Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Mariana López García

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 3 Justo Sierra

Mi nombre es Mariana López, tengo 17 años, soy una mezcla de ENFP y ENFJ, me identifico con la personalidad uno del eneagrama, soy una mujer esforzada, trabajadora y que diariamente trata de mejorar. En mis tiempos libres me gusta cocinar, cuando siento tan intensamente que mis emociones se desbordan, me gusta dibujar, el escribir es un poco de ambas categorías, me divierto haciéndolo y me ayuda a expresarme y entenderme.

Náufraga del alma

Número 6 / AGOSTO - OCTUBRE 2022

Tengo 17 años, soy una mezcla de ENFP y ENFJ. Cuando siento tan intensamente que mis emociones se desbordan, me gusta escribir, hacerlo hace que me entienda a mí misma y que logré entrar a un mundo en el que mi único juez soy yo.

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Mariana López García

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 3 Justo Sierra

Estoy bien.

La frase favorita de aquellos que no estamos bien, pero fingimos que sí.

Aquella niña que amaba la vida se fue, ¿cuándo fue que me dejó atrás? No lo sé, simplemente pasó y yo no pude hacer nada para detenerla; al perderla, me convertí en una náufraga, me sentía vacía y desorientada, me convertí en un vómito de emociones y pensamientos.

Quiero a esa niña de regreso, la necesito, quiero volver a ver la vida con esos ojos y sé que no puedo sola, pero no tengo a quién recurrir… Un día encontré un programa de apoyo psicológico gratuito, marqué esperanzada y temerosa por lo que podría pasar, pero todo fue en vano, el teléfono sonó una y otra vez y nadie respondió, poco después me enteré de que ya no existía ese programa.

Se supone que la salud mental es un derecho, pero cuando necesitas ese apoyo no hay nadie que te ayude, ¿no es contradictorio? Quizás es un derecho invisible, ahí está, pero nadie lo toma en cuenta, no hacen lo necesario por cumplirlo.

Aquella noche, cuando la luna brillaba como nunca antes y me animaba a expresarme, decidí pedir ayuda, recurrí a mis papás, era la primera vez que pedía algo así, que creía necesitar ayuda de un profesional; aquel miedo que existía en el fondo de mi ser que esperaba no se hiciera realidad, salió a la luz, no tenía su apoyo porque yo estaba perfecta, no era nada grave; aquello que no me dejaba dormir ni comer no era gran cosa, solo era mi percepción.

Por supuesto que la salud mental es un privilegio, necesitas estar en cierto contexto social, familiar y económico; qué hubiera pasado si mi contexto familiar fuera diferente, si en vez de rechazarme me hubieran alentado.

¿Qué se hace cuando buscaste ayuda de todas las formas posibles y aun así no encontraste una mano? Fue entonces cuando descubrí que había psicólogos que hacen videos, fue como si alguien le diera una lancha a esta náufraga en la que me convertí. El darme la lancha no iba a hacer todo el trabajo, no era magia, tenía que esforzarme e ingeniármelas para salir de aquella isla desierta que me tenía cautiva.

Ciertamente la salud mental pasó de ser un tabú a una moda, pasamos de ser unos locos a diagnosticarnos con un test que nos apareció en Facebook, la misma clase de test que te dice qué personaje de Winnie Pooh eres; sin embargo, hay ciertas personas y páginas con información certera que pueden ayudarte en tu travesía.

Al tener la opción de salir de aquel encierro, decidí presentarme conmigo misma, necesitaba conocerme realmente, saber por qué me sentía así y descubrir cuál era el origen de aquel mal que me perseguía; aquel día mi viaje empezó, en mi pequeña lancha solo estaban los pedazos rotos de lo que solía ser y la visión de la mujer en la que me quería convertir; en mi travesía me encontré con tormentas enormes, pero también con días hermosos que deseaba fueran eternos.

Un día desperté y por fin pisé tierra firme, todo era diferente. La pequeña niña que extrañaba tanto regresó, aunque un tanto cambiada, ya no era una niña, se convirtió en una mujer fuerte e independiente pero aún conservaba esos ojos soñadores que anhelaban conocer el mundo.

Al recordar mi gran pequeña aventura como náufraga, recordaba las tormentas que azotaron a mi pequeña lancha contra el agua, pero ya no me parecían horribles, me parecían necesarias porque gracias a ellas me convertí en la mujer que soy y estoy orgullosa de mí y por primera vez en mucho tiempo puedo decir que estoy bien.

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