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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creativdad.
Óscar Pérez Canjura

Óscar Pérez Canjura

Facultad de Filosofía y Letras

Compendio poético

Número 1 / ABRIL - JUNIO 2021

Óscar Pérez Canjura

Óscar Pérez Canjura

Facultad de Filosofía y Letras

II. -Anoche-

Batía el sueño la realidad

como si atormentadas aguas;

generosamente elevados a símbolos

se proyectaban episodios cotidianos.

El estudio: una bola de nieve.

El trabajo: una industria tras otra,

construcción de pica y forja.

Los terceros: el movimiento, el alarido,

el cigarro y el tiempo.

La era: gris con sepia.

También, de madera,

un laberinto techado,

corredores ingleses,

banderolas, estandartes;

yo perdido en la academia,

y allí un minóico orangután

me desmembraba;

sin brazos

se enfatizaba mi peto romano,

pues el simio era el siglo.

[ oníricos anacronismos

y pírricas sonrisas  ]

La agitación del mar, anoche,

era la de la mente

que no soñaba ya hacía tiempo…

 el sueño a la realidad batía ….

… despiertos al sueño, los ojos …

Y tú, ancla enarenada

hasta el subconsciente;

bajo las aguas, de pie,

me besabas,

y un oleaje imitaban los cuerpos…

III.  -Jan Van Eyck-

Mi mano ya no es una mano,

porque mi mano ayer tomó su mano…

Hoy es mi mano un regalo,

una llave que otro cosmos abre.

Más que una mano es mi mano.

Y quien no lo entienda,

¿cómo ha amado?

IV. -Los murales verdes-

                                      Al verde Mauricio Bastida

Como en muro al fresco

nace todo verde

en mi mente y con sonido

de agua. Río, gotera, lluvia.

Trago que mata la sed.

Las metrallas del crimen

todavía salen de un capullo

verde de mi sien.

Los pinceles sabios del arte

que me alimenta, son verdes.

Son verdes los libros hablantes

y los silenciados. Verdes porque

el verde es la sangre no humana;

el verde es todo ello que está afuera.

Verde intermitente cuando pienso

solo; soy entonces como el musgo

persistente en las paredes coloniales,

entonces soy como agua estancada

que se queda mirando; porque el agua

nos mira, nos contempla: me lo ha dicho

un charco, que tenía los ojos verdes.

El verde es el hambre que somete al mundo;

puño verde de agresor violento.

Verde es la denuncia; y verde es la justicia

que no hay. Se han puesto verdes la indiferencia

y el hartazgo. Y la confusión de las lenguas,

fue verde.

Porque el verde no tiene moral

ni ganas de tenerla;

el verde es una cámara que sueña

que se come todos los rincones

y lleva las cosas a todos los lugares.

El verde es una mano

que te sube al techo,

el verde son los ojos

que te muestran la ciudad quebrada.

El verde es la conciencia del desquicio;

el verde quisiera inundar el mundo

y abrazar a las dulces personas.

Abrazarlas verdemente.

El verde es el amor más noble,

donde los enternecidos crecen.

El verde no dice esto es malo

ni aquello bondadoso;

pero el verde se duele

y el verde sonríe.

El verde es lo más nuevo

porque va saliendo de una fábrica

en el mar, forrado en una caja

de cartón carísimo.

El verde es la flor peor,

porque perdiendo de lujo su olor

tórnase basura.

El verde es una trampa;

se ha estacionado afuera,

pues quiere secuestrarnos

y cortarnos los dedos.

El verde quiere desaparecernos.

Porque el verde nunca nos esconde

la verdad. El verde nos confronta

con la cruenta realidad.

Quiere el verde creer que todo estará mejor:

pero el verde nunca lo aseguraría.

El verde no es iluso; el verde no quiere

engañar conmoviendo con provecho.

El verde es un pacifista exhausto,

sabedor de que no hay paz

sino en momentos gratos y precarios.

El verde está hastiado de andar por el mundo;

está fatigado del mundo, porque lo ha entendido

indetenible.

El verde es un profeta del presente.

No revela, ni anuncia con ninguna voz

ningún futuro. Pues el poco futuro

que pudiera quedarnos lo han revelado ya

las catedrales de la industria con el humo

negro: ¡H A B E M U S  M O R T E M!

El verde es, sí, el pueblo

que ya no descansa en la esperanza eterna

de más mundo para siempre y para todos.

El verde es la finitud desencantada.

Verde trágico ya nunca oculto;

pues solo el egoísmo mira bello el mundo;

¡este mundo que no lo está ni va a estarlo!

Verde que debe picarnos los pies,

quemarnos las manos; llevarnos

a alzar estandartes de flama

que elogien las causas mejores.

Verde múltiple y omnipresente:

muro mental que pinta a los osos

polares devorándose; a los prósperos

camellos siendo desde helicópteros

ametrallados; al crimen libre

en las casas encubridoras

donde todo el mal es perdonado

por la risa del villano

que prefiere, por su propio bien,

seguir engañado.

El verde no puede descansar,

es una máquina sin músculos ni sangre,

es la luz de una oficina por la noche,

es el párpado de un inconstante.

El verde es un pretexto,

es color de estos murales,

es el tono de la vida y de la sobrevida;

es la alfombra de la muerte, su tapiz, su casa,

su posada.

El verde es filosófica machaca

que a los mortales la ambrosía regala.

El verde es serio pero está jugando,

es libre como la sátira y trágico como la vida.

El verde duerme pero está pensando.

Verde cielo de esta realidad rojiza.

Realidad de matadero: poesía

del hartazgo de la brusquedad.

¡Ay, que reinasen los poemas del amar

y no los del abuso y la ignominia!

Verde camposanto ateo:

verde caja de pandora inversa.

¡Verde sinfonía irónica!

¡Collage apocalíptico de tantas formas

a una vez!

El verde es un Aleph

decepcionado.

Pero más verde es la flama

extrañísima de la esperanza.

Hay que alzar el verde

y que sobresalga el puño

del fango pútrido y descomunal

del mundo actual…

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