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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Vojtech Okenka
Picture of Diana Laura Leal Ortiz

Diana Laura Leal Ortiz

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9

Soy Diana Laura Leal Ortiz. Me gusta leer un poco de todo, la música rock, las películas de suspenso, los cómics, las series y películas de crímenes y misterio.

98 estrellas

Número 6 / AGOSTO - OCTUBRE 2022

Me sentía sola cada día y cada noche que vivía…

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Diana Laura Leal Ortiz

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9

Me sentía sola cada día y cada noche que vivía. En el día siempre lo ocultaba con una sonrisa y cuando llegaba a mi cuarto sola, rompía en llanto, me mostraba cómo me sentía encerrada en cuatro paredes vacías y tristes con excepción del brillo de la luna que entraba suavemente por mi ventana, y aún así, se veía triste…tenue.

Así que un día, harta de llorar en la oscuridad, decidí darle vida a mi cuarto. Para que no se viera tan sombrío pegué posters de mi música preferida y 98 estrellas brillantes, pequeñas pegatinas luminosas en forma de astros que no llegan ni siquiera a 100. Me gustaban porque mostraban un lado en el día y otro de noche… como yo.

Durante el día solamente se veían estampas de estrellas de colores viejas y puestas solamente para llenar espacio, pero en la noche iluminaban mi oscuro dolor y me hacían no sentirme tan sola. Creí que sería suficiente ayuda, pero no fue así.

Tiempo después tuve uno de esos “malos días”, ya saben, de esos que todo te sale mal y después de tantas decepciones solamente piensas, “¿Por qué no me habré quedado en la cama hoy?”. Para adornar con una cereza al pastel a mi pena, no tenía a quien contarle mi mal día, nadie con quien desahogarme, nadie que me salvara en sus brazos o hiciera no tan amargas mis lágrimas, alguien que me dijera una de esas frases gastadas, pero tan reconfortantes. No, no tenía nada de eso, en su lugar tenía una desolada y melancólica habitación. Esa noche me recosté con los ojos rojos y doloridos, sintiéndome miserable hasta que mis párpados, cansados como mi cuerpo, se cerraron y encasillaron en un sueño que me permitía no pensar en cosas malas.

Al día siguiente por la mañana, comencé mi rutina de costumbre, ¡La jodida rutina diaria! Pero había algo distinto esta vez, una de mis estrellas se había caído y se encontraba tirada en el piso, sin embargo, estaba tan concentrada en mi trabajo y mi rutina de siempre que simplemente la guardé en un cajón y no le tomé importancia.

Los días pasaron, unos más duros que otros y no fue hasta después de varios días malos, constantes, agotadores y apagados que me hacían llegar a mi cuarto luminoso a llorar, (como si eso me fuera a ocultar de la realidad…). No fue hasta varias caídas después que me percaté de que mis hermosas estrellas se encontraban guardadas en el cajón y solamente quedaba una en la pared… la miré con tanta nostalgia.

Y pensé: “¿Dónde quedaron mis estrellas?”. Luego las saqué del cajón y no pude evitar desanimarme, recordé cada noche que lloraba y gritaba tan fuerte pidiendo fin a mi tortura sin que nadie me escuchara y yo sin tener el valor de terminar mi historia. Después de cada noche, despertaba con una estrella menos en mi pared.

¡¿Y si la última estrella cae?!- pensé- ¿Y si vuelvo a la oscuridad de antes? ¿Y si ya no me queda pegamento para ellas?… ¿y si se acaban para siempre mis estrellas?

Me negué y saqué un carácter de mi interior que ni yo conocía, pegué de nuevo cada una de mis estrellas, las reacomodé, esta vez mas fuertes, mas seguras. Horas después, terminé exhausta pero sonriente (esta vez, una sonrisa real), miré victoriosa mi muro resplandeciente y luego entendí…

El tiempo va a despegar mis estrellas, mis lágrimas bajarán las armas de defensa emocionales y tirarán mis estrellas; incluso una persona puede llegar y despegarlas, las palabras tal vez las harán tocar el suelo. Pero cuando pase, tengo que volverlas a pegar, tengo que componerme, tengo que asegurarlas más. Ponerlas en su sitio y hacerlas relucir de nuevo, hacerlas brillar como la primera vez.

Esa noche no lloré, esa noche decidí que no volvería a descuidar mi estrella, que la cuidaría porque solamente yo puedo hacerla resplandecer, decidí que no permitiría que nadie ni nada, apagara mi estrella de nuevo… no volvería a apagarse jamás.

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