Mencionarte métodos de llegada del Estado a la Ciudad de México implica hablarte de todo un cosmos ajeno a la tranquilidad del auto particular. El Ferrocarril Suburbano cambió el universo del transporte público e implicó que el orden marcado por el Metro sea alterado y retado por los mexiquenses, hijas e hijos no reconocidos de la ciudad, quienes deben adaptarse al nuevo orden al ver facilidad, comodidad y seguridad, en un transporte que los lleva al territorio de Palacio Nacional, pues este tren es la nueva forma de entrar a la capital del país y trae consigo la ilusión del término a los problemas.

Cuautitlán, Estado de México. 2008 – ($10)

La espera terminó y lo único que ves a tu paso son personas corriendo de aquí allá sin cesar de un sitio a otro, mucho movimiento que te obliga a no perder de vista a los dos seres que te dieron vida hasta que te distraes al ver el letrero que dice

BIENVENIDO A LA ESTACIÓN CUAUTITLÁN

Escuchas un fuerte silbato que avisa el inicio de vibración del suelo similar a la de un sismo, al parecer nadie se asusta, ya que tal evento llama a otro acontecer, la salida de un nuevo viaje.

¡Ándale, hijo no nos vamos a poder subir!

Dejas el trance de aquel letrero y corres a la mano de tu madre. Entre el barullo, tu padre regresa con tres tarjetas de color rojo que dicen, Ferrocarriles Suburbano y atrás se lee, la vía rápida al bienestar.

Tu padre te carga para que puedas poner una de las tarjetas color rojo en lo que ellos llaman torniquete, el cual pinta una luz verde junto a un mensaje saldo actual $10, pasas y esperas a que tus padres hagan lo mismo.  Los tres bajan una angosta y larga escalera hasta llegar a la cosa que aparece en la tarjeta roja, solo que más grande, muchas personas entran a la cosa y jalas el pantalón de tu padre.

Es el tren suburbano, cuando seas grande tu podrás ir solo en él a la escuela.

Lechería, Estado de México. 2012 – ($15.50)

Siete en punto y la presión apenas comienza, cuentas tus monedas en el pantalón, te quedan $85, otros quince para el regreso, otros diez para el metro y lo demás para tu desayuno, tal vez un “guajocolombo” del CCH Azcapo.

Notas que todos sacan sus celulares sin mayor preocupación. Vez que una chica opta por contestar a su novio, eso lo sabes porque alcanzas a ver el reflejo en las ventanas del vagón y antes de que ella se dé cuenta volteas al otro extremo, donde se encuentra un chico de traje con zapatos de charol un poco arrugados, trae una mochila que no pasa al frente y tiene puestos sus grandes audífonos, mientras escuchas tenuemente como vive su concierto privado al recitar en silencio alguna canción de “El Potrillo” o “El Sol”.

Mejor te distraes con las nuevas televisiones que acaban de colocar en los vagones, solo las ves al no lograr escucharlas bien porque la señora de al lado que habla por teléfono comienza a contarle a su comadre, y al parecer a todos los presentes, lo que debe comprar en la Merced. Recuerdas que en el metro también se viven sucesos similares, sin embargo a diferencia del subterráneo, en el Suburbano existe algo que ese sitio no tiene, tranquilidad.

Circunstancias como poder tener el teléfono fuera, la mochila en la parte trasera sin temor a que te roben algo o al no tener necesidad de un vagón para mujeres porque siempre hay un policía en el tren, aún no son suficientes para que los capitalinos digan aspectos positivos ante lo que provenga del Estado de México (Edo.Méx).

¡No mames, wey! Todo esta bien caro aquí, pagar por tarjeta, pagar pa’ subir y todavía debo poner tarjeta al salir, ¡no chingues! En el metro solo ocupo cinco pesos. Sale caro venirte a ver.

Piensas que es irónico porque lo que ellos no gastan en su transporte, tú lo tienes que hacer todos los días para llegar a la escuela o trabajo a salvo. Prefieres pagar 15 pesos que te dan seguridad, a más de dos horas y media en camión que ciertamente van con asalto incluido, coxis lastimado así como sudor por todos lados.

Después de mantenerse, acorde con el INEGI, como uno de los estados más pobres y peligrosos, una ayuda como está a nadie le cae mal, aunque sabes que los chilangos no entenderían porque ellos siempre son los que más sufren.

<próxima estación,=”” tlalnepantla=””></próxima>

Tlalnepantla de Baz, Estado de México. 2016 – ($18.50)

Estás en la frontera con la Ciudad de México (CDMX) y notas que el movimiento toma una notoria diferencia, para empezar la cantidad de personas que descienden en dicha estación es grande debido a que algunos deben llegar a zonas como Satélite o Atizapán, por lo que el paradero forma parte de las consecuencias del Suburbano al implementar camiones, combis y microbuses “especiales” para los usuarios, de esta forma se mantiene la “tranquilidad”, hasta que esos transportes salen del paradero para convertirse en uno más y esa ilusión se pierde poco a poco.

<próxima estación,=”” buenavista=””></próxima>

Buenavista, Ciudad de México, 2022 – ($21.50)

Tras 20 minutos de viaje logras llegar a la central que te conecta con la CDMX, ahora ves como todos cambian, las señoras que van al mandado guardan su monedero donde nadie podrá tomarlo, los chicos con mochila la pasan a su pecho y tú recuerdas que ya estás en la capital del país, donde debes pagar más de 100 pesos para arribar con seguridad y encima rogar porque no pierdas la tarjeta roja, ya que gran parte de tu sueldo se va a en pasajes por lo que volver a pagar $20 en otra tarjeta, implicaría un gasto mayor al estimado.

Hay algo positivo tienes un transporte que te garantiza seguridad, lo importante es tener una buena forma para llegar a trabajar a CDMX, quién requiere empleos en el Edo.Méx, quién se preocupa por homicidios, crímenes de odio, feminicidios o violencia doméstica,  si tienes al Suburbano. No importa que la mayoría no pueda costearlo, no importa ser considerado criminal por los capitalinos, no es relevante pues debes sentirte aliviado, porque ya cuentas con transportes como el Tren Suburbano.

Pero, ya tenemos Suburbano es una crónica que resalta las consecuencias del Ferrocarril Suburbano, medio de transporte que cambió la postura de ver y llegar del norte del Estado a la Ciudad de México.

La crónica utiliza el narrador omnisciente, ya que así es posible llevar al lector a la cotidianeidad y destacar diferentes caras del Ferrocarril Suburbano, al reflejar las vivencias en el transporte público del Estado de México y sus habitantes.