Facultad de Derecho
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¿Qué será eso que mueve a las personas?
¿Acaso simplemente es un impulso interno?
O hay más que solo eso…
Tal vez sea la palabra de todos los demás,
un intento que grita lo más alto posible
para que los ojos lo puedan escuchar.
O por el contrario,
en realidad hay gente que encontró su belleza,
esa que es verdadera,
esa que sólo los vivos pueden llegar a ver.
“Inadaptados”,
diría cualquier persona,
pero ellos no son cualquier persona,
son aquellos que deciden teñir su propia piel,
aquellos que una aguja entrando una y otra vez
apasiona dentro de sí como una caricia:
por ello llenan sus cuerpos de fantasía.
Convierten su cuerpo en lienzo,
presumen aquello que les atañe,
sus ideales filosóficos, políticos,
incluso, su programa favorito,
llenan del color más llamativo
hasta el más mínimo detalle.
“Esa gente está enferma”,
dicen por ahí,
aun así,
dudo sobre la verdadera enfermedad.
¿Que acaso no es esa que te impide caminar?,
ese miedo interno que te inmoviliza
de una pierna, o de ambas.
Uno entre cada cien,
existe gente que rompe su propia piel,
con propósito,
propósito del mero hecho estético.
¿Será sólo eso?
Deciden, deciden, deciden…
Deciden rasgar su propia piel para decorar
con ese pequeño aro que embellece su ser.
Ojalá cuando mueran, su alma
siga cargando con esas piezas…
Ayer los noté.
Desde ese momento,
ya no cuido mis libros,
me enajena esa conducta
enfermiza.
Enferma, enferma, me enferma,
que mis cosas se vean como nunca usadas.
Mi cabeza cambió
y desde ese momento
arranco páginas,
coloreo mis paredes,
rompo vidrios,
arranco un ladrillo de la pared,
si es necesario,
y es necesario.
Ahora todo me incomoda,
siento una gran urgencia,
me urge, me urge,
me urge sentir que estoy vivo,
y que aún respiro.
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