Facultad de Filosofía y Letras
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Me bastaban esos momentos.
Llegar a la casa, un cuarto desordenado.
No había tiempo para la sencillez…
Me encontraba sólo,
en medio de una luz tenue,
escenario de mi día a día,
de mi noche a noche,
de mi hora a hora.
Y no había necesidad de más:
una guitarra dormida en la cama,
silenciosa, con sus acordes distantes,
cansada de otra vez las mismas canciones,
aquellas viejas sanciones recibidas hace años;
errores que parecen tan ardientes
tan profundos y nuevos.
Me bastaba un momento.
Llegar, dejar las cargas, los avíos deshilachados,
los adioses de los amores lejanos.
Me bastaba, en ocasiones tan precisas,
como un reloj a destiempo,
tomar un libro y crucificarme en sus palabras.
Me bastaba la música malsonante,
insolente de voces inmigrantes.
Me bastaba llegar a mi casa,
y buscar en lo más sencillo tu recuerdo.
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