En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
El gabinete del doctor Caligari (1920), Robert Wiene
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Ángel Miguel Tapia Cárdenas

Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán

Actualmente estoy terminando el quinto semestre de la carrera de Comunicación en la FES Acatlán. Me apasionan las películas clásicas, especialmente aquéllas que están vinculadas a los movimientos surrealista, expresionista, cine negro, neorrealismo y la nouvelle vague. Además, disfruto dibujar, escribir guiones para cortometrajes y desempeñarme como director de fotografía en estos proyectos. Soy un entusiasta de los eventos artísticos y me encanta coleccionar libros de autores japoneses, como Murakami, Shimazaki y Kawakami.

Caligari

Número 16 / ENERO - MARZO 2025

La macabra representación de un gobierno ya extinto

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Ángel Miguel Tapia Cárdenas

Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán

No es de extrañar que, al hablar de filmes pertenecientes al expresionismo alemán, uno no pueda dejar de pensar en maravillas visuales y narrativas como Metrópolis (1927) de Fritz Lang o Nosferatu (1922) de Friedrich Wilhelm Murnau. Se pueden ver, por ejemplo, referencias a estas dos obras en series, películas, videos musicales, caricaturas e incluso imágenes de ambos filmes en cuadernos, stickers, pósteres, etc. Aquí es donde entra el olvido, o más bien la relegación a un segundo plano, de El gabinete del doctor Caligari (1920), la obra que posiblemente sea la más expresionista que existe, no solo por su estética visual, sino también por el oscuro significado que esconde su historia.

Para explicar esto, necesitamos remontarnos al año de 1916, en un contexto donde la Primera Guerra Mundial estaba en su auge. Alemania, por aquel entonces, había cerrado sus fronteras a películas extranjeras, lo que produjo una seria necesidad de producción nacional, lo que llevó a la creación de la compañía Universum Film Aktiengesellschaft (UFA), que hasta el año de 1920 fue la productora principal de Alemania. 

Una vez terminada la guerra en 1918, los realizadores decidieron adoptar el movimiento expresionista pictórico, literario y teatral, creado a inicios del siglo, para representar la angustia social que reinaba en Alemania tras la derrota ante los Aliados y los efectos negativos del Tratado de Versalles. Para reflejar esta angustia colectiva, los realizadores optaron por utilizar escenarios distorsionados, maquillaje exagerado y sombras, todo con el fin de mostrar la percepción retorcida de los personajes luchando ante una cruda realidad. Y ahí es donde radica la importancia de El Gabinete del doctor Caligari

La trama gira en torno al doctor Caligari (Werner Krauss), un personaje sombrío que dirige una atracción en una feria donde exhibe a Cesare (Conrad Veidt), un sonámbulo hipnotizado que parece tener poderes sobrenaturales, como la capacidad de predecir el futuro. A medida que se suceden una serie de asesinatos en el pueblo, Francis (Friedrich Fehér), el protagonista, sospecha que el doctor Caligari y su asistente Cesare están involucrados. Tras investigar, descubre que Caligari tiene un oscuro control sobre Cesare, quien comete los asesinatos mientras está dormido, sin ser consciente de sus actos. Al final, se revela que la historia contada por Francis es en realidad una alucinación, ya que él mismo es un paciente en un hospital psiquiátrico, y la película termina con un giro sorprendente que cuestiona la realidad y la percepción de los eventos narrados.

Pero, ¿cuál es su oscuro significado y qué es lo que hace tan expresionista a esta obra? La respuesta la encontramos en las mentes maestras encargadas del guion, la dirección y el diseño de producción. Carl Mayer y Hans Janowitz, los guionistas, enfocaron la obra desde un aspecto político, donde Caligari viene a representar al maligno y opresor gobierno alemán, mientras que Cesare, el sonámbulo, simboliza al pueblo manipulado que pelea y da su vida en el campo de batalla. Robert Wiene, el director, tomó el guion y añadió una escena final y un epílogo, donde se concluye que la película estuvo narrada todo el tiempo por un enfermo mental en un manicomio. Según palabras del escritor y cineasta Mark Cousins: “El propio padre de Wiene, un célebre actor alemán, enloqueció al término de su vida, hecho que tal vez condicionó su decisión de dar más protagonismo al tema de la locura que al de la crítica social” (Cousins, 2004).

Además de su importancia narrativa e histórica, lo que hace especial e inigualable a la película es su diseño de producción, a cargo de Hermann Warm, Walter Reiman y Walter Röhrig, quienes diseñaron los escenarios con una característica bastante peculiar: pintar a mano las sombras sobre las paredes y el suelo. Agregando elementos como chimeneas oblicuas, ventanas deformes y toques cubistas, se logró un efecto apabullante que refuerza la carga dramática y psicológica de la trama, creando una atmósfera inquietante y amenazadora.

El Gabinete del doctor Caligari no solo cimentó las bases del expresionismo puro en el cine, sino que logró captar la esencia misma del movimiento al exteriorizar una emoción de angustia colectiva, distorsionar la realidad y mostrar simbolismos que añaden profundidad a la trama. Sin esta película, no existiría la estética que tanto caracteriza a las películas del cine negro de los años cuarenta e incluso a las obras más emblemáticas del director Tim Burton. El Gabinete del doctor Caligari logra imprimir en la mente de los espectadores un mundo totalmente nuevo y bizarro, con imágenes alucinantes y llenas de una fuerte carga dramática, al estilo de las obras pictóricas de Munch, consolidándose como una verdadera obra maestra que las nuevas generaciones deben ver.

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