El latido de sus corazones se sincronizaba mientras más cerca estuvieran, los labios temblorosos, la piel sudada, una historia romántica sucedía en Ciudad Universitaria. La historia de un amor que nació en un lugar donde el espacio personal es desconocido, donde la temperatura de las personas y su aroma se puede volver insoportable, la línea 3 del Metro.

Era una fría mañana de enero del 99, pero el calor de las personas juntas en el vagón lograba calentar un poco a nuestro joven Martín, con su discman a ritmo de la canción “Corazón Delator” de Soda Stereo; algunas personas dormitaban y otras iban con el estrés mañanero característico del Distrito Federal. Eran las 6:00 de la mañana cuando, en  la estación Centro Médico, llegó una joven muchacha, que cautivaba corazones al verle sonreír, mientras ella veía su reloj y se preguntaba si aquel chico de cabello quebrado estaría en el siguiente metro que llegaba; aunque nunca se habían dirigido ni una palabra en las muchas veces que se toparon camino a la universidad, era una clase de regla muda establecida que se acompañaran en su trayecto de ida. Solían toparse a la mitad del metro y se recargaban en puertas diferentes para verse mutuamente, hoy no era diferente a los otros días salvo una pequeña cosa: Valentina había conseguido veintiuno en el número de serie de un boleto del metro.

A primera vista ese número parece uno cualquiera, pero para los jóvenes enamoradizos era un regalo del mismo cielo, debido a una leyenda urbana que dice que aquel que tenga un boleto del colectivo con el cual, al sumar los números de serie dieran veintiuno, podría pedir un beso a la persona que quisiera; así había una oportunidad de compartir un momento romántico en un lugar tan aglomerado como el vagón del metro.

Así que mientras Martín pensaba preocupado en la huelga que se avecinaba pues haría que ver a la chica sonriente fuera imposible, Valentina también tenía preocupación de cómo afectaría esa huelga su vida académica, perderse un semestre haría que su plan de vida se fuera al caño, una ansiedad constante recorría todo su cuerpo.

Martín, al observarla subir al vagón percibió su angustia, podía notar que la mano de Val temblaba demasiado, su cuerpo parecía tenso y la respiración era cada vez más agitada. Decidió abrirse paso entre la gente; oliendo sobacos y sintiendo manos de personas en lugares donde no deberían tocar, logró llegar con facilidad a lado de Valentina, para preguntarle si se encontraba bien, esto agarró con la guardia baja a la chica, pues el chico que siempre veía le estaba hablando por primera vez en meses, era algo completamente nuevo para ambos. El corazón de ambos se aceleró, y sus manos sudaban de los nervios.

El 20 de abril de 1999 empezó el movimiento que dio resultado a la huelga 99/2000, pero Valentina y Martín ya estaban cerca el uno del otro. Huelga o no, paro o no, ya iban caminando, mano a mano, corazón a corazón. El intercambio de aquel 21 había dado resultado para estos enamorados.