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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
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Camila Díaz Hernández

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 7

Soy una estudiante que le gusta mucho escuchar música mientras crea historias de fantasía (a veces), dramáticas y de acción. Me gusta mucho la animación, el anime, el manga, la astronomía, el dibujo y la escritura. Me gustaría que mis obras se hicieran conocidas y famosas.

Melodías del pasado, silencio del presente

Número 13 / ABRIL - JUNIO 2024

Tu voz siempre estará en mi corazón

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Camila Díaz Hernández

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 7

Me encontraba en una fiesta, no sé por qué estaba ahí si sé que no me gustan las fiestas y que aparte no tengo amigos con quién estar, pero bueno. Estaba sentada muy tranquila cuando de repente muchas personas me empezaron a jalar a la pista de baile y yo… simplemente me quedé en shock, estaba ahí, en medio de la pista de baile, todos mirándome, juzgándome, riéndose y de repente… estaba en el hospital. 

 –Agh… ¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Dónde estoy?– Estaba muy confundida, apenas estaba despertando y mi madre estaba presa del pánico. 

 –¡Oh, Daphne, hija mía! ¡Estaba tan preocupada! Qué bueno que ya despertaste– Me dijo mi mamá mientras me abrazaba. 

 -Mamá, suéltame, me duele mucho la cabeza–. 

En ese momento, entró una enfermera a decirme por fin, porque me encontraba en un hospital. 

 –Veo que ha despertado, señorita Daphne, le informo que en la fiesta en la que estaba en medio de un ataque de pánico, se resbaló con una bebida, cayendo fuertemente contra el piso, lo que hizo que se desmayara–.  

Me quedé sorprendida, no recordaba nada de eso, por esa razón me dolía la cabeza. 

–Daphne no puedo creerlo ¿Otra vez con tus tonterías de la ansiedad? Debes de aprender a madurar, no puede ser que a tu edad no puedas estar en una simple fiesta solo porque a la señorita le da miedo–.  

Mi mamá siempre me ha criticado por no poder lidiar con tantas multitudes, nunca me ha apoyado ni ha hecho nada para animarme, esta no fue la excepción, aunque sus regaños simplemente ya pasaban por alto en mí, porque siempre era el mismo regaño. 

 –Señora, por favor, no regañe a su hija, debe de haber algo que le haya provocado eso, le sugiero que se quede aquí en el hospital unos días para hacerle algunos chequeos y supervisar que no le haya pasado nada en la cabeza y también, darle algunas sesiones de terapia–. Dijo la doctora. 

–Pero si mi hija no tiene ningún problema, solo es una exageración suya–  

Con ese comentario la mire fijamente a los ojos, estaba cansada de que no me quisiera ayudar y esta era mi única oportunidad para recibir apoyo emocional. 

 –Ay… bueno, está bien, denle la terapia esa–. Ella no estaba convencida, pero no me importaba, por fin estaría libre de ella al menos por unos días. 

Y bueno, los días sin mi mamá realmente fueron tranquilos, la terapia iba bien y los chequeos médicos también.  Ya habían pasado alrededor de dos días, me quedaban en el hospital otros dos para salir. Me encontraba paseando por el hospital, entonces ya tenía permitido hacer eso. Durante mi recorrido me encontré con una chica rubia, era de más o menos mi edad, estaba cantando una melodía muy bonita, con una voz increíblemente dulce. Me quedé observándola mientras cantaba, hasta que me vio.

–Oh, hola ¿Quién eres?– Me dijo mientras sonreía.

–Ah! Ehhh… Ho-ho-ho– Agh, no puedo creer que no haya podido terminar la frase.

–¿Ho ho ho? ¿Acaso eres Santa? Jaja– Me dijo en tono burlón.

Como tenía tanto pánico de interactuar con personas nuevas, se me dificultó mucho hablar con ella, más sabiendo que la estaba espiando mientras cantaba, cada vez que lo recuerdo es muy vergonzoso.

–N-noo, me llamo D-D-Daphne, perdón por es-escucharte, no era mi intención es solo que… tu voz es mu-muy bonita– Dije muriéndome de pena.

–No te preocupes Daphne, yo sé que canto muy bonito jajaja, por cierto, me llamo Valery, un gusto–. Me dijo con una gran sonrisa.

Desde ese momento comenzó una gran amistad entre Valery y yo. Comenzamos a hablar y nos juntábamos cuando podíamos y en los pocos días que me quedaban en el hospital, nos conocimos mucho mejor.

–Y dime Valery ¿Por qué estás aquí?– Realmente tenía la duda, ella no se veía realmente mal.

–Mmm… Me dio bronquitis y como mis pulmones no son los mejores del mundo entonces estoy en el hospital, pero pronto me darán de alta– Eso es lo que me contó Valery, aunque sinceramente yo me quedé un poco en la duda porque la veía con suero y aparte, no podía levantarse de la cama, pero igual decidí no tomarle importancia.

Empezamos a compartir nuestros gustos e intereses y descubrí que Valery quería dedicarse a la música, de ahí su canto muy hermoso. También le conté sobre mis problemas con relacionarme con otras personas, que nadie me apoyaba y que esos días que estuve en el hospital me dieron sesiones de terapia.

–Oh, ahora entiendo el porque te pusiste tan nerviosa cuando te salude por primera vez, mira ¿Qué te parece si yo te ayudo con eso? Soy muy sociable y puedo apoyarte en aprender a socializar– Me sugirió Valery.

–Es… ¿Es enserio? ¿Harías eso por mí?– No podía creer que por primera vez alguien se preocuparía por mí.

–Pues claro que sí, eres mi amiga, así que te ayudaré– El que me lo haya dicho con esa sonrisa me alentó bastante.

Intercambiamos números y en cuanto salí del hospital, nos mandamos mensajes y también la fui a visitar varias veces. Durante ese tiempo ella me daba consejos y yo los aplicaba en mi vida escolar, varias recomendaciones me sirvieron bastante y, aunque aún no tenía amigos, ya no tenía miedo de hablar en público.

Cuando Valery salió del hospital, salimos bastante seguido, y ella practicaba mucho en su canto, la escuchaba tanto que al final terminaba practicando con ella, claro que yo no era tan buena como ella, pero era tan divertido cantar juntas que se volvió casi nuestra rutina.

–Cada vez cantas mejor Daph, estoy segura de que llegarás lejos– Me dijo Valery.

–Jaja aprendí mucho contigo y cantar es bastante bonito y divertido, más cuando canto contigo– Le contesté a Valery.

–Bueno, pero eres muy buena, y por eso quiero preguntarte si… ¿Quieres ir a una presentación conmigo este domingo?– Valery me preguntó muy entusiasmada.

–¡¿Qué?! No estás hablando enserio ¿Verdad?– No podía creer lo que Valery me estaba pidiendo.

–Y, ¿por qué no? Ya te dije que has mejorado bastante en tu canto, estas perfectamente capacitada para cantar conmigo en un café pequeño–.

-No, no lo estoy, tus consejos para socializar me han ayudado, pero no me siento lista para presentarme entre tanta gente, no importa si es un café chico, no estoy preparada como tú dices– Le dije a Valery muy decidida.

–¡Ay vamos!, yo sé que tú estás capacitada, he visto tu progreso, no hay necesidad de tener miedo- Valery me dijo como si mi problema no fuera algo tan importante y eso… sinceramente me dolió.

–¡No Valery! Ya te dije que no iré contigo, puede que para ti no sea tan preocupante, pero para mí, es una situación estresante, no puedo y no quiero ir contigo–. 

–Agh estas siendo muy exagerada, no puedo creer que aun sigas teniéndole miedo a un simple grupo de gente–. 

–¿Qué?… No puedo creer que mi propia amiga me esté hablando exactamente como aquellas personas que minimizaron mis sentimientos, como mi mamá… ¡No iré a tu estúpida presentación!–. 

Me exalte tanto que estaba muy enojada y ella igual… terminamos rebajando los sentimientos de la otra… Cuando le dije eso a Valery, ella se molestó bastante.

–…¡Bien!, haz lo que quieras, yo solo… quería compartir mis sueños contigo–. Se fue llorando del lugar donde estábamos. 

En ese momento me sentí tan mal, segundos después me mandó un mensaje pidiéndome perdón por hacerme sentir así, pero que en ese momento dijo que no quería verme. No quería dejar las cosas así, entonces decidí darle una sorpresa a Valery, practiqué durante los días que quedaban antes de la presentación para estar junto a ella. 

Cuando llegó el día, me dirigí al café con entusiasmo y disposición a cantar frente a todos.

–¿Daphne? ¿Qué haces aquí? Pensé que no querías estar aquí–.

–Me equivoqué, eres mi mejor amiga, y así como tú me has apoyado, yo también quiero apoyarte, vamos a cantar… juntas–. 

La presentación salió muy bien, nos aplaudieron y felicitaron. Valery y yo lloramos de felicidad, no solo por esto, también porque nuestra amistad se volvió a unir después de una disputa.

–Muchas gracias, Daphne, te quiero mucho–.

–Yo también te quiero mu…

–Daphne–.

–¿Escuchaste eso? ¿Valery? ¿Dónde estás? ¿Por qué ya no hay nadie aquí? ¿Por qué todo está negro?–. 

-Daphne– 

–¿Quién dijo eso? ¿Qué está pasando? ¡Aaaah! ¿Por qué de repente se escuchan sirenas de ambulancia? ¡Valery! ¿Dónde estás? ¿Eres tú? ¡Valeryyy!–.

–¡Daphne!–

–¡Valery!–. 

–¡Aah! Hija me espantaste–.

–Mamá… soñé otra vez con Valery–.

–Ay hija… ¿Qué tal si la visitas? Tal vez eso te ayude–.

–¿Tú crees que ella quiera escucharme?–. 

–Estoy segura de que sí, deja te llevo hasta allá–. 

–Ya hemos llegado, ¿quieres que te acompañe?–.

–No mamá, quisiera estar sola–. 

–Está bien, te espero en el auto–.

–Hola Valery… Hace mucho que no hablamos, espero que todo esté bien por allá. Yo… lo siento Valery, ¡Lo siento mucho! Si tal vez yo hubiera estado contigo en la presentación, nada de esto hubiera pasado, hubiera podido salvarte, si tan solo me hubieras dicho la verdadera razón de por qué estabas en el hospital… nunca te hubiera abandonado, yo… te extraño tanto y pese a que tú ya no estés aquí, pese a que en mis oídos solo hay silencio, tu voz siempre estará en mi corazón–.

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