Escuela Nacional Preparatoria Plantel 5
Escuela Nacional Preparatoria Plantel 5
Todavía no puedo creerlo, hace momentos me sentía feliz.
Mucho tiempo estuve esperando este momento,
sin embargo, dejé de protagonizar mi propio cuento.
¿Tendrá algo que ver el que sigo siendo una aprendiz?
Soy una estudiante que actúa como adulta
fingiendo como si estuviera ocupada,
cuando en realidad el tiempo no me falta.
Son muchas preocupaciones, no estoy preparada.
Cada vez que los días pasaban lentos,
rezaba para que pasaran rápidamente.
No me importó tomar desviamientos,
olvidé qué era lo más importante.
No quiero parecer muy joven,
así que hablo de manera formal sin razón.
Al cerrar mis ojos, los recuerdos vuelven,
ablandando nuevamente mi corazón.
Pasé de ver videos animados a ver documentales
sobre cosas que la sociedad a diario afronta,
en especial sobre temas que son joviales.
Trato de parecer fuerte, pero sólo me siento tonta.
Ahora mis pasos se sienten nerviosos y temblorosos,
no tengo un mapa que me diga si este es el camino correcto.
Estoy sobreviviendo sola en estos días crueles y espantosos,
jurando no desviarme nunca de este, mi trayecto.
Aun así, mamá y papá me ven como una niña,
ellos esperan de mí una vida normal.
Esta sensación día a día me constriñe,
ya me cansé de actuar de manera formal.
Los días que solían ser largos
ahora se sienten más cortos,
provocando sentimientos amargos
que en mi corazón causan alborotos.
Conforme voy creciendo las responsabilidades son más pesadas.
¿Cuánto tendré que esperar para poder mejorar?
En mi cabeza constantemente siento punzadas,
no tengo un lugar donde pueda descansar.
Cada vez que veo a mamá y a papá mi mirada baja.
Ahora parece que no podré verme a mí misma otra vez.
Siento que de alguna manera el tiempo me tiene atrapada.
Todos estos sentimientos sólo apagan mi calidez.
Antes de que llegue al límite, sin fallas,
las campanas indican un nuevo comienzo.
Derrumbando todas esas murallas,
que me impedían admirar mi lienzo.
Tengo miedo que llegue el día en el que me convierta en adulta,
a pesar de que es difícil, está bien.
En el retorcido camino que alcanzar mi meta dificulta,
incluso si me preocupo todas las noches, tengo que estar al cien.
Aunque me encuentro a la deriva, mi camino sigo.
Con los ojos bien abiertos, de la oscuridad soy testigo.
Queda en mí demostrar quién soy y que el ser diferente no es malo,
así que muy alto, con mi dedo índice, un nuevo camino señalo.
Por Armando Arteaga
Cuatro pasos infalibles para lograr la misiva perfecta
Por María Esther González Paredes
De las fronteras entre el cuerpo, el otrx y el universo
Por Diana Laura Yáñez Toro
Sobre el amor a las abuelas y las amistades que duran toda la vida