Facultad de Psicología
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Cuando leas esta carta por favor tómala en tus delicadas y frías manos que será la muestra
más grande de amor que yo te estaré dando.
A un lado de ella encontrarás una caja de fósforos, por favor te pido que quemes este texto
en cuanto termines de leerlo.
Toma un fósforo y enciende el fuego.
Quema mi esencia y vuélvela ceniza.
Extingue el oxígeno y de paso esto que siento.
Extingue a este corazón sincero, que te ama e idolatra, extínguete de lleno.
Extingue este sentimiento que me ahoga, me quema, me asfixia y me limita.
Que te llora, que te anhela y que te busca en un baúl lleno de recuerdos.
¿Algún día podré olvidar tus besos? No estoy segura de eso, es como el fuego, incesante,
ardiente y eterno.
¿Algún día lograrás entrelazar tus manos con mis dedos? Tu mano está tan fría, que sé que
no estás aquí con vida.
Te he devuelto la sonrisa en la estación del tren y perdí mi boleto. Creí que esa era nuestra
señal, resultó ser bastante incierto. Quizá era un fantasma del otro lado del asiento. El tren
partió pero yo no iba adentro.
¿Algún día tomarás la decisión de quedarte? De quedarte por siempre y no por momentos.
¿O acaso habrá algo más poderoso que el fuego?
Veo tu sombra en el valle, en la cima y el camino que conduce hacia la cabaña.
Tu fantasma me visita en el trayecto que recorre el auto a casa.
Camina lentamente entre la maleza y me espera atento a tomar la llave y girarla
La llama de tu fuego entra conmigo desde el pórtico hasta la sala.
Tengo miedo de que vuelvas a ganar terreno en mi vida, porque eso significa perderme
a mí misma.
Me has robado la calma, me robaste el alma.
Pero la llama aún no se apaga.
Tu fantasma no se extingue, por las noches se sienta al lado de mi cama, me susurra
como un canto al que pertenezco, me atormenta por las noches diciendo que es mi dueño.
Tu fantasma toma un fósforo e ilumina el cielo, él se resiste y vive en mi cerebro.
Aquel día encontré a tu fantasma como reflejo de aquel gran espejo y le susurre bajito,
como cuando le cuentas un secreto a tu amigo: “No puedo ayudarte, aquí ya no hay nada
que pueda darte”
Molesto, tu fantasma gritó mi nombre y estrelló el espejo:“Por favor, vete”, le digo al
y me observa quieto y callado desde la ventana.
Quiero extinguir el fuego vibrante que tenemos.
Quiero extinguirte de mi memoria y de todos mis recuerdos.
Quiero que el mundo sepa que ya no te pertenezco.
Búscame como siempre, en la banca de aquel parque bajo la sombra del naranjo.
Quizá me encuentres y de un beso extingas el fuego, ese fuego que habita en mi alma y me
reduzcas a nada.
Recuerda el inicio de esta carta, tómala en tus manos, enciéndela y déjala que arda.
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Una respuesta
De los escritos más lindos que he leido, sumamente profundo y evocador.