Las palabras son filosas. Pueden dejar heridas sin marcas rojas. ¡Ah! ¿Por qué hasta ahora logré entenderlo? Fue poco tiempo. Tal vez fue una eternidad para ti. No, de hecho lo fue para los dos. ¿La vida siempre será así? Quisiera que no… El tiempo avanzó. Creé memorias teñidas de arcoiris y primavera. Se rompieron cual pétalo marchito. ¿Por qué? ¿Esto fue lo que sentiste? ¿Tu corazón también se estrujó? ¿Qué pensaste en ese momento? ¿Cómo puede ser que enfrentaras inmutable tal situación? Sabes, en ese instante lo supe. Aunque el tiempo avanzó, yo no lo hice. Quedé atrapada en el pasado. Quedé enganchada a ti. Sin saberlo estaba sola. Fui yo quien decidió irse pensando que sería libre, pero no lo soy. Simplemente pisé otro espacio en el cual no había nadie y nadie llegó, solo fueron siluetas enaltecidas por mi desesperación. La solución no es dejar, es entender. Ahora lo sé: no es olvidar, es aprender. Este es mi último adiós. Adiós, mi gran amor.