Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creativdad.
Churckyno Bryant de Pexels
Picture of Mikel Castro

Mikel Castro

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan

Soy un chico que llegará a ser un buen arquitecto, que le gusta escribir desde temas románticos, suspenso, fantasía, ciencia ficción y que también disfruta de la música

Necesito un cambio

Número 14 / JULIO - SEPTIEMBRE 2024

¿Momento Britney?

Picture of Mikel Castro

Mikel Castro

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan

—¿Qué color será ahora? —, me pregunta la estilista. 

He usado demasiados colores en mi cabello. Desde los más brillantes hasta los más oscuros. Solo este mes cambié mi cabello catorce veces, y voy a cambiarlo una más. No podía decidir por el nuevo color, tal vez un azul oscuro. No, ese lo usé el mes pasado.

Mejor un rosa brillante. Error, lo usé hace tres semanas. Una mejor idea sería cortarlo muy corto, bueno,  ya hice eso hace tres meses y fue una mala idea. Pintarlo de rojo, un pelirrojo oscuro. Pésima idea, lo use la semana pasada. Morado, sí el color morado es una buena opción. No, de hecho no, lo use después del pelirrojo, justo dos días después. Cambiaré mi  cabello lacio a chino, tal vez el cabello ondulado se vea bien. Mejor no, quemé esa idea  hace tres meses. Pasé demasiado tiempo con ese estilo, tan solo recordarlo hace que me falte el aire. De verdad es muy difícil elegir, siempre me ha costado tomar decisiones, tengo que pensar en un cambio de apariencia con un mes de antelación. Siempre quiero cambiar, quiero copiar el estilo de un personaje, de un actor o solo  dejar mi pasado atrás. Tantas opciones me asfixian, pero mi cabello pide a gritos un nuevo color, para dejar lo que viví en el pasado con este color verde azulado.  

Todos en la estética conocían mi nombre porque hago citas muy seguido. La  semana que más tuve citas fue hace dos meses, en una sola semana vine cinco veces para  cambiar mi estilo. Aunque ahora solo vengo dos veces. Claro, si todo en mi vida fluye de manera normal o si pasa algo que cambie mi vida rutinaria, de todos modos tendré que venir. El cambio de apariencia me resulta como una terapia, puede hacer que olvide lo que  pasé fuera de esas cuatro paredes. Las sillas eran cómodas, pero no cómodas para dormir en  ese lugar por horas. Simplemente podías soportar estar sentado y eso era todo. Aunque el  material del que estaban hechas era fresco, al sentarse podías sentir el frío que habían  guardado. Su relleno era suave, no era como estar sentado en una piedra. No eran sillas  maravillosas ni la octava maravilla del mundo. De hecho, al ya conocerme, siempre me asignaban la misma silla. Eso  me encantaba. Siempre me ha gustado que nada cambie en la peluquería, que todo se quede igual. Cuando  algo cambia en mi vida, me veo en la necesidad, mejor dicho, en la obligación de cambiar  mi apariencia. Así que, al siempre estar en el mismo lugar, era demasiado placentero sentarse en un espacio que conoces cada centímetro de la pared y la cantidad exacta de ladrillos visibles. La silla ya tenía dibujada la silueta, desde mi espalda, hasta mis muslos.  

—Sí, ya lo decidí. Creo. De hecho, aún no lo decido. No, sí  ya lo decidí. Quiero un gris,  uno perlado—. 

Creo que es un color perfecto. Debe tener algún significado. Tal vez, pureza o superación. Sin duda cada color tiene un significado,  pero no quiero averiguar los, no quiero decepcionarme con lo que realmente representen. 

Primero me lavaron el cabello. El agua caía con el mismo flujo, es un masaje en tu cráneo. La espuma del jabón tenía un olor totalmente reconocible. Era  vainilla,  colo el de los helados. Ese aroma dulce me  provocaba sueño. Podrá llevarme a mis más placenteros sueños. Después pasamos a la  mejor parte, el tinte. Pude ver el tono de gris, un gris que parecía ser el de una perla de un  collar de joyas muy costosas. La brocha pasaba por mi cabello, eliminando por completo el verde azulado anterior. 

Mi cabello estaba acostumbrado a tener múltiples capas de  colores. Ya lo han tenido que decolorar en incontables ocasiones, pero esta vez no fue necesario. Que hermoso tono de gris. Al estar fresco el tinte, podía brillar con la iluminación  de las lámparas. Lentamente mi pasado se olvidaba, lo que viví se borraba al igual que el  tinte verde azulado. 

Cuando pude salir de la estética fui directamente a una tienda de ropa. También necesitaba cambiar mi estilo de ropa. Tenía demasiadas perforaciones en mis orejas, cada una era para un estilo de aretes diferentes. A veces usaba  todos, otras veces solo un par. Aunque también frecuentaba la opción de piercings falsos  para la nariz o los labios. La última vez que cambié mi estilo al vestir; fue cuando tuve el  tinte morado en mi cabello. Ahora con el gris me veo obligado a vestirme diferente, para  remarcar que dejé lo que viví atrás, resaltar mi nuevo yo.  

Justo al día siguiente, cuando tenía que entrar a la escuela, ese edificio parece  ser una cárcel en donde te dan cadena perpetua. Pero conocía cada parte de esa construcción. Sabía los pasos exactos que tendría que dar  para llegar a los salones y los que doy para el final del día. Memoricé la  posición de la cadena del edificio en dónde podría llegar a estar cada amistad que tengo.  Literalmente tenía todo medido para mis días. Lo que haría en cada hora, lo que vería en  cada minuto y lo que escucharía en cada segundo. Me encanta tener todo registrado y  medido en mi vida. Aborrezco cuando algo cambia el orden de mi registro. Desde una hora  en el que no tenía que hacer lo que ya tenía en mente, hasta un comentario que podría  parecer una broma, pero realmente te podría afectar. Prefiero no tener sorpresas y tener todo  lo que puede pasar en el día. Es mejor no esperar nada, así no te decepcionaras. Al llegar a  la escuela, siempre puedo ver a las mismas personas. Entre ellos a mi grupo de amigos y a los  compañeros de clase. Mi grupo era algo reducido, pero lo prefiero así, para no tener tantas  conversaciones al mismo tiempo. Un grupo con cinco personas era perfecto, esa cantidad,  creo que no necesitábamos a nadie más. Pero en el grupo entero de alumnos en la clase,  éramos cerca de cuarenta y nueve, no ha cambiado ese número desde que entramos.  

“De verdad, te ves diferente”, “Pareces otra persona” o “Ni siquiera te reconocí la primera  vez”. Esas oraciones con aproximadamente cinco palabras eran las que más me hacían  sentir bien. Eran las que me demostraban que mi nuevo cambio de estilo fue efectivo.  Ahora con el tiente gris, desde lejos podría ser otra persona. Con la nueva ropa, que era  completamente negra, pero un negro mate, que no reflejaba para nada la luz del Sol, de  espaldas, podría ser irreconocible por la primera vez. Con los piercings falsos en la nariz,  que se hacían juego con el del labio, con los de la oreja, que poseían una cadena que los  unía en dos secciones, podría verme diferente de cerca. Cada uno de mi grupo de amistades tenía un estilo muy marcado. Sabía y memorizaba sus estilos. Mientras que ellos se fueron  acostumbrado a tener que verme diferente muy seguido. Desde solo un cambio en el tinte,  hasta un cambio radical de apariencia. Podían verme con tres, o cuatro apariencias cada una  muy diferente a la anterior en una misma semana. Ese mismo día, se informó que incluirían  a alguien más a la clase. Con tan pocas palabras derrumbaron todo mi registro, todo lo que  conocía tendría que cambiarse por ese informe. 

“Hola, pareces que eres muy amigable, ¿Cómo te llamas?” Esas fueron las primeras  palabras que escuché de la nueva adición de nuestro grupo. Para ser sinceros era una voz  muy normal, nada maravilloso. Pero a pesar de eso, me pareció una voz muy linda. Seguía  sin conocer la nueva adición, no sabía su nombre, su estilo no era tan marcado como el de  los otros. Me sentía atacado por la incertidumbre de esa persona. Como un niño que dejan  solo en un lugar que no conoce, con miedo. Era demasiado pronto para un cambio de estilo,  esto no estaba en mi registro de cosas de la escuela. No lograba entender la necesidad de  agregar más personas a la clase, para mi estaba perfecto como estaba. Cuarenta y nueve, era  el número que había visto en las listas por todos estos meses, que se han convertido en un  par de años. Era demasiado tarde para agregar a alguien más, ya no tenía tiempo para  acostumbrarme para ver una cara más, ver un lugar más ocupado. No me sentía capaz de  sobrellevar este cambio. Pero tenía que contestar su pregunta. Aunque no entendía porque  justamente tenía que ser yo. “Hola, me llamo…”  

Espera, ¿Cuál es mi nombre? De pronto eso fue lo menos borroso. No lograba recordar mi  nombre, como si justamente hubieran borrado ese dato en mi mente. Ni mis nombres,  tampoco mis apellidos, a pesar de escucharlos en la toma de asistencia hace no más de  quince minutos. No, no podía expresar mi nombre, no lograba recordarlo. Pero ¿Por qué?  Lo escuché hace muy poco. Tal vez era por la rutina de siempre contestar. Ya era un reflejo  involuntario, como lo puede ser respirar. Todo se tornaba negro, sin alguna luz, estaba sin  compañía en esa oscuridad. Me veía a mí, pero como veía antes de todos mis cambios de  apariencia. Distinguía a la perfección mi primer estilo de ropa, algo que nunca he vuelto a  usar desde mi primer tinte. Pero mi cara estaba borrosa, no tenía rostro, lo borraron. No  lograba recordar nada de mí. Me sentía asfixiado, mis pulmones estaban siendo apretados,  impidiendo que pudiera respirar. Veía cómo mi cabello se estaba cayendo, esos mechones  grises perlados. Los piercings cayendo con gotas de sangre, sentía como escurría por toda  mi cara. Ya no recordaba lo que era yo. Realmente, ¿quién soy?

Más sobre Ventana Interior

La magia de los lunares

La magia de los lunares

Por Diana Burgos Estrada
El curioso origen de un lunar

Leer
Entrevista a Tonatiuh Lima

Entrevista a Tonatiuh Lima

Por Ethan Balanzar
Entre el periodismo y la literatura

Leer
Y si alguien pregunta por mí

Y si alguien pregunta por mí

Por Ricardo Jareth Sánchez Granados
Versos de despedida, pero agradeciendo la vida

Leer
Teorías de la conspiración: poderes invisibles y fácticos

Teorías de la conspiración: poderes invisibles y fácticos

Por Ricardo Alonso Arévalo Garcilazo
La conspiración es una herramienta infravalorada para el análisis

Leer
Cuando los grillos dejen de cantar

Cuando los grillos dejen de cantar

Por Marisol León Díaz
Las redes sociales y el consumismo nos llevan a esta distopía

Leer
Se busca un perro

Se busca un perro

Por Ricardo Ortega
¿Por qué se pierden las mascotas?

Leer

Deja tus comentarios sobre el artículo

Necesito un cambio

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

sixteen + thirteen =