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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Edgar Zuñiga
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Emilio Alejandro Carrillo Alfaro

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9

Me llamo Emilio, amo escribir, no sé en qué género considerar mi escritura pero suelo escribir bastante para mí textos que guardo y ocupo como pasatiempo. De vez en cuando me da la espinita de sacar una de tantas cosas que he escrito, amo el deporte, realmente es algo que podría hacer todos los días de mi vida sin problemas, soy fan del futbol, los videojuegos, la música y sin duda alguna de los conciertos .

Otra historia suburbana

Número 6 / AGOSTO - OCTUBRE 2022

La esquina secreta y nada discreta de Pantitlán”, un lugar sin sentido al que yo le atribuyo magia

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Emilio Alejandro Carrillo Alfaro

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9

I

Creo que he encontrado una pequeña versión de “El Aleph”, pero no puedo comenzar esta historia de tal manera; debería escribir a qué me refiero con esto, pues esta historia no trata de mí, yo funciono únicamente como testigo, pues ya tengo bastantes escritos que hablan sobre mí persona y no pienso monopolizar mi escritura con un yo egocéntrico. Esta anécdota habla de un pequeño rincón de la siempre larga estación Pantitlán, la cual esconde un pequeño espacio, un espacio que Borges estuvo cerca de imaginar alguna vez. Lo explicaré para dar a entender lo que quiero tratar el día de hoy. Un día de tantos, hablando con un amigo que he admirado desde que lo conocí, me contó la historia de Jorge Luis Borges, en donde cuenta lo que él conoce como “El Aleph”. “El Aleph” es ese pequeño punto donde puedes ver todos los universos, todos los mundos, todos los tiempos y todos los lugares al mismo tiempo, existiendo y chocando entre sí. Pues bien, una vez explicado eso, me parece que lo he encontrado y no a través de mí, sino de un amigo.

II

Este amigo (cuyo nombre no revelaré pues aunque quisiera, me encuentro en un frenesí de emociones y me es difícil recordar su nombre) nació en el último mes de aquel invierno del noventa y dos. Su niñez como curiosamente se podría pensar, fue normal, pero lo haré más específico pues hoy en día, ¿qué se podría considerar normal o continuo? Nacido en una familia acomodada de los suburbios, allá por el metro Panteones, tuvo unos papás amorosos, fuera de unos regaños y gritos que le llegaban a dar tuvo otros días llenos de amor y alegría. Creció y, junto con él, sus decisiones. Fue entonces que conoció a su actual novia, a pesar de que hay mil y un formas que es posible conocer al amor de tu vida, él la conoció gracias a esa pequeña esquina de Pantitlán. Me estaba esperando allí, pues habíamos quedado de vernos y salir un rato, pero fue en ese pequeño tiempo que tardé en llegar que ella se acercó a él. Los detalles no me los quiso dar, supongo que por dejarme con la intriga, sin embargo lo que sí me dijo es que le pidió su número y fue de ahí donde empezaron a hablar.

El tiempo transcurrió e hizo lo suyo. Empezaron a andar un mes de agosto, las cosas fueron bien, realmente él se sentía enamorado y yo no dudo que ella también. En su momento, perdí mucha comunicación con él, dejó de venir a mi casa los jueves para salir con ella. Transbordan en todo el metro, creo que a raíz de su relación tuvo la oportunidad de conocer toda la ciudad, nunca lo había visto tan ubicado en cuerpo y mente. Cuando tuve la oportunidad de volverlo a ver me lo topé en aquella esquina de Pantitlán donde había comenzado su historia.

Ahí lo hallé sentado en el suelo en un punto estratégico dónde no estorbara a las personas que pasaban de ida y vuelta, cegados por su agotadora rutina de todos los días. Entonces me acerqué, pensando en cómo saludarlo por sorpresa.

–Ya llegué, gracias por la espera— dije en tono de broma.

Levantó su cara y se sorprendió mucho al verme, creo que le dió alegría y nostalgia, pues se levantó inmediatamente a darme un abrazo que no rechacé y lo rodeé con mis brazos de vuelta, fue entonces donde me contó que esa esquina ha sido el punto de reunión en el cual se queda de ver con su novia.

III

Mientras me contaba cómo ha ido su relación desde la última vez que nos vimos, pude percatarme que a un lado de nosotros había otras parejas besándose y pasando el rato, ahí fue cuando supe que esa esquina tenía una cierta historia de amor. Tal vez ahí nace el amor, tal vez y solo tal vez tiene algo mágico esa estación o esa parte de la estación que nos vuelve locos,perdidos en una historia de amor que estamos por comenzar. Quise saber mas de este rincón en el que ahora estaba con mi amigo haciéndole compañía. Fue donde empecé a darle vueltas a lo mismo: ¿Será la estación?, ¿o solo será este pequeño rincón? ¿Qué sucede aquí? Mis pensamientos me inundaban uno tras de otro.

Perdí cierta noción del espacio, veía pasar a mucha gente y ninguna parecía prestar atención a esta esquina, sin embargo, aquellos que se sentaban aquí con sus parejas parecían estar inmersas en otro mundo aparte, como si los de afuera de este lugar no pudieran ver hacia dentro y los de adentro no encontrarán lugar afuera. Tantas cosas sucedieron, fueron demasiadas imágenes en un solo lugar, un poco de romanticismo y amorío en esta esquina, y en el resto de la gente podía ver cierta ignorancia, como si no existiera esta esquina, siguiendo sus caminos sin voltear a ver a los demás más que los letreros que los guiaban a su nuevo destino, no pude evitar preguntarme: “¿Está escondida? y si lo está, ¿cómo no lo pueden ver?” . Sucedieron tantas cosas así es, pero solo yo las pude ver, tal vez esta esquina de Pantitlán tiene magia, pero no poética sino magia real. ¿Podré llevar aquí a la chica que me gusta? Tal vez se enamoraría de mí y seríamos una de tantas parejas que podría atribuir a Pantitlán como la cuna de su amor. Quiero pertenecer a esta historia de nunca acabar.

Tal vez esa esquina de Pantitlán no es más que un lugar donde puedes coexistir con aquel que quieras que sea el amor de tu vida, o tal vez no es así, quizás no tiene magia y yo desesperadamente busco respuestas a preguntas que nadie me hizo. Quizá la palabra “tal vez” me está devorando por completo. No controlo esto pero estoy seguro que esta esquina tiene algo que pocos pueden percibir. ¿Seré afortunado o maldecido por ver algo que nadie más puede ver?

Mis pensamientos fueron interrumpidos por su novia que, en cuanto llegó, se acercó a nosotros. Fue en ese momento que, con un beso y abrazo, levantó a mi amigo del suelo, mientras yo los observaba con cierta envidia desde abajo, pues seguía sentado e inundado por todo el colapso de sentimientos que llegue a tener. Mi amigo procedió a despedirse de mí con un abrazo igual de sincero que con el que nos habíamos saludado al inicio. Su novia igual se despidió, dejándome ahí mientras los veía cómo se perdían entre los demás. Enseguida me levanté, después de todo, no era digno de pertenecer a esa esquina llena de personas que día con día juraban su amor.

IV

Sigo pasando por ahí y a veces me topo aún a mi amigo y otras veces a su novia ahora esperándolo a él, pero ese es el encuentro. “La esquina secreta y nada discreta de Pantitlán”, un lugar sin sentido al que yo le atribuyo magia. No es secreto que a veces voy para poder observar esa esquina y a los enamorados perdidos que ahí se encuentran. Parece que todos se burlan de mí al demostrar estar en la cúspide de su relación, creo que me he obsesionado con ese lugar, ¿será ese lugar donde duerme cupido? Y si mis pensamientos llegarán a ser reales, ¿por qué nadie nos advirtió de ese lugar?.

Escribí esto no con la intención de buscar respuestas, pues no creo que haya o mínimo no las que busco, escribo con el afán de que conozcan este lugar, este lugar que creo tiene cierta historia detrás, la cual me encantaría conocer pues no he podido hallar su origen.

Y justo es esa magia que nadie puede explicar la que provoca otra crónica suburbana.

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Otra historia suburbana

Una respuesta

  1. Me gusto, mucho, creo que es una buena historia para encontrar un pequeño lugar en el mundo para aquellas personas que necesitan salir de la realidad, y estar con alguien mágico en algún lugar con magia

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