Facultad de Ciencias
Facultad de Ciencias
La educación es una “piedra angular” para el desarrollo y evolución de cualquier sociedad, reflejando cambios profundos en la estructura social, política y económica de un país. En México, la historia del sistema educativo es rica en transformaciones culturales y políticas, pero ha sido deficiente en términos de igualdad y derechos, desde las civilizaciones prehispánicas hasta la actualidad.
En las civilizaciones del México prehispánico, la educación se fundamentaba en principios éticos y morales, con el objetivo de servir a la comunidad y “hacer florecer el corazón”, asegurando que las costumbres mexicanas no se perdieran. México, parte de las civilizaciones mesoamericanas, contaba con avanzados sistemas educativos. Los aztecas tenían dos instituciones: el “calmécac” para los nobles y guerreros, y el “cuicacalli” para sacerdotes. Los mayas implementaron un sistema educativo más excluyente, reservado para las clases altas, lo que resultó en sociedades estratificadas. Estas culturas lograron avances matemáticos, como el uso del número cero y la creación de calendarios precisos.
Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, el sistema educativo se transformó radicalmente, enfocándose en la evangelización indígena. Se fundaron instituciones clave como el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco y la Real y Pontificia Universidad de México en 1536, estableciendo la superior en América. No obstante, el acceso estaba limitado por requisitos de linaje y recursos económicos.
Tras la independencia en 1821, México avanzó hacia una formación gratuita y laica. La Ley de Instrucción Pública de Benito Juárez en 1867 hizo obligatoria la escolaridad primaria. En 1921, se creó la SEP, consolidando el sistema educativo. Durante el siglo XX y XXI, se crearon importantes instituciones como la UNAM en 1910 y se implementaron reformas educativas, incluyendo la de 2016. La Nueva Escuela Mexicana (NEM), introducida en 2019, busca ofrecer una educación equitativa y de calidad. A pesar de estos avances, México enfrenta desafíos persistentes. Las desigualdades regionales y sociales afectan la calidad educativa, especialmente en áreas remotas y marginadas.
Después de una breve introducción sobre la evolución del sistema educativo en México, es pertinente compararlo con el de un país reconocido como una potencia mundial en educación: Corea del Sur. Para ello, es necesario plantear un contexto histórico de ambos países hace casi 75 años.
En los años 50 y principios de los 60, México disfrutaba del “Milagro Mexicano”, un periodo de crecimiento económico, con un PIB en 1960 aproximadamente cuatro veces mayor que el de Corea del Sur, consolidándose como una de las economías más grandes de América Latina. A pesar de su estabilidad política bajo el PRI, México enfrentaba persistente desigualdad.
En contraste, Corea del Sur estaba en plena recuperación tras la Guerra de Corea (1950-1953). Su economía estaba devastada y dependía de la ayuda extranjera, especialmente de Estados Unidos, siendo uno de los países más pobres del mundo en la década de 1950. Además, enfrentaba inestabilidad política, con un régimen autoritario hasta 1960, seguido por un golpe militar en 1961 que llevó a Park Chung-hee al poder. A pesar de esto, el gobierno de Park inició reformas económicas y sociales cruciales para el desarrollo del país.
A partir de los años 60 y 70, Corea experimentó un notable crecimiento económico, conocido como el “Milagro del Río Han”, gracias a políticas de industrialización, exportación y educación. Estas políticas transformaron la economía surcoreana, permitiéndole superar a México. Desde entonces, Corea del Sur ha enfocado sus políticas educativas en preparar una mano de obra altamente calificada para su industria exportadora, incorporando tecnología y ciencia en el currículo. En contraste, México comenzó a enfrentar serios desafíos económicos y sociales en los años 70, agravados por la crisis de la deuda en los 80, lo que ralentizó su crecimiento y desarrollo.
Este contraste histórico muestra cómo dos naciones que partieron de contextos tan diferentes en la década de 1960 siguieron trayectorias de desarrollo radicalmente distintas. Dado este contexto, es posible iniciar un análisis que permita examinar qué factores en México podrían estar influyendo negativamente en la calidad de su sistema educativo.
Al comparar los sistemas educativos de Corea del Sur y México, se observa una estructura similar en cuanto a los niveles educativos, pero con diferencias significativas en enfoques y resultados. En ambos países, la escolarización primaria y secundaria cubre materias básicas. Sin embargo, en Corea del Sur, la especialización comienza a partir de la secundaria, mientras que en México, los estudiantes tienen la oportunidad de explorar áreas de interés. En la preparación media superior, los estudiantes en Corea pueden elegir entre escuelas académicas, vocacionales o especializadas, con una preparación intensa para el examen de ingreso a la universidad (CSAT). En México, los estudiantes eligen entre preparatorias generales, técnicas o vocacionales, y se preparan para el examen de ingreso a la universidad (EXANI-II).
En Corea, el énfasis se pone en la excelencia académica, con una fuerte cultura que valora el rendimiento académico desde una edad temprana, generando una intensa presión académica, que puede culminar en altos niveles de estrés. Las aulas están equipadas con tecnología avanzada gracias a las políticas que buscan integrar en la educación. Los estudiantes coreanos se enfrentan a evaluaciones rigurosas, culminando en el examen de ingreso a la universidad, que es clave para su futuro académico y profesional.
En contraste, en México, el enfoque ha sido aumentar la cobertura y el acceso, especialmente en áreas rurales y marginadas. Los métodos de enseñanza son variados y reflejan la diversidad cultural del país, con un énfasis en la inclusión y enseñanza bilingüe en regiones indígenas. Pese a eso, muchas escuelas enfrentan problemas de infraestructura y falta de recursos, afectando la calidad educativa. Además, la tasa de deserción escolar es un problema significativo, especialmente en la formación media superior, donde factores como la pobreza, la necesidad de trabajar y la falta de interés afectan la continuidad de esta.
La comparación entre los sistemas educativos de Corea del Sur y México expone que, mientras Corea ha utilizado la escolarización como una herramienta clave para su rápido desarrollo económico, México aún enfrenta barreras estructurales que afectan la calidad y equidad. Corea del Sur invierte alrededor del 7.6% de su PIB, manteniendo altos estándares. En contraste, México invierte aproximadamente el 5.8%, cifra inferior a la media global, lo que limita la capacidad para mejorar la infraestructura y la calidad educativa.
En Corea del Sur, las políticas educativas consistentes han sido clave para el éxito del sistema. El gobierno ha implementado estrategias a largo plazo centradas en la excelencia y equidad, garantizando acceso a una formación de alta calidad para todos los estudiantes. Este enfoque ha sido respaldado por un firme compromiso gubernamental, facilitando reformas educativas que adaptan el sistema a las necesidades de la economía global y mejoran la competitividad internacional de los estudiantes.
En contraste, México enfrenta desafíos debido a la inestabilidad política, que ha impedido la implementación de reformas efectivas y consistentes. Los frecuentes cambios en las políticas educativas han generado incertidumbre, dificultando la planificación y ejecución de estrategias a largo plazo. La corrupción y la mala gestión de recursos también han impactado negativamente en la calidad educativa, obstaculizando el acceso equitativo a oportunidades. Además, ambos países deben enfrentar factores adicionales como la influencia cultural en las actitudes hacia la educación, el papel de las familias, la calidad de los docentes, y contextos filosóficos o religiosos que afectan sus sistemas.
En conclusión, Corea ha utilizado la educación como herramienta esencial para su desarrollo, implementando políticas coherentes y altas inversiones. México, en cambio, aún lucha con desigualdades, corrupción y baja inversión. Ambos países ofrecen lecciones valiosas sobre cómo factores económicos, políticos, sociales y culturales pueden influir en la calidad educativa, subrayando la importancia de un enfoque multidimensional.
La clave para lograr un mejor sistema educativo en México radica en la movilización y colaboración de toda la sociedad, desde el individuo hasta el gobierno. La actual dificultad que enfrenta el país se debe, en gran medida, a la falta de reconocimiento por parte del gobierno sobre la importancia y seriedad que la educación merece. Es fundamental entender que los estudiantes de hoy son los líderes y trabajadores del mañana. Si aspiramos a un futuro próspero y a una economía robusta, debemos priorizar la formación y desarrollo de la mano de obra futura, asegurando que cada niño y joven tenga acceso a una educación de calidad que les permita alcanzar su máximo potencial.
La NEM busca mejorar la educación desde preescolar hasta la universidad, enfocándose en lo humanístico, la colaboración, el respeto por las culturas indígenas, el uso de tecnología y la integración comunitaria. Promueve el pensamiento crítico y el desarrollo de habilidades para la vida. A largo plazo, aspira a elevar el nivel académico y formar ciudadanos críticos, aunque enfrenta desafíos como la resistencia al cambio y la falta de recursos. Esta resistencia no siempre es negativa; a veces, indica la necesidad de ajustar la reforma. Por ello, es fundamental escuchar a maestros, estudiantes y familias para construir una reforma educativa más inclusiva y efectiva. Aunque la intención de fomentar un pensamiento crítico y aplicable a la vida diaria es excelente, se requiere una planificación adecuada para lograr el impacto deseado.
Por: Karen Alejandra Cázares Mejía
Un ejemplo de pederastia en el cine
Por: Amanda Mesa Guerra
Una crítica a la responsabilidad de la palabra “arte”
Por: Ruth Elizabeth Chargoy Ramírez
No sería justo reducir esto a una fotografía: yo te vi, te escuché, te sentí, te viví
Por: Brenda Paola Juárez Galaviz
¿Por qué nos encantan los personajes cínicos, divertidos e incorrectos?
Por: Sebastián Ortiz Pulido
El siguiente texto contiene spoilers de Cortar por la línea de puntos