Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra
Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra
Caminar por la calle con las emociones distantes y la mente en la luna ayuda bastante a tolerar las miradas inquietantes, esas que sostienen el látigo del odio, del rechazo y de la frustración.
Admiro mi figura en los espejos, florecen mis primeros frutos, pienso en mi existencia y en cómo algo tan mío es invadido constantemente por la arrogancia. Soy una marea incesante, soy una nebulosa incandescente, soy movimiento perpetuo, soy la resonancia límbica de todas las que han venido antes de mí, ¿por qué alienarme a lo que se espera de alguien como yo?
Si soy caos, ¿qué más da, cuando se ha domado a las intensidades? Sigo enraizando porque merezco dejar de sobrevivir. Encuentro en mis sábanas la magia de ser disidente y en mi almohada la calidez de nombrarme trans. La fiesta de ser jamás será un acto de tibieza.
En mis sueños exploro posibilidades infinitas y en ninguna de ellas la muerte que me desean es segura; estoy aquí para ser escrita, para ser eterna. No vivo bajo la expectativa ni dentro de la visión binaria, mi identidad trasciende barreras temporales; sé que mi sola presencia irradia luz, soy una estrella caminante y sintiente. Seré la supernova que explote en los cerebros necios el día que esos mismos sepan que sus palabras ya no son un arma. Lo que se piense de mí creará semillas coloridas y a su vez, vida nueva, eternidad a costa del fuego.
Mi nombre permanecerá presente.
Por: Sharon Michell Mora Aguirre
El amor es el constante recordatorio de que aún estás aquí, vivo
Por: Alejandra Ortiz Miranda
Una entrañable carta a la mascota que me acompañó gran parte de mi vida
Por: Athena Celeste Rangel García
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