Facultad de Estudios Superiores Acatlán
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Taciturno respiro
Hoy salí a hablar con el frío mismo.
Fui en línea recta como en algún momento lo imaginé,
vi los cuadrantes iluminados pero no había señales de vida.
Pasé por mis lugares cotidianos porque sentí la necesidad de volver,
pero ya no estaban ellos, quienes eran los que le daban principalmente sentido a estar ahí.
Conecté de inmediato con mi antigua soledad
que me proyectó hacia ese lugar en el que ya había estado en mis sueños.
Ahí, la vi de nuevo, se acercó y volví a perder las palabras de mi boca
como la primera vez que estuve a su lado.
Disfruté quedándome ahí un buen rato
pero pasados unos minutos,
comprendí que todo aquello comenzó a sentirse cotidiano.
Y también que era demasiado tarde,
por lo que ambos coincidimos, y cada uno decidió tomar su propia parte.
Pero de pronto y ya casi a punto de concluir el viaje,
ellos finalmente llegaron, me abrazaron y me devolvieron.
Claramente ya no eran los mismos que antes, pero fue algo oportuno encontrarles,
ya que sin ellos, todo lo anterior que había narrado
se habría olvidado.
En espera
Para su mala fortuna todo volvió con la misma sensación.
No había más que nubes a su alrededor,
y un insípido sabor que ya no tenía por qué seguir ahí.
Se podría decir que estaba donde quería,
pero su nula experiencia solo le ocasionaba un desgaste eterno.
Abrió la puerta, y se sentó a esperar.
De pronto, comenzó a llover
y no tuvo a quien avisarle.
Terminó empapandose.
Y en un súbito suspiro,
dejó caer todas sus esperanzas,
casi como aquellas últimas, que todavía
abrigaban la pureza del lejano balcón.
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