En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
CRÉDITO: Dahmer (2022), Ryan Murphy
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Amaranta Velasco Ángel

Facultad de Filosofía y Letras

Me gusta dibujar, escribir y leer, tengo opiniones apasionadas de temas sociales y controversiales, me gusta escuchar y ser escuchada.

Todo lo que hay detrás del true crime

Número 16 / ENERO - MARZO 2025

¿Entretenimiento, producto o herramienta política?

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Amaranta Velasco Ángel

Facultad de Filosofía y Letras

El true crime (crimen real) es un género literario y audiovisual en el que se narran historias de criminales de manera detallada o adornada; dentro de este género suelen ser populares los relatos de asesinatos y asesinos seriales. Contrario a lo que podríamos pensar, no es nada novedoso, pero sí muy atractivo, pues se consume buscando emociones fuertes que se pueden experimentar desde la seguridad de nuestro hogar; no es diferente de ver una película de terror en lo emocional, pero el factor real lo vuelve muy polémico.

Admitir que consumimos algo por morbo nos avergüenza, no obstante, el morbo en realidad es un sentimiento completamente natural, querer saber por qué los criminales realizan actos tan atroces, qué pudieron hacer las víctimas para poder sobrevivir, qué puede hacer uno mismo si se encuentra en esa situación, son preguntas que obedecen a un instinto de supervivencia innato en nosotros. Personalmente agregaría un par de preguntas más: ¿nos está afectando socialmente?, ¿intenta volvernos sumisos y poco críticos frente a las injusticias?, ¿podemos sacarle provecho? Por último, pero no menos importante: ¿por qué las girls lo ponen de fondo para maquillarse?

La serie de Netflix, Wednesday, respondió a mis preguntas, pues existieron dos ocasiones en las que me sentí incómoda viéndola: la primera en el capítulo 1, cuando a Merlina le regalan una dalia negra y ella dice: “se llama como mi homicidio favorito”; la segunda por su comentario en el penúltimo capítulo: “Monstruo psicópata asesino en serie, supongo que es mi tipo”. En aquel tiempo decidí ignorarlo, incluso decidí ignorar por qué me incomodó, al final de cuentas la familia Addams se caracteriza por el uso de humor negro, no obstante, la respuesta la encontraría tiempo después cuando el programa mañanero Sale el sol cometió un desacierto al presentar la historia de un asesino serial feminicida como un temazo, incongruente con los problemas de violencia de género que nos aquejan. Como era de esperarse, el público se indignó, sin embargo, no podía parar de pensar que también era nuestra culpa como consumidores y que nuestra reacción era un poco hipócrita, ya que aquel programa obedeció a una tendencia de mercado cuyo principal consumidor son las mujeres, quienes aumentaron la demanda de contenido true crime. Ser las clientas frecuentes de este género no es gratuito, se teoriza que, ante la mayor probabilidad de agresión, el instinto de supervivencia que motiva al morbo incita a este comportamiento, por tanto, no es de extrañar que este target quiera identificar a un posible asesino comparando perfiles criminales. Una vez más el mercado ha demostrado ser hábil en cuanto a explotar las inseguridades de las mujeres, tal es el caso de los mini kits de defensa personal que te caben en un llavero, no son certificados y probablemente sean inútiles, pero aquel programa intentó venderlos dando esa sensación de seguridad. Pero no defiendo su error y por supuesto que aplica la frase “no es lo que cuentas, es cómo lo cuentas”. 

La cuarentena definitivamente aumentó el contenido de true crime, basta con ver el catálogo de Netflix y otras plataformas para enterarse de cuántas series documentales de crimen se estrenaron en ese periodo. Wednesday se estrenó en 2022 y es un reflejo de aquellas mujeres, sobre todo adolescentes, consumidoras de crimen real, ya que estamos consumiendo historias de feminicidas y lo disfrutamos, además se ha problematizado el hecho de que los adolescentes tienden a romantizar e idealizar a los asesinos seriales, sin importar su género; ante esto, entendí por qué estaba incomoda con las afirmaciones de Merlina, pues, ¿qué hace legítimo decir que el feminicidio de una mujer es tu favorito? A mi parecer nada, y tampoco que un asesino en serie sea tu interés romántico.

Cuando Prime produjo The Act en 2019 y Netflix lanzó Dahmer un año después, este género cobró una relevancia nueva en nuestra vida cotidiana. ¿El cine nos educa? Se sabe que, al observar contenido explícito, incluso como ficción, perdemos la sensibilidad ante desgracias e imágenes fuertes, pero a pesar de que ambas producciones cumplían con estas características, el público las percibió de diferente manera. The Act mostró la historia de una víctima y victimaria a través de Gypsy Rose, presa de su propia madre, quien la mantenía enferma para recibir apoyos económicos y otras atenciones que conseguía al vender la trágica historia de su hija, quien termina asesinándola al hartarse del control físico y emocional que se ejercía sobre ella; la empatía de la audiencia y el dilema moral que surgió con esta historia trascendió cuando Gypsy cumplió su condena y se mostró como figura pública, el solo hecho de seguir su Instagram ya era controversial. Por otra parte, había personas idealizando a Dahmer debido al apuesto actor que lo interpretó en la serie, así como al verdadero Dahmer, presentado en su momento como un hombre apuesto, aunque en realidad sólo gozaba de privilegio blanco sobre la vulnerabilidad de sus víctimas casualmente inmigrantes o afrodescendientes; que su captura se haya demorado tanto fue debido a la negligencia policial de aquella época, sin embargo, sus fans se dedicaron a enviarle cartas de admiración. Que la moral sea estética tampoco sorprende.

El crimen real se ha centrado demasiado en presentar la historia de los criminales, tanto que olvidamos empatizar con las víctimas, los productores priorizan el sensacionalismo sobre la ética vulnerando a los sobrevivientes y familiares de los afectados al buscar ideas cada vez más retorcidas para atraer al público. Así es como surgieron videos en YouTube en formato ASMR de creadores comiendo mientras narraban los asesinatos o disfrazándose de las víctimas; esto lo advertí en mi creadora de contenido favorito de true crime que era muy respetuosa con su discurso, pero al quedarse sin ideas comenzó a hablar de crímenes recientes y su canal se tornó en una especie de noticiero. Ver noticas ya no era divertido, lo disfrutaba menos y entendí que esas “historias de terror” no eran otra cosa que feminicidios, infanticidios, fratricidios; cuando los crímenes resultaban ser contemporáneos dejé de disfrutarlo, no se podía disfrazar eso, quizá porque muchas de esas personas aún están sufriendo. 

Controlar la narrativa del true crime ha resultado beneficioso para fines más allá del entretenimiento de masas y lograr propósitos más políticos, como el caso de Lucio Dupuy, a quien se ha instrumentalizado para desprestigiar el movimiento feminista y exacerbar los sentimientos homofóbicos; o por el contrario, para que personas con privilegios sigan gozando de ellos como los rugbiers, todos ellos asesinos de Fernando Báez Sosa, a los que se les realizó una entrevista sobre su crimen para limpiar la imagen de Máximo Thomsen y que de esta manera las personas empaticen con él. Estos casos no son el único ejemplo de cómo este género puede ser utilizado para seguir fomentando estereotipos y prejuicios en contra de un grupo en específico o para lucrar con la tragedia de otros.

Este género, al contrario de recibir censura, debe ser estudiado en mayor profundidad. Los medios de comunicación masiva pueden empezar por generar un discurso más objetivo y estudiado para evitar que programas mañaneros cometan errores garrafales, de ser necesario agregar más filtros antes de salir al aire; por otro lado, la sociedad podría aprender cómo identificar conductas de riesgo, sobre todo en adolescentes y niños que presenten rasgos de conducta problemática o al percibir un entorno de negligencia, pues la violencia no debe ser normalizada. También exigir que las instituciones y entidades gubernamentales realicen procesos e investigaciones oportunamente, así como fomentar programas de reinserción social o de convivencia armoniosa. No obstante, también será fructífero reflexionar de vez en cuando cómo y qué estamos viendo para maquillarnos.

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