En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Crédito: Esaú Hurtado Cobo / Escuela Nacional Preparatoria Plantel 6
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Uriel Cortés Guillén

Facultad de Filosofía y Letras

Soy Dorian, soy estudiante de la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas en la FFyL. Mi más grande pasión es la poesía, me gusta leerla, a veces escribirla, y estoy en el proceso de adentrarme a que mis ideas sean escuchadas y por qué no, compartidas por otras personas.

Vocación y aspiración

Número 15 / OCTUBRE - DICIEMBRE 2024

¿Realmente estamos preparadxs para decidir qué carrera queremos estudiar?

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Uriel Cortés Guillén

Facultad de Filosofía y Letras

La universidad, a pesar de ser un punto de convergencia de personas provenientes de distintos lugares, culturas, con distintas ideas políticas, identidades y expresiones, cumple distintos roles en la vida de cada unx. Existe un posicionamiento ideológico sobre lo que ésta representa en el ámbito personal: para muchxs la UNAM responde a ideas de gozo y superación, y para otrxs se traduce en preocupación, ansiedad y otros problemas derivados de la poca o nula orientación vocacional que tenemos al llegar al nivel de licenciatura.

Considero que existe una polarización en la recepción de la educación que recibimos en la institución; por un lado existe un sector al que llamaré el “sector del privilegio vocacional”, este primer sector de la comunidad estudiantil fue orientado (de manera consciente o inconsciente) durante numerosas etapas de su vida académica a lograr una meta objetiva y concreta sobre su vocación, pocxs fueron, han sido y serán afortunadxs de pertenecer a este grupo; por otro lado, existimos quienes considero pertenecemos a un grupo más numeroso y al que llamaré el “sector del privilegio aspiracional”, aquellos quienes jamás tuvimos instrucción de algún tipo y no pudimos concretar más que aspiraciones.

Somos muchas las personas quienes no logramos adaptarnos a un rubro impuesto sobre nosotrxs a través del tiempo, aquellxs para quienes nunca hubo un límite en lo que nos decían de pequeños que podíamos ser cuando fuéramos mayores: un día soñamos con ser médicxs, otro soñamos con ser maestrxs, un día queríamos ser deportistas, otro día queríamos ser artistas, las posibilidades parecían infinitas, pero esa infinidad jamás tuvo una respuesta concreta.

El tiempo dejó de lado su característica de ser el futuro y se convirtió en el presente que nos arrastró como una corriente desbocada y no logramos frenar. Esta corriente se vuelve tempestuosa, es un tormento académico la elección vocacional, la corriente se acelera al necesitar una toma de decisiones rápida, no hay lugar para la duda, pues influyen otro tipo de factores, generalmente sociales, que nos continúan arrastrando.

¿Elegir una vocación de por vida a los 17 o 18 años? Existe una idea romántica (por un lado verdadera) sobre nosotrxs como el futuro del país, somos jóvenes, y se ha demostrado a través de la historia que lxs jóvenes somos un motor de cambio, sin embargo, en la era de la inmediatez, muchxs nos sentimos cada vez más y más ahogadxs, pues el tiempo continúa su curso y no se detiene; nos enteramos de personas cada vez más jóvenes que hacen algo transformador y quienes no podemos seguir el ritmo nos sentimos vulnerados, agotados, sentimos que nuestras vidas son menos importantes que las de aquellxs que están teniendo éxito por saber encausarse desde jóvenes hacia aquellas metas que alguien les ayudó a vislumbrar; y en una universidad con enfoque humanista, parece que lo menos importante son los estudiantes.

La orientación vocacional se volvió un concepto inmaterial, la planeación y la puesta en práctica de ella parece que es lo que menos importa, quienes no podemos con esa toma de decisión somos juzgadxs por un sistema que prometía ser de ayuda y contar con una comunidad en la que existiera apoyo; somos muchxs quienes nos hemos encontrado con la decisión de cambiar de vocación, hay quienes tuvieron el valor de enfrentarse a este estigma y decidieron replantearse su futuro académico y materializaron esa idea, y hay otrxs menos afortunadxs (o más afortunadxs, depende de la perspectiva) quienes abandonaron los estudios universitarios para enfrentarse al mundo laboral y la vida diaria sin un respaldo académico.

La inmediatez y la inherente necesidad actual de rapidez afecta a la universidad, pero esta mantiene muchos aspectos arcaicos en sus recintos, facultades y colegios: programas de estudio, clases, lineamientos escolares, ¿por qué no puede planearse un programa universitario que pueda ayudarnos a decidir antes de enfrentarnos a esta realidad? Claro que hay programas de orientación educativa en la universidad, pero hay que cuestionar: ¿en verdad estos programas nos son de ayuda a todxs?

A aquellxs quienes forman parte del sector del privilegio aspiracional, quiero invitarlxs a cuestionar su posicionamiento dentro de lo académico, no se dejen influenciar por la presión que se ha puesto sobre ustedes a niveles sociales, la enseñanza y el aprendizaje debe ser un deleite. No sabemos lo que nos depara el futuro, pero la decisión radica en si tomaremos el control que tenemos sobre él o seguiremos a la deriva esperando que las cosas mejoren cuando quizá nunca lo hagan.

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