Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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En la sociedad mexicana contemporánea se está viviendo un proceso de liberalización en cuanto a las relaciones sexoafectivas. Se presentan ahora en diferentes formas: tradicionales, abiertas, poliamorosas, heterosexuales, homosexuales y más. La coexistencia de estos diferentes tipos de relación, sin repercusiones legales, hacen ver esta tendencia liberalizadora en cuanto a las relaciones sexoafectivas.
Este cambio social ha sido provocado indirectamente por las diferentes revoluciones que se han dado en la historia. El protestantismo, el liberalismo, los socialismos, más recientemente el feminismo y otros muchos más movimientos sociales han generado grandes cambios. Lo principal aquí, es el hecho de la lucha contra los valores establecidos de forma dogmática.
Una sociedad y un gobierno basado en valores inamovibles e incuestionables (dogmáticos) han generado históricamente una imposición monogámica y heterosexual dentro de las relaciones sexoafectivas, donde se observa una relación de dominación y sumisión entre los sexos (Pateman, 1988). De esta manera se obstruye la posibilidad de relaciones libres entre los individuos.
Las diferentes interpretaciones del mundo han producido religiones distintas, sin la capacidad de validarse como la religión verdadera. Tampoco se han podido validar estás disposiciones por medio de los métodos científicos (Santaolalla, 2017). Sin ninguna buena legitimación, los mandamientos religiosos no tienen base para imponer dogmas a las relaciones humanas.
Una naturaleza humana, Hobbes (Hobbes, 1980, p.224) o Locke (Enric, 2018) tampoco han podido ser probadas científicamente, y aunque lo fueran, no serían razón para regir las diferentes relaciones humanas ya que los teóricos políticos ya han establecido una diferenciación en este Estado de naturaleza y un Estado civil como el que vivimos hoy en día (Fernández, 2001).
Sin una justificación natural o sobre natural para estas imposiciones, no queda más paso lógico que dar libertad a las diferentes manifestaciones de las relaciones humanas, incluidas las sexuales y amorosas. No obstante, la libertad de relación no es una anarquía de relación y debe de basarse en los valores que prevean el bienestar general. Valores como el respeto a las libertades ajenas o la igualdad tienen su propio sustento dado por las teorías contractualistas, socialistas o feministas (Fernández, 2001) (Pateman, 1988).
Esta lucha por la liberalización de las relaciones sociales no ha terminado, puesto que aún existen demandas que hacer realidad. El reto de esta liberalización es sobrepasar la cultura dogmática de ciertos sectores sociales y así abrir paso al cambio.
La democratización de los gobiernos permite este fenómeno incluso en sus niveles más básicos, como lo sería solo el votar y ser votados, debido a la inevitable confrontación de ideas y movimientos entre diferentes sectores, por la que la búsqueda y fortalecimiento de estas discusiones son clave para así provocar cambios ideológicos y materiales.
Referencias Bibliográficas.
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