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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creativdad.
crédito: RDH Asyam
Picture of Yareni Ataid Albarrán Eleno

Yareni Ataid Albarrán Eleno

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9 Pedro de Alba

Mi nombre es Yareni pero la mayoría me dice Yare, me gusta mucho escribir, y me centro más en la escritura de novelas o cuentos, algunos hasta son un tanto fantasiosos. Este cuento lo escribí para el concurso Interpreparatoriano de Literatura y es mi trabajo más reciente. Uno de mis miedos era publicar lo que escribo, pero si no los publico jamás podré crecer como escritora así que aquí estoy, dispuesta a seguir aprendiendo.

No estoy loco

Número 6 / AGOSTO - OCTUBRE 2022

Cuento sobre la locura y sus representaciones

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Yareni Ataid Albarrán Eleno

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9 Pedro de Alba

Comienzo mi día a las siete de la mañana con el sonido de la alarma a todo volumen. Después de la ducha, mi cuerpo termina de despertar y es entonces cuando comienzo a emocionarme. Cuando salgo del baño voy directo a vestirme.

–No sé qué ponerme hoy –dije en voz alta

–Señor, ¿me permite sugerirle algo? –, preguntó una voz dulce.

–Adelante, sus consejos siempre son bien recibidos señor Ropero –, contesté.

–Ya son tiempos calurosos, le recomiendo ropa fresca como esta playera azul con estas bermudas negras y con los zapatos de su preferencia –, dijo mientras ponía todo en la cama

Me vestí lo más rápido que pude, cómo si eso acelerará el tiempo, estoy muy emocionado, sólo quiero que lleguen las tres de la tarde. Me voy al comedor para desayunar el horrible cereal que ya sólo como para poder comprar otro, comerlo todos los días durante tres meses es suficiente tiempo para poder odiar lo que más me gustaba, aun así me apuré a comerlo.

–¡Buenos días apartamento! –, dije con ánimos para inaugurar el nuevo día

A las ocho en punto me encuentro abriendo mi computadora para iniciar mi jornada laboral de doce horas pegado a una computadora y a un monitor gigante para agilizar el trabajo. A este punto, hasta usar pijamas es bastante aburrido, jamás pensé que usar el celular todo el día y poder estar en mi casa sin zapatos y en pijama llegaría a cansarme. Por el momento, me entretengo con el televisor, aunque sé que en algún momento también me aburriré de él. Mientras estoy trabajando siento que el tiempo pasa con más lentitud de lo normal, en la oficina sentía que el día no me rendía lo suficiente y ahora siento que hasta me sobra tiempo, tal vez se deba a que, en casa puedo poner cualquier tipo de música a todo volumen sin algún regaño, incluso puedo abrir unas papas sin miedo a que mis compañeros se acerquen a pedir que las comparta, aunque también convivir con la gente es algo que extraño bastante.

Después de siete horas de trabajo, la hora de la comida ha llegado, las anheladas tres de la tarde, hora en la que empieza la junta más importante del día. Esta junta es lo único que me da un poco de consuelo dentro de este encierro, es la única plática que tengo con otra cosa que no sea una computadora. Salgo de mi pequeño “estudio” directo a la cocina, lleno una olla de agua y la pongo a calentar; mientras espero, me recargo en la mesa donde pongo la fruta, en la parte de abajo guardo ollas grandes, enfrente está el mueble donde se secan los utensilios que lavo y a al lado derecho está un columpio con un garrafón de agua, una tostadora que uso para guardar tés, un porta cuchillos con tabla de picar y una licuadora. La gran junta está por comenzar.

–Compañeros, como el señor Lucas ya se encuentra presente, es hora de comenzar la junta del día de hoy –, abrió con su acostumbrada voz grave la olla express, la cual guardo en la parte de abajo del mueble en el que me encuentro recargado

–Lucas, te veo más pachoncito, creo que deberías ponerte a hacer un poco de ejercicio –comentó la señora licuadora con su voz rasposa

–No está pachoncito, solo está bien alimentado –respondió en mi defensa la señora tostadora con su suave voz

–Yo creo que si esta gordito, mira cuántos de nosotros estamos aquí en fila –, mencionó un plato desde la rejilla de platos

–Y siempre usas los mismos cubiertos, ¡déjanos descansar! –, agregó en modo de reclamo un vaso de la parte de arriba de la rejilla

–Deberían de estar agradeciéndole al señor Lucas porque a ustedes si los usa seguido –, interrumpió la olla express regañando a toda la rejilla

–Hablas como si tú fueras el único que es poco usado, tú deberías de estar agradecido porque a ti si te guardan, a mí ni me usan y ni me guardan, siempre estoy en la estufa y no saben el horrible calor que hay de este lado –, dijo el comal desde la estufa.

–¿Y tú por qué te metes? –, respondió enojado la olla express.

–Bueno, hagamos algo, voy a tratar de rolar los cubiertos y platos de uso para que use todo lo que tengo guardado ¿está bien? –dije para calmar un poco la situación

Todos los platos y cubiertos de la rejilla se movieron en modo de aceptación a la idea, lo que hizo que se calmaran las cosas de ese lado de la cocina.

–Señor, espero me perdone, pero difícilmente hago comidas decentes y es mucho más difícil que haga una para poder usarte –, agregué dirigiéndome a la olla express, quien se movió aceptando mis disculpas.

–Y comal, no sé porque dices que no te uso si cada que compro tortillas te uso para calentarlas, aunque, sí trataré de darte un lugar más cómodo que la estufa –, dije al comal que estaba a punto de burlarse de la olla express

–Ya que arreglamos esto, ¿alguna otra cosa de la que quieran hablar?

–Antes de que continúen; Señor Lucas, el agua está lista –, interrumpió con su modesta voz la olla del agua.

–En lo que me preparo mi sopa ustedes pueden hablar de otra cosa –, dije mientras le agregaba el agua a mi sopa.

–¿Alguna otra cosa que quieran comentarle al señor Lucas? –, preguntó la olla exprés.

–No, hemos dicho todo –, respondieron los cubiertos y platos de la rejilla.

–¿Señora Licuadora? –, llamó la olla express.

–¡Sí, aquí estoy, no me estaba durmiendo! –, dijo mientras daba un pequeño salto.

–Pregunté que si ya no quieren decirle algo más al señor Lucas –, repitió la olla express.

–No, yo ya dije todo lo que tenía que decir –, respondió mientras se acomodaba.

–¿Y usted, señora tostadora? –, preguntó la olla express.

–Yo solo tengo una pregunta: ¿cómo ha estado, señor Lucas? –, preguntó preocupada.

–He estado muy ocupado por el trabajo, ya saben cómo es todo esto –, contesté sin ánimos.

–Creo que sabe a qué me refiero –, insistió la tostadora.

–Para serles sinceros, la extraño muchísimo, no hay día en el que no piense en ella, cómo me gustaría poder tenerla cerca otra vez –, dije triste y sin mover la mirada del piso.

–¡Por favor!, pensé que ya habíamos superado a esa chica de la Uni –, dijo uno de los vasos bastante enojado.

–No seas tonto, está hablando de su madre –, dijo otro vaso en un tono más bajo.

–Ups –, susurró el apenado primer vaso.

–Entendemos cómo se siente, señor –, dijo la olla express.

–También sabemos lo difícil que es estar solo –, agregó la licuadora.

–Vamos chicos, no se preocupen por mí. Actualmente estoy bien, sé que algún día su pérdida dejará de dolerme –, dije más relajado.

–Además, mi madre no me ha dejado completamente solo, los tengo a todos ustedes y es gracias a ustedes que puedo seguir en pie –, expliqué más animado y con una sonrisa.

–Y espero sepas que siempre vas a tener quien te cuide–, agregó la tostadora

–¡Eso es verdad! –, contestaron los demás trastes para darme su apoyo

–Gracias chicos, no saben lo mucho que me ayudan estas juntas.

–Bueno, basta ya de cursilerías, todos debemos volver al trabajo, en especial usted señor Lucas, si no, todos nos quedaremos sin casa –, reclamó la olla express arruinando el ambiente.

– Así que con esto terminamos por el día de hoy, gracias al señor Lucas y a los demás por su presencia –, se despidió la olla.

–Muy bien, entonces, nos vemos mañana a la misma hora –dije mientras me terminaba la sopa

Limpié el lugar donde había comido y salí de la cocina de vuelta al “estudio” para volver a trabajar. Después de comer, el tiempo parece ir más rápido, además esas juntas me dan energía, son la razón por la que me levanto todos los días y por lo que aún no caigo en la depresión que puede causar estar encerrado solo y sin poder moverse de las cuatro paredes que componen tu casa.

Llegada las ocho de noche apago todo y salgo del “estudio” para irme a la sala

–Señor Lucas, ¿Qué desea ver hoy? –, preguntó la televisión

–Continuemos con la serie de ayer, se ve buena –, dije mientras me acomodaba en el sillón

–¿Si está cómodo señor? –, preguntó el sillón

–¡Por supuesto!, sí tú eres una de las mejores inversiones que he hecho –, respondí mientras me terminaba de acostar en el sillón

Vi dos capítulos de la serie y ya bastante cansado me dirigí a mi cuarto, me puse el pijama y antes de dormir mi mente comenzó a divagar.

¿Qué me dirán en la junta de mañana?, me emociona saber qué es lo que van a decir, tal vez la licuadora vuelva a decir que necesito hacer ejercicio y a la mitad de la junta se va a quedar dormida. Si dicen algo malo, la tostadora me va a defender. A lo mejor la olla de agua se queje porque hoy olvidé lavarla. Si la olla express dice algo o regaña a alguien, muy seguramente el comal va a decir algo para hacerlo enojar y tendré que evitar una batalla de ollas. Pero no importa que pase, esas juntas siempre alegran mis días. Y después, me quedé profundamente dormido.”

–El paciente de la 2624, ¿Ya presentó algún síntoma grave? – , preguntó la doctora

–No realmente, sólo habla con los objetos inanimados creyendo que sigue en su casa –contestó la enfermera

–En ese caso, seguirá bajo observación y con el mismo tratamiento –dijo mientras cerraba el diario

–Así lo haré doctora, ¿algo más? –

La doctora se paró del escritorio, tomó sus cosas y antes de salir, contestó:

–Ah, y siganle llevando cuadernos para escribir.

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