Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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A veces percibo a la vida como una burbuja.
Así percibo al amor.
Así también percibo a la mente.
Algunas veces estamos dentro de ella, otras veces estamos fuera, sólo observando, siempre sintiendo.
Imagino nuestra mente como una burbuja, como un reflejo de la realidad, de nuestra realidad; algunas cosas se distorsionan, otras son más grandes y otras más pequeñas. Hay lados obscuros, pero también lados iluminados, hay cosas que percibimos con facilidad y otras que nos cuesta mucho interpretar.
El análisis constante de nuestra mente nos mantiene ocupados, como si estuviéramos organizando algo que en un segundo se vuelve a desacomodar. Nada es estable, nada permanece, nada perdura. Todo resulta fugaz.
Encontramos lugares y espacios donde nos acomodamos, donde sentimos que lo fugaz puede durar más. Todo se siente tranquilo, como si cada cosa tomara su lugar, cómo si siempre hubiera estado ahí, esperando a ser encontrado. Hay sentimientos aquí, que nos hacen querer más, que nos hacen olvidar, que a penas un segundo atrás estábamos por explotar. Se hace presente la consciencia de nuestra existencia, del sentimiento de pertenencia a la realidad, se hace posible el cambio, la manipulación de ella; ya no es ajena, ya formamos parte de ella.
Después de esto, conocemos nuestra fragilidad. Ahora sabemos que podemos rendirnos ante alguien o algo más, algo que nos supera, que nos nubla la vista a la realidad. El ambiente que nos rodea parece distorsionado, ahora nos sentimos ajenos, desubicados, sin ganas de volver a entrar. Y entonces viene la consideración de lo posible, todo se reduce a una elección, seguir intentando o simplemente dejar que explote, esperando volver a comenzar.
El esfuerzo por mantenernos en el aire resulta lo más difícil que podemos experimentar, pareciera que nos ubicamos en la sombra, en la oscuridad; sin embargo, se ve cubierto por aquello que se siente como un abrazo al corazón, de aquello que queremos dure para siempre.
Algunas veces no salimos de la consideración, nunca actuamos, sólo pensamos, y no lo juzgo, muchas veces no nos da para más, después de la pérdida de la libertad, nos acostumbramos a guardar todo, incluso a nosotros mismos.
¿Alguna vez fuimos conscientes de la libertad? ¿Seremos capaces de recuperarla?
Es bueno saber que en algún momento tendremos que regresar a la realidad, esa que cambia en un segundo, la que no podemos modificar con tan solo el pensamiento, esa a la que tenemos que manipular nosotros mismos, que nos hace ser parte.
Si fuera un ciclo, aquí vendría su final, cuando ya no se puede más y entonces revienta, dejando la esperanza de que salga una nueva, más bonita y que dure más.
Viene la incertidumbre, el momento liminal. O se vuelve a crear otra o simplemente no se vuelve a inflar. Aquí pareciera que el único lenguaje que podemos hablar es aquel que no se puede controlar: el de cuestionar. Nos encontramos en la búsqueda de la identidad, en la búsqueda del ambiente correcto, algunas cosas las dejamos ir, otras nos aferramos a que permanezcan.
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Una respuesta
Profundo y tierno. Poderoso y elocuente… Me hizo flotar cómo una burbuja…
Excelente! Gracias🙏