidos casi diez minutos después de que inicia la clase y se mantienen hasta que termina, así que con ese sentimiento me mantengo ambas horas. No hacen mucho ruido; no es molesto, pero yo soy quien les pone atención a esos sonidos. Y en ese momento vuelvo a tener los pensamientos que me hacen llorar, ¡estoy tan harta de ellos!, ¡de verdad los odio! Pero no puedo evitar que me invadan y se queden ahí un largo tiempo.

En eso entra mi mamá con un plato con comida y me dice:

—Hola, espero no interrumpirte— por supuesto que no interrumpe, ojalá se quedara aquí conmigo, creo que así podría soportarlo mejor. —Te traje tu comida. Cualquier cosa nos avisas. — Y sale de mi habitación.

¡Me encantaría decirles cómo me siento! Pero incluso yo siento que no tiene mucha importancia. Si se los digo solo se preocuparían y les quitaría su valioso tiempo; no quisiera perjudicarlos o distraerlos con algo insignificante. Me arrepiento de haber querido pasar la mayoría de mi tiempo sola en mi habitación con mi celular, cuando ellos querían pasar tiempo conmigo.

Terminando mis clases, ya como nueve de la noche, fui a mi cama, me recosté, y ahora si no pude evitar llorar. Lloré todo lo que no había podido llorar en todo el día. Me empezaron a dar nauseas, suspiraba mucho y de repente, impulsivamente, se me salió la frase: “Ya no más”. Lo extraño es que no se si ya no más escuela, ya no más pandemia, ya no más de estos sentimientos, o incluso ya no más vida. No lo sé, pero lloré toda una hora. Una hora terrible, pero de desahogo. Tratando de calmarme y sabiendo que estaba siendo excesivo llorar tanto tiempo sin hacer nada, volví a hacer mi tarea sobrante aún con lágrimas en mis ojos.

Casi hasta las once y media de la noche, fui a ponerme mi pijama, a lavarme los dientes y me fui a acostar sabiendo que iba a ser una noche intranquila como las demás. Y así fue. No puedo dormir por esos terribles pensamientos que siempre se intensifican en la noche, no puedo, no puedo, y realmente necesito dormir, pero simplemente no lo logro. De repente me duermo, pero en la madrugada suelo despertarme con impulsos para vomitar, aunque realmente me cuesta trabajo por la falta de alimento. Después de intentar vomitar, me dan muchas ganas de llorar por todo lo mal que lo pase en el día. De ahí tardo tiempo para conciliar un lapso pequeño de sueño para descansar, realmente descasar, aunque sea un poco pero claramente no es suficiente. ¡Es horrible pasar esto todos los días!

Así han estado siendo mis días, no han cambiado. No quiero sentirlo más pero no sé cómo lograr no sentirlo, no tengo la solución y eso es desesperante. Nunca en mi vida lo había sentido, y sinceramente no sabía que esta forma de vida podría existir; nunca escuché a nadie decirme que pasó por lo mismo, o quizá yo no era muy empática y no prestaba atención. En fin, sólo espero lograr terminar con esto algún día y disfrutar de mi adolescencia como muchas personas dicen que la disfrutaron y fue la mejor etapa de su vida, ¿seré la única que se siente así?

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Diario de una adolescente en pandemia

5 respuestas

  1. Qué fuerte y conmovedor relato. Agradezco mucho que lo compartas porque es bien dificil imaginar lo que está sucediendo con los jovenes, por lo que están pasando, lo difícil que ha sido el aislamiento y la pérdida del espacio social vital para un adolescente. Me parece muy claro y lúcido todo lo que compartes y de un gran valor para poder desarrollar empatía . Ojalá el sistema educativo despierte y todos nos demos cuenta que lo que estamos haciendo como sociedad para contribuir a esa desolación en los jovenes. Gracias Quetzalli!!!

  2. Me pareció muy interesante, que aparte de que hubo cuarenta y que hubo cambios drásticos ella siendo una adolescente pudo seguir adelante y que experimento nueva modalidad por el COVID-19

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