Escuela Nacional de Trabajo Social
Escuela Nacional de Trabajo Social
La piel- mi piel, tiene memoria;
Intenté arrancarme de ti o arrancarte de mí
De tus arrebatos de macho, de todo lo que invadiste cuando llegaste a mí, de todo lo que te llevaste y que me costó recuperar/ conquistar, años pasados; mi piel, mi cuerpo, mi dignidad.
He tratado de anularte de todos mis esquemas juveniles;
He tratado de borrar todos los recorridos de las huellas azules de tus dedos sobre mi piel; cada arco, cada curva, cada espiral marcada por ti
Y yo rogaba
No me respires
no me consumas
no me sueñes
no me beses
no me succiones
No me asfixies
No me nombres
No me pronuncies
No me pienses
No me busques
No me encuentres
No me habites
no te quedes en mi piel -no eres invitado-
No te quedes en mi piel…
Intenté omitirte, y todo lo que te acompañaba;
tu aliento fementido, tu piel que astillaba mi piel adolescente, tu tacto saturado, tus miradas que anhelaban poseerme … tus besos insípidos, viscosos, tus celos cenizos, tu voz, tu maleza, tus sabores, tus exigencias, tu desazón, tu amor impostor, tus arrebatos
Intenté desaparecerte, desaparecer tu fantasma de mi piel; esfumarte como una bocanada
convertirte en una espiral de humo que se despide para siempre
que se despide para dejar de existir después de haberte arrojado de mi boca
de mis labios que te gritaron “no, no quiero que me habites más”
Los arrebatos azules habían invadido mi astro adolescente, mi piel; la dejaron ensalivada, enferma, viscosa, escamosa, inhabitable, vacía, la perforaron, la estrujaron, la poseyeron, y después de usada la dejaron arrinconada, deshecha
y con ella, me exiliaron de mí misma
La dejaron/me dejaron hecha huecos
Por eso todo me desbordaba
Por eso todos los días llovía en mí
nada me contenía y nada me cabía
Me había convertido en una extranjera de mi propio hogar…
El resto de los días, quise mudarme de piel, conquistar otras maneras de habitarme en el mundo, huir de mí, de los recuerdos, y refugiarme en otras pieles
Quería fugarme de mí misma
Desaparecerme o
Desprenderme de lo poco que había quedado de mí, tras los arrebatos azules
Salir de este tiempo para siempre
Mudarme de hogar, de mi epidermis, de la memoria que contuvo…
Quería correr- correr- correr- recorrer la vida y este hogar hasta que la memoria de mi piel, ya no te reconociera…
Hasta que yo ya no me sintiera extranjera de mí misma
Quise cambiarme de labios, de ojos, de manos, de marcas, de cicatrices, de cuerpo, de piel; una que tú no hubieras invadido…
Todos los días de mi vida recogía esa piel que estaba líquida, contaminada, opaca, envenenada
Me recogía a mí misma, con marcas y con manchas, con el dolor que deja la violencia de los sellos azules, que no se olvidan, no se olvidan
todos los días intenté recuperar mi propia piel, mi propio hogar, que me otorgara el reconocimiento de poder regresar, devolverme a mí misma
poblarme nuevamente
acostumbrarme a ser, estar, permanecer o por lo menos, no sentir que desaparezco
Tanto tiempo estuve lloviendo
tanto tiempo fui un cuerpo inhabitable, obscuro y melancólico, de huecos y de arena
tanto tiempo estuve marchita desde aquellos arrebatos…
tanto tiempo me procuré, limpiando y curando
conquistándome para poder habitarme: de la manera que tiene que ser; de amor…
Mi piel ha sido otra
Mi piel es otra
Yo soy otra
cada arco, cada curva, cada espiral de las huellas azules de tus dedos en mi piel, ya no queda, ya no quedas, ni tu amor impostor, ni tus ladridos, ni tus manías de macho, ni tu desazón,
ni tú
ni tú
ni tú
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