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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Foto de Jean Pixels / Pexels
Picture of Eduardo Eliezer Téllez Tobón

Eduardo Eliezer Téllez Tobón

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Azcapotzalco

Actualmente tengo 16 años. Desde los 10 años empecé a apasionarme por diferentes actividades como el boxeo, el fútbol americano, el dibujo y más tarde la literatura y, a pesar de llevar un vida ocupada con el estudio y el trabajo, no me siento cansado por lo que hago y me mantengo feliz por ser quien soy.

Sueño lúcido

Número 9 / ABRIL - JUNIO 2023

¿Podemos vivir otras vidas, otras muertes?

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Eduardo Eliezer Téllez Tobón

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Azcapotzalco

Durante mucho tiempo he querido contar esto, pero siempre pensé que nunca me creerían; ahora me da igual, tengo que sacarlo  de mi mente.

Yo tenía 17 años y fue un sábado por la tarde cuando  quedé de verme con mi novio en su casa. Por la tarde él y yo decidimos ir al supermercado caminando a comprar algo para la  comida, a él le encantaba cómo cocino.

Cruzamos una avenida sin darnos cuenta de que una camioneta se dirigía hacia nosotros, mi novio se interpuso para protegerme, pero la camioneta alcanzó a parar, yo quedé asustada y  solamente retrocedí unos pasos para esclarecer mi mente, y luego, un coche que venía en sentido opuesto se dirigió hacia mí, pero esta vez no logró detenerse.

Desperté en un lugar extraño, estaba en una cama que no era mía, me levanté apresurada y revisé mi cuerpo, no tenía ninguna lesión, pero había algo que no entendía, mi cuerpo era más pequeño y joven. Me miré al primer espejo que encontré y parecía una niña de 5 años, aunque en realidad era una niña de 5 años.

Esa noche lloré desconsoladamente por mi novio, por mis padres, mis amigos, por la incertidumbre de desconocer lo que me sucedía; al oír mi llanto, un hombre y una mujer entraron a mi cuarto y resultó que eran mis padres, pero no los que yo recordaba, eran los  padres de la niña en la que estaba atrapada.

Con el pasar del tiempo fui olvidando mi vida anterior, había  crecido y tenía un nuevo nombre: “Vanessa”. Era una joven amante de la música, tocaba el piano y siempre me gustó tocar para mi  familia. Me hice de una nueva pareja y, cuando cumplí 28 años, me casé, formé una familia con 2 hermosos niños que fueron prueba del amor que le tenía a mi esposo y dediqué mi vida a las artes.

Una noche tenía una gran presentación de piano, mi esposo y  mis hijos estaban emocionados al igual que yo. Entré tras bastidores del teatro y en un momento de la noche quedé sola,  preparándome para mi momento cuando, sin que lo notara, un  hombre entró a donde yo estaba, me golpeó fuertemente con un tubo y caí, iniciamos un forcejeo en el que yo intentaba defenderme mientras solo sentía todas las puñaladas que arremetía el hombre contra mi estómago.

Yo perdí la conciencia y él siguió apuñalándome con intensidad, tomó mi cuerpo y lo escondió en una bolsa, limpió la  sangre y se fue del lugar, yo había muerto. En ese momento regresé  a mi vida anterior, a la avenida en donde me atropellaron, tenía una  fuerte contusión en la cabeza y no sabía lo ocurría, tenía a mi novio abrazándome y retumbaban los sonidos de la ambulancia en mi  cabeza.

Afortunadamente sólo había sufrido de un fuerte golpe en la  cabeza, pero entonces vinieron a mi mente todos los recuerdos que había tenido de Vanessa, la vida que había llevado en su cuerpo que no lograba entender, habían pasado varios años en unos pocos minutos. Simplemente la tomé como una alucinación.

Una noche, mientras salía con mi madre a comprar pan vi en un poste pegada la imagen de Vanessa, era la Vanessa con la cual había atravesado esa muerte tan traumatizante; y entonces noté que  Vanessa llevaba desaparecida una semana.

Convencí a mis padres de que me llevaran a la fiscalía para apoyar con la búsqueda y cuando llegué se me cuestionó  bastante pues yo conocía con exactitud los datos que tenía la policía,  les demostré cómo es que había muerto yo, o bueno, Vanessa. Les describí con tanto detalle lo que había usado el hombre como arma  homicida y la técnica que usó para quitar la sangre de las alfombras, y lo más sorprendente fue cuando, por instinto, los guíe al lugar  exacto en el que se encontraba el cuerpo de Vanessa.

No lo creía, era verdad. Lo que había vivido era verdad. Al final, gracias a mi ayuda, logré encontrar el vehículo que se usó para el traslado del cuerpo y, por supuesto, al asesino. Cuando se aclararon las cosas, volví a ver al que era mi esposo y a los que eran  mis hijos, lloré desconsoladamente por ellos, los abracé y lloraron por la que fue su madre y esposa… sin saber que era yo.

Aún sigo sin comprender lo que pasó, y la gente que estuvo  cuando se resolvió el caso tampoco sabía por qué yo sabía tanto. Creo que todo esto tuvo que pasar para que se pudiera hacer un poco de justicia por Vanessa. Ahora, cada 2 meses voy a visitar su sepulcro y siempre me es inevitable llorar por ella, por mi esposo, por mis hijos y por mí.

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